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 DEPENDENCIA EMOCIONAL NO ES AMOR



Marzo 14, 2020, 06:09:37 am
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DEPENDENCIA EMOCIONAL NO ES AMOR
« en: Marzo 14, 2020, 06:09:37 am »
DEPENDENCIA EMOCIONAL NO ES AMOR
Sonia Castro

¿QUÉ ES LA DEPENDENCIA EMOCIONAL?

La dependencia emocional en psicología es la dependencia afectiva o sentimental que consiste en una serie de comportamientos adictivos que se dan en una relación interpersonal donde existe una asimetría en el rol que asume cada persona.
La necesidad de afecto básica que todo ser humano necesita se convertirá en dependencia emocional cuando las conductas que desplegamos para satisfacerla sean patológicas y desproporcionadas.
Las fortalezas y la autoestima actúan como un factor de protección frente a la dependencia emocional.
De esta forma, la persona dependiente muestra un patrón persistente de necesidades emocionales insatisfechas que se intentan cubrir de una forma desadaptativa con otras personas. Por tanto se trata de una necesidad afectiva extrema hacia la pareja sentimental; de forma similar que un drogadicto necesita su dosis sí o sí, la persona dependiente necesita a la persona de la que depende y es que en la dependencia emocional operan similares mecanismos de refuerzo positivo como en otras adicciones, que acaban generando dependencia psicológica casi incontrolable en el sujeto.
En algunas ocasiones, la dependencia emocional se apoya en los tópicos del amor romántico que dibujan un intercambio de afecto asimétrico y disfuncional donde se idealiza al otro miembro de la pareja y aparecen ideas de complementariedad.
Un ejemplo de esto es el mito de la media naranja: pensamos que somos seres incompletos hasta que aparece nuestra media naranja, la persona que rellena la parte que nos falta.
Hay autores como Rodríguez-Franco que han observado y relatado que el origen de la dependencia emocional se podría situar en las etapas del final de la adolescencia y del inicio de la juventud, período muy crítico en el que se vive el despertar de las relaciones de pareja. En estos momentos la entrega incondicional a la otra persona y la influencia de los mitos románticos incrementan la probabilidad de establecer una relación de dependencia en la pareja.

CAUSAS

Así pues tres de las causas más comunes y frecuentes que encontramos en la dependencia emocional son:

•   Baja autoestima. Este es el factor fundamental y el más habitual que observamos como causante en las personas dependientes. Este tipo de persona se desvaloriza sistemáticamente. Se muestran muy críticos consigo mismos y con su forma de ser, hasta el punto de sentirse inferiores y culpables, incluso, del menosprecio que puedan recibir por parte de sus parejas sentimentales. De esta manera aparece un sentimiento de inferioridad e inutilidad perjudicial para ellos y para la relación.
•   Miedo a la soledad. Las personas dependientes son personas que no saben, no quieren y no conciben vivir sol@s. Para ellos la soledad no tiene cabida y por eso necesitan estar acompañados en todo momento sin importarles la calidad de la compañía elegida y por consiguiente la calidad de la relación. La frase “mejor solos, que mal acompañados” no va con ellos. Empalman una relación sentimental con otra, sin pasar meses ni años sin pareja sentimental estable. Son los eternos emparejados. No saben lo que es estar solter@.
•   Estado de ánimo negativo. Es habitual encontrar comorbilidad de la dependencia emocional con cuadros de ansiedad y/o depresión.   


SÍNTOMAS

Estos síntomas nos han de poner en alerta y es que si los detectamos, nos están indicando una clara relación de dependencia emocional.

•   Angustia o miedo exagerado a la separación. ¿Te suenan estas frases? “si me deja, me muero”, “no puedo vivir sin él”, “ahora que es mío, ya no se me escapa”, “voy a hacer todo lo que sea posible para que no me deje”… La persona dependiente no se imagina que la relación pueda terminar, esa posibilidad ni se la plantea. El dependiente no consigue disfrutar ni ser feliz si no es a través de la otra persona y por ello busca el vínculo en sus planes constantemente.
•   Obsesión por alguien. Deseo e impulso irrefrenable por el  acceso constante a la persona de la que se depende, hay una necesidad y fijación excesiva por tener contacto continuo a través de llamadas, mensajes… En todo momento la persona dependiente ha de saber dónde está, con quién está y tener comunicación con su pareja. La persona dependiente muestra un amor desmedido, busca complacer continuamente a la pareja y muchas veces con regalos exagerados.
•   Idealización. La persona dependiente idealiza a su pareja de tal manera que no es capaz de ver nada negativo en él o en ella; se venera a la pareja como si de un Dios o de un ser superior se tratara. El dependiente asume que su pareja es el ser más maravillo que ha conocido jamás, es ideal porque es perfect@, no se equivoca nunca, no comete errores, no se imagina su vida sin él o sin ella y hará todo lo que esté a su alcance para mantener la relación. En este punto, la persona dependiente sobrevalorará las cualidades de su pareja e infravalorará las propias.
•   Dependencia económica y doméstica. Las personas dependientes suelen serlo también a otros niveles, como el económico o en las obligaciones domésticas.
•   Los hombres que presentan dependencia emocional la expresan de una forma larvada. Existe la necesidad afectiva pero es más frecuente expresarla de una forma más agresiva, de modo que se intentan satisfacer las propias necesidades de afecto pero al mismo tiempo puede aparecer un menosprecio hacia la pareja.
•   Por el contrario, las mujeres tienden al uso de técnicas de afrontamiento evitativo relacionadas con el autoengaño o la negación. Esto significa, que la búsqueda de afecto genera comportamientos de insinceridad y opacidad comunicativa, mixtificación y mecanismos de manipulación y reincidencia, entre otros, y que induce a un registro de la realidad distorsionado.
Desarrolla tu crecimiento personal con la que podrás encontrarte mejor contigo mism@ con nuestro curso de autoestima.
Además, existen diferencias de género en la expresión de esta problemática:

CONSECUENCIAS

Entre las múltiples consecuencias que pueden aparecer ante una relación de dependencia emocional destacamos estas:

•   Sentimientos negativos. Y es que la persona dependiente se siente mal y en la mayoría de las veces es totalmente consciente de que la relación no es satisfactoria, pero aun así es incapaz de salir del círculo, de romper el vínculo, de superar el momento, lo que le lleva a sentirse peor.
•   Ansia por recibir cariño. Aguantar, ceder y justificar a la pareja aun teniendo un comportamiento desagradable, a veces hasta violento, desconsiderado, poco afectivo… Todo vale.
•   Persistencia a la hora de vincularse. Búsqueda desesperada de nuevas relaciones, a veces como apoyo para salir de la pareja actual (ya hemos dicho antes que la persona dependiente emocional no soporta la soledad) o como nueva pareja.
•   Aumento en el desgaste de energía.
•   Posesividad. Muchas de las personas que son dependientes emocionales tienden a buscar parejas con un carácter dominante, posesivo, autoritarias, déspotas, soberbias y con un perfil psicológico que tiende hacia el egoísmo y el narcicismo. Y es que se sienten atraídos fuertemente por sujetos distantes, poco accesibles, difíciles, fríos y muy poco afectivos. “Sé que no me conviene, pero no lo puedo evitar”.
•   Preferencia por las relaciones asimétricas. Relaciones basadas en la sumisión y la subordinación. Las relaciones dependientes son relaciones desequilibradas donde la persona dependiente acepta el rol de persona sumisa y obediente. Así, es muy habitual observar que la persona dependiente crea y asuma firmemente y de forma natural que su pareja es superior. 
•   Ruptura con amigos y familiares. Enfrentamientos continuos con amigos y familiares. En este tipo de relaciones dependientes es frecuente que el entorno cercano empiece a aconsejar al dependiente de la situación psicológica en la que está inmers@ y de lo poco adecuado y beneficiosa que ven la relación. Lo habitual es que el dependiente emocional no haga caso de lo que le dicen e insista en defender su relación a toda costa, aquí es donde aparecen los enfrentamientos, llegando incluso a reclamar a sus cercanos un trato especial hacia la otra persona. Muchas veces, el dependiente quiere que todo su entorno reconozca que su pareja es superior y que le colmen de alabanzas y respetos, lo que al no ocurrir, hace que se mantenga el enfrentamiento y los conflictos.
•   Altruismo patológico. La persona dependiente empieza a abandonar sus responsabilidades y actividades sociales, laborales y de ocio. El objetivo y la prioridad de la persona dependiente es tener el tiempo necesario para complacer las necesidades del cónyuge, lo que lleva a restar tiempo al resto de actividades. La pareja es el centro del pensamiento de la persona dependiente, todo gira en torno a ella y se priorizará sobre cualquier otra cosa.
•   Déficit de habilidades sociales. Al centrarse tanto en su pareja e ir abandonando otras relaciones de amistad, la persona dependiente empieza a tener cierta dificultad para relacionarse con otras personas, sus habilidades sociales se ven mermadas.

UN EJEMPLO REAL

Cuando nos encontramos ante una relación de dependencia emocional lo más importante y el tratamiento a seguir es iniciar rápidamente una terapia psicológica a fin de conseguir identificar la situación, reconocerla y desvincularse emocionalmente de la pareja.
Y tal como ocurre con otras adicciones, el primer paso es que el afectado sea capaz de reconocer que tiene un problema y decida buscar la manera de solucionarlo. Este punto es muy difícil ya que la persona dependiente logrará encontrar múltiples excusas y justificaciones para su conducta: “vosotros no lo/la conocéis bien”, “si en el fondo nos queremos mucho y no podemos vivir el uno sin el otro”, “nadie es perfecto”, “la culpa también es mía”… No hay excusas que valgan y una vez que la persona es consciente de lo que quiere conseguir, el terapeuta le acompañará hasta lograrlo.
A continuación os dejamos un ejemplo de posible caso real para terminar de entender el concepto de dependencia emocional:
María siempre había sido una niña tímida, introvertida y con la autoestima algo baja. No se sentía muy agraciada físicamente hablando y su forma de ser tan sensible, callada y dulce no hizo que tuviera muchos amigos en el colegio, ni fuera la más popular.
Empezó a sentir interés por los chicos a los 14 años de edad, ella siempre había fantaseado con encontrar a su príncipe azul, la idea de encontrar y vivir el amor romántico como en las películas que veía y en las novelas que leía era uno de sus objetivos fundamentales y es que María creía en el amor “verdadero”, en el amor para toda la vida.
Recién cumplidos los 20 años y mientras estudiaba la carrera de farmacia María conoció y se sintió profundamente atraída por Luis, Luis era un hombre más mayor que ella, un abogado amigo de su familia, un hombre que en ese momento le producía admiración, seguridad, poder y una fascinación hasta ahora jamás experimentada por ella. Se enamoró profundamente de él.
Ella pensaba que el destino les había unido, que era una  especie de regalo de Dios y por ello decidió entregarle su vida. Así empezaron una relación sentimental que duró 13 años.
Durante ese tiempo, ella reconoce que fue manipulada, que dejó de ser ella misma para ser un clon de su pareja o de lo que ella consideraba que su pareja quería, dejó de salir con sus amigos de manera habitual, ni siquiera acudía a las citas puntuales de sus grupos de amigos como cumpleaños, cenas de navidad, bodas… no acabó la carrera que estaba estudiando ya que empezó a trabajar con él y para él, cambió su estilo de vestir, dejó de escuchar la música que antes oía, empezó a comer diferente, su ocio cambió… ella adoptó una posición sumisa en la relación con el único objetivo de mantenerla ya que imaginarse la vida sin él era la desgracia más horrible del mundo.
Así María se fue alejando de su familia y de sus amigos íntimos y es que sus padres, sus hermanos y amigos no entendían el cambio tan radical en ella y tras intentar hacérselo ver, ella no cedía e incluso se sentía incomprendida y abandonada por los suyos. “¿No queréis que sea feliz?”, “¿es qué no os alegráis por mí?”, “¿acaso será que os da envidia?”...
Finalmente María y Luis se casaron y antes y después de la boda María fue consciente de varias infidelidades y comportamientos irrespetuosos que ella aceptó. María no decidía prácticamente nada en la pareja, viajaban donde él quería, cenaban en los sitios que él elegía, veían las películas que él decidía… Hasta la decisión de no tener hijos (algo que ella siempre había querido) la asumió sin quejarse, ni atreverse a proponer lo contrario.
De esta forma, María se convirtió en una mujer sumisa y triste, lo que le llevaba a sentirse culpable y avergonzada; pero el miedo a la soledad y a pensar que nadie la podría querer, hacían que no fuera capaz de romper la relación.
Después de aguantar muchos desprecios y ceder en situaciones importantes de su día a día, se dio cuenta que no era feliz y que no llevaba la vida que quería llevar. Vislumbraba una luz al final del túnel, así que tomó la dura decisión de dejar a Luis. Los meses siguientes fueron un infierno, estuvo sumida en el llanto, el dolor, su cuerpo temblaba, adelgazó mucho… pero finalmente se encontró con ella misma, pudiendo empezar de cero, aprendiendo del pasado.


 

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