CONTROLAR EL DESCONTROL DE LA MENTE
¿Cuántas veces te has pillado dando vueltas al mismo pensamiento, sin encontrarle solución, queriendo dejarlo pero sin poder despegarte de él?
¿Cuántas veces has acabado concluyendo que tu mente no tiene solución, que hace lo que quiere, que te domina?
¿Cuántas veces tienes el cuerpo en un sitio y la mente en el pasado o en el futuro, sin que sea tu propia decisión?
No es malo pensar.
La mente es un instrumento muy útil, QUE ESTÁ A NUESTRO SERVICIO, disponible para cuando la necesitemos o queramos disponer de ella, pero no necesariamente conectada autónomamente las veinticuatro horas del día.
¿Cómo se puede “desconectar”?
Fácilmente.
Cambiando voluntariamente de actividad, para que pare y descanse.
Dedicándose a otra cosa que requiera toda la atención, y enfocándose en esa cosa, como leer, escribir, hacer crucigramas, concentrarse en la respiración.
También se pueden cambiar los pensamientos negativos por otros positivos o agradables. Si uno toma el control, uno hace con su mente lo que quiere.
Conviene conocer su funcionamiento, porque puede suceder que en cualquier momento nos presente una “idea”, en la que nosotros conscientemente no hemos participado, y nos haga creer que es “nuestra idea”. El error es opinar que si aparece en mi pensamiento es porque eso es lo que “yo” pienso, cuando en realidad es lo que piensa mi mente por su cuenta, desde sus miedos o traumas, con su visión parcial o sus prejuicios.
Tú no eres tu mente, sino el testigo que la observa o el gobernador que la dirige.
Y si permites que te amargue la vida, o que la dirija sin que tú puedas intervenir, es tu culpa. Tú tienes que elegir. Tienes que hablarte a ti mismo para decirte lo que quieres hacer.
La libertad fundamental de una persona es su capacidad de elección.
Los pensamientos descontrolados, sobre todo los que son negativos, siempre son el principio de una cadena que va a peor.
Por ejemplo: “Puedo suspender el examen”, puede llevarte a “si lo suspendo tendré que presentarme de nuevo”, y “si tengo que presentarme de nuevo se me juntará con otros exámenes”, y “tendré que estudiar el doble y no me dará tiempo”, y “si no apruebo estos exámenes suspenderé el curso”, y “si suspendo el curso, no encontraré trabajo”, y “si no tengo trabajo no sabré qué otra cosa hacer”, y “si no sé qué hacer, no saldré adelante en la vida”, y “etc. etc. etc.”
El panorama que te presenta esta cadena funesta te crea una tensión y nerviosismo tales que probablemente acabes suspendiendo.
Si al detectar el primer pensamiento, y observar su directriz pesimista, lo cambias por “Puedo aprobar este examen porque me he estado estudiando para ello”, evitas la desconfianza a la que te iba a llevar el otro.
Cuando te des cuenta de que se presenta una situación como la del ejemplo, párate, para la mente, y sé consciente de tu poder para dominarlo.
Huye de esos monólogos internos negativos.
Y si te cuesta trabajo controlar algún pensamiento inconsciente, prueba a contárselo a alguna amistad de absoluta confianza, o a escribirlo en un papel, esto puede ayudarte a vaciarte de él.
La mente y el pensamiento, no lo olvides, son instrumentos a tu servicio.
No al contrario.
(Basado en una idea de Mar Cantero Sánchez)
