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 SOBRE LA LENTITUD O EL DISFRUTE DE HACER LAS COSAS DESPACIO



Agosto 31, 2019, 07:49:10 am
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SOBRE LA LENTITUD O EL DISFRUTE DE HACER LAS COSAS DESPACIO
« en: Agosto 31, 2019, 07:49:10 am »
SOBRE LA LENTITUD O EL DISFRUTE DE HACER LAS COSAS DESPACIO

HACER LAS COSAS DESPACIO

Antes de entrar en materia, quiero daros las bases sobre el arte o la búsqueda de hacer las cosas despacio. El escritor Carl Honoré, uno de los principales teóricos de la Filosofía Slow, conocido por su libro “Elogio de la lentitud”, sostiene que la hiperactividad actual nos lleva a dedicar nuestras energías a otras metas que nos hacen olvidar las cosas importantes de la vida. Sufrimos la enfermedad del tiempo creyendo que todo se debe hacer rápido. Intentemos decrecer el ritmo alocado en que vivimos para no degradarnos nosotros mismos. Simplemente reduzcamos la marcha y busquemos el tiempo justo para cada cosa; saboreemos cada momento priorizando lo imprescindible.
Fruto de esta teoría, surgió un movimiento, El movimiento Slow. Es una tendencia global en alza que surgió como contrapartida a la rapidez y aceleración continuas, características de las grandes ciudades modernas. Promueve la conciencia de cómo los seres humanos invierten su tiempo, propone un equilibrio en el empleo del tiempo entre las obligaciones laborales y el resto de las tareas diarias, permitiéndose el disfrute de actividades tales como saborear una comida o dar un paseo.
Primero se tuvo noticias del movimiento Slow food cuya premisa es saborear y disfrutar de la comida.
En la actualidad, este movimiento abarca mucho más que la comida, es una corriente cultural que partiendo de la premisa de que lo lento es positivo, aboga por una mejor calidad de vida(Honoré, 2008)
Vivir en calma es disfrutar de hacer las cosas despacio, es una búsqueda personal, un deseo al que a todos nos gustaría llegar.
¿Y eso que nos lleva a hacer? Dejar de correr para coger un trasporte, dejar de preocuparte y alterarte por las cosas que olvidas o que cuando buscas no encuentras… ¿seguro que tendrás una gran lista? Intentemos decrecer el ritmo alocado en que vivimos para no degradarnos nosotros mismos. Reduzcamos la marcha y busquemos el tiempo ideal y justo para cada cosa, saboreemos cada momento.

VIVIR EN CALMA ES DISFRUTAR DE HACER LAS COSAS DESPACIO

Es bueno, en el trabajo hacer de vez en cuando el vago, tener momentos de ocio, abstraerse y dejar que el pensamiento vague, como dicen en Galicia “Pasmar”. Demos paseos por la oficina, tomemos un café con los compañeros, y dejar que nuestra mirada vague hacia el infinito.

Hazte un sitio. Quita de tu espacio todo aquello que te estorbe. Empezarás a vivir de otra manera, tendrás más tiempo con lo que sentirás más serenidad y podrás dedicar ese espacio de tiempo a entretenerte y disfrutar de ti y de las personas que quieres.
Trata de ralentizar tus movimientos y disfrútalos:
Concéntrate en tu cuerpo, como está tu postura, como es tu contacto, cuáles son tus sensaciones.
Cuando vayas por la calle o en un trasporte público, aminora tu paso, camina más lentamente, levanta la cabeza y mira hacia el frente, hacia la lejanía. Toma conciencia de que cuando vas andando das un paso después otro… aprovecha también y:

SABOREA EL MOMENTO PRESENTE

Despierta tus sentidos. “no te muevas, cierra los ojos, escucha…
Sonríe y ríe lo máximo posible.
Nútrete de ideas placenteras.
No dejes que tu agenda te gobierne. Muchas de las cosas que te planteas ahora son postergables. Hazlo, pruébalo y ya verás…
Cuando estés con tu gente querida, pareja, hijos, amigos, desconecta tu mente de otras cosas y tu teléfono. Es bueno compartir tu tranquilidad con los demás.
Habla con calma.
Pasa tiempo a solas contigo mismo, escucha tu voz interior.
Escucha música con calma, disfruta.
No creas eso de que en poco tiempo das amor. Es una estupidez pensar que se puede amar una hora por día y basta con eso.
Tomate tu tiempo para comer y beber aprécialo como se debe, este es uno de los placeres de la vida, no lo estropees.

PONTE EN CALMA CON TU PASADO

Da un primer paso; luego, otro, pero no mires ni muy allá, ni muy atrás.
Disfruta dejando que la gente se pregunte cual es el secreto de tu tranquilidad.
Deja de lamentarte por tus tareas. Hazte promesas de una hora, eligiendo el momento más propicio y así sabrás a qué hora comienzas y a qué hora habrás acabado.
Dale la vuelta a tu estado de ánimo, así que cada vez que te sientas irritado, un poco pesimista o depre: coge un libro interesante, ponte ropa diferente, haz algunos ejercicios de gimnasia, date un baño, vete a dar un paseo, dale un cambio a tu lugar donde estás la mayor parte del tiempo poniendo flores, velas, etc.
Nos hemos obsesionado con llenar cada segundo que pasamos despiertos, nos hemos vuelto expertos en crear una actividad frenética sin ninguna necesidad.
Hay un viejo proverbio que dice: “por mucho que corras no llegarás antes”. Pero con el bombardeo de mensajes que aseguran que tenemos que correr sin parar para ir a la cabeza de la carrera o hacer un sprint final para ganar sin conformarnos simplemente con llegar a la meta; aunque, naturalmente, esta carrera no tiene meta, es importante que aprendas que:
No te sientas culpable por hacer un descanso.

Ríete de la persona que entra en una espiral de actividad improductiva, no lo copies.
Todos tenemos velocidades distintas. Elige la que se ajuste a ti, no la que otros te marquen.
Si tienes la sensación de que te falta tiempo, piensa en la cantidad de tiempo que malgastas.
Busca tiempo para aquello que sea importante. Tu familia y tus amigos te necesitan. Y tú a ellos.

En nuestra sociedad de alta velocidad, donde todo va de prisa, donde todo es urgente, es esencial, desacelerar, bajar el ritmo para llevar una vida serena llena de pausas.
Algunas pistas para encontrar tu ritmo y disfrutar de la armonía y nuevas sensaciones serian. La fuente: “Cuaderno práctico para vivir con alegría” de Francois Dorn:

Ralentiza tus gestos escoge una actividad que hagas mecánicamente: cocinar, arreglar el jardín, pasear… respira larga y profundamente, y ralentiza hasta el extremo todos tus movimientos, como si te pesara todo el cuerpo. concéntrate en tu postura, en cada uno de tus gestos y en lo que te rodea.
Una mañana, olvídate del reloj y del móvil. Ideal para despegarte de la percepción exterior del tiempo que pasa.
Olvídate de consultar el e-mail, después de las 19 horas, y del trabajo los fines de semana.
Échate una siesta.
Date un baño tómatelo con toda la tranquilidad, pon unas velas, música, etc.
Fragmento del libro “Don´t warry de Douglas Miller”.

Hace tiempo asistí a una fiesta infantil y me sorprendió la ansiedad que fue capaz de crear la anfitriona, quien dirigió la fiesta en función de un horario rígido autoimpuesto por ella misma. La primera norma era que la fiesta duraría dos horas. Le asignó a una amiga la tarea de ir consultando el reloj (a las 16:30 había que sacar el pastel), con lo que le traspaso á ella su propia ansiedad (la amiga, que no llevaba reloj, se puso nerviosa porque no encontraba su móvil, que sí tenía reloj). En el momento del pastel, sacaron repentinamente a todos los niños de la piscina, que lo estaban pasando de cine chapoteando en el agua y que habrían seguido tres horas más en ella. Después del pastel, fueron enviados al jardín posterior de la casa, donde jugaron tranquilamente fingiendo dar de comer a las muñecas. Pero muy pronto fueron las 17:30 horas, y, a pesar de que todos estaban de lo más relajados, era hora de irse. El hecho de que la anfitriona impusiese innecesariamente un horario tan rígido hizo que nadie disfrutara de verdad.

Douglas Miller también nos introduce los elementos esenciales de la naturaleza basados en la medicina tradicional china:

El aire
Disfruta simplemente estando en casa, no hace falta irse muy lejos. ¿Crees que puedes bajar el ritmo lo suficiente como para disfrutar de lo que tienes alrededor?

La tierra
Tomate tu tiempo este elemento nos remite a las cosas con las que más disfrutamos; aquellas que son parte natural de nosotros y que nos ayudan a relajarnos. Este elemento está formado por la naturaleza y el placer que de ella podemos obtener. Vamos a recuperar nuestra energía estimulando los cinco sentidos.
Como por ejemplo:
Gusto: cocinar una buena comida y comerla tranquilamente en lugar de engullirla para irse a sentarnos delante de la tele, besar a una persona que quieras.
Tacto: el cuerpo de tu pareja, el suelo, tus hijos, telas, madera, comida.
Olfato: la pagina de un libro nuevo, el mar, el campo, la comida, olores que te traigan recuerdos.
Vista: la arquitectura, los viejos amigos, algo nuevo, mirar hacia arriba y no al frente cuando vayas por la ciudad.
Oído: el silencio verdadero, la música en directo, los pájaros.
Agua
Obtenemos claridad, con el tremendo estrés que se nos plantea a lo largo de nuestra vida, puede ser de gran ayuda libera parte de la tensión física y psicológica que, al parecer, acumulamos. Obtener claridad (la pureza del agua agradable y limpia) ahorra tiempo y nos refresca la mente.
Fuego
Tiempo para recuperar la energía perdida. Todos nacemos con distintas cantidades de energía, pero se va perdiendo, algunas cosas para generar nueva pueden ser:

El ejercicio físico
Dale a tu vida variedad. Ve al trabajo por caminos diferentes, reúnete con tu familia fuera de casa, aprende a tocar un instrumento.
No dejes que la ansiedad anule tu alegría. En momentos de ansiedad tenemos que esforzarnos en recuperar esa alegría y energía.
Con las actividades que haces, se produce una retroalimentación. La energía nueva genera más energía.
Nuestra relación con el tiempo es complicada. A veces, lo convertimos en un producto de consumo mas, pervirtiendo su significado. Lo usamos, lo rechazamos, lo regalamos, lo invertimos… la realidad es que el tiempo pasa y nosotros con él. Escatimamos tiempo en encuentros, conversaciones ayudas, abrazos, miradas, palabras… ese tiempo no podremos recuperarlo. Lo no vivido ya está perdido irremediablemente. Tempus fugit irreparabile.

Estamos en camino, pero no caminando dice Ernesto Sábato, ya nada anda a paso de hombre, ¿acaso alguien de nosotros camina lentamente?
La prisa añade violencia a nuestra vida, porque cuando vamos apresurados no respetamos los territorios de los demás, los invadimos, nos inmiscuimos y nos entrometemos.

NUESTRA RELACIÓN CON EL TIEMPO,

complicada
No podemos ser tiernos cuando no tenemos en cuenta que cada persona es diferente en su ritmo y tempo para hacer, para pensar, para sentir y expresar.
Lentamente, toca mirar a aquella persona que dábamos por vista. Dibujar con nuestra mirada su contorno actual, recorriendo su cara, sus rasgos, sus arrugas. Nada grandioso puede crearse de repente, ni un fruto ni un hijo. Es preciso esperar que un árbol crezca, que lentamente se haga adulto, que florezca y madure.Como un hijo.
Estamos perdiendo las experiencias más significativas de nuestra vida, cuidar los hijos, tomarnos nuestro tiempo, disfrutar de nuestra pareja y amigos. Tenemos tantas cosas que hacer, que el componente placer que está en la felicidad lo vamos reduciendo. El correo electrónico, la rapidez con la que circula la información, el teléfono móvil, hace que la vida se nos haga más compleja, contribuyendo a la presión constante de tiempo y a la experiencia de que las actividades potencialmente agradables distraen nuestra atención.
“Cuando tenemos demasiadas cosas que hacer que compiten por nuestro tiempo y por nuestra atención, nuestra capacidad de estar presente disminuye y con ella nuestra capacidad de apreciar y disfrutar la experiencia.”

Tal Ben- Shahar
La presión del tiempo es generalizada y, en cierta forma, es responsable del incremento de los índices de depresión. Estamos demasiado ocupados, tratando de hacer cada vez más actividades en menos tiempo, por lo que no logramos disfrutar de lo que podemos tener a nuestro alrededor, ya sea nuestro trabajo, de una clase, de una pieza de música, de un paseo, de un paisaje, de nuestra pareja…
¿Intenta hacer una reflexión sobre que áreas o actividades, sientes que estás comprometiendo tu felicidad por la presión del tiempo?
Ante esto, podemos hacer algo para disfrutar más de nuestra vida, considero que no hay barita mágica, somos nosotros quienes haciendo un acto de sentido común tenemos que simplificar nuestra vida, bajar el ritmo. Ya decía en el siglo diecinueve, Henry David Thoreau aconsejando a sus contemporáneos que redujeran la complejidad de sus tareas diarias. “¡simplificad, simplificad, simplificad!”. “Yo digo que hay que tener dos o tres cosas entre manos, no cien mil; en lugar de un millón, contar media docena.”
Los investigadores Susan y Clyde Hendrick subrayan la importancia de simplificar para tener una relación saludable:
“Si podemos ayudar a la gente a simplificarse la vida, reduciendo así su nivel de estrés, lo mas probable es que sus relaciones (incluido el amor y el sexo) se enriquezcan enormemente. Además, los aspectos positivos de sus vidas también se enriquecerán en consecuencia”.
Debemos proteger nuestro tiempo, aprender a decir “no” más veces, lo cual no es nada fácil. Significa priorizar, elegir actividades que queramos hacer de verdad, descartando otras.
Teresa Amabile publica un artículo “Creatividad a punto de pistola” donde disipa el mito que trabajar bajo presión produce mejores resultados: “cuando la creatividad se ve amenazada, suele acabar muerta. Aunque la presión de tiempo puede hacer que la gente trabaje más y sea más productiva, e incluso que se sienta más creativa, en realidad hace que piense menos creativamente. La presión del tiempo produce frustración, y cuando experimentamos frustración u otras emociones negativas, nuestro pensamiento se vuelve más limitado y estrecho, menos amplio y creativo. Descubrió que la gente no es consciente de este fenómeno y vive con la ilusión de que cuando experimenta la presión del tiempo es mas creativa. Esto explica porque es tan difícil liberarse de la presión, de la competitividad: la percepción de creatividad lleva a la perpetuación del estrés. Incluso habla de la “resaca de la presión”, donde los niveles altos de presión continúan varios días después.

Es posible que nos justifiquemos a nosotros mismos diciendo que, debido a las presiones temporales a las que decidimos someter nuestras propias vidas, necesitamos tomar las decisiones deprisa y dejar así el cerebro libre para meditar sobre las posibles soluciones siguientes, pero, en realidad, lo que posiblemente hagamos sea dar con la mejor solución en función de la poca cantidad de información disponible y del poco tiempo que nos hemos permitido. De modo que aquellos que sufran ansiedad temporal merece la pena que se pregunten:
¿Cuánto tiempo tengo realmente para tomar esta decisión?
¿Podré dejar de “darle vueltas” e intentar forzarme a mí mismo para encontrar una solución?
¿Puedo confiar en que hallaré una solución cuando haya dejado de pensar en ella conscientemente?

Richard Swenson habla sobre ese espacio que dejamos para el descanso, la relajación, el ocio, y alguna vez simplemente para la meditación.
Nos dice que entre vacaciones, días libres que nos corresponden y otros tiempos, tenemos suficiente tiempo para hacer algunas de las cosas que cita, pero las encuestas dicen que dormimos menos que antes.
Hay suficientes pruebas como para firmar que la mayoría de este tiempo extra lo pasamos delante del televisor, de una pantalla de ordenador o de nuestro móvil.
Así que tal vez el problema no sea tanto el tiempo como lo que hacemos con ese tiempo. ¿Están sufriendo las relaciones tradicionales y los lazos (familiares, comunitarios, etc), debido a la naturaleza fragmentada de nuestro tiempo libre?

Aprender a no hacer nada, a contemplar o quizá a meditar, pero sobre todo no tener que estar constantemente haciendo algo es una habilidad que requiere mucho tiempo. Pero, si logras aprenderla, te ayudará a restaurar el equilibrio y el orden en tu vida.
Así que la lección es que, en la medida de lo posible, no te sientas culpable por no hacer nada. Tus pensamientos podrán estar libres y llevarte adonde quieras. Sin embargo, lo más importante es olvidarse del tiempo.
“Sea cual sea la libertad que nos quiten, siempre hay algo que somos libres de elegir: nuestra actitud ante cada situación”.
“En la vida hay algo más importante que incrementar la velocidad.”
Gandhi

Relato de unas vacaciones
Entendí el valor de unas vacaciones hace un par de años cuando me fui con unos amigos a un pueblo. Estuvimos en casa de un matrimonio de avanzada edad que estaba encantado con su vida.
La pareja tenía una vieja casa con un precioso jardín, donde, lógicamente, pasaban la mayor parte del tiempo. Llevaban una vida sencilla, pero a nosotros nos pareció muy plena y ocupada, aunque no siempre hacían cosas. Daba la impresión de que sabían cuando bajar el ritmo.

No te sientas culpable por no hacer nada

No tenían televisor, tan solo una vieja radio en la que casi siempre sonaba música. Mis amigos y yo pasamos tres noches en su casa, tres noches que nunca olvidaré. Durante el día aprendimos diversas cosas sobre la naturaleza y disfrutábamos de las vistas y el aire fresco. Debía de ser pintoresco ver a un grupo de niños de ciudad en tan relajante entorno. Por las noches nos sentábamos fuera, en el jardín, y contemplábamos el cielo mientras compartíamos nuestros pensamientos y experiencias. No estábamos rodeados de lujo, ¡pero no recuerdo haber mirado el reloj ni una sola vez!
Quizá nuestros anfitriones no sufrían ansiedad y eran felices porque no esperaban grandes cosas de la vida, aparte de disfrutar de las cosas sencillas. Nosotros, naturalmente, habíamos vivido experiencias diferentes, y nuestras expectativas también eran distintas. Durante esos tres días de descanso recargué las pilas por completo. Desconecté del mundo entero y volví renovada y llena de energía. Al menos durante un tiempo supe no estresarme por cosas que, en realidad, no son importantes. El hecho de que aún recuerde aquellos días demuestra lo mucho que me marcó una experiencia tan sencilla.
“Para los que corremos para morirnos, dice mi amiga Emy, que es momento de parar y reflexionar. Ella cree que corremos para tener y tener, cuando lo que deberíamos hacer es parar para ser. Dice también que cuando mas tenemos es siendo y esto se consigue parando. Dejemos de correr para morirnos y paremos a vivir.”

Autor desconocido

 

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