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 12 – EL SENTIDO DE LA VIDA



Mayo 25, 2020, 06:09:26 am
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12 – EL SENTIDO DE LA VIDA
« en: Mayo 25, 2020, 06:09:26 am »
CAPÍTULO  12 – EL SENTIDO DE LA VIDA

Este es el capítulo 12 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL.


“Tal vez la propia vida no tenga sentido por sí misma
y es cada uno, con su Libre Albedrío, quien tenga que dárselo”.

“¿Y si el sentido de la vida fuera poner la atención
 y las emociones en el disfrute de la Creación de Dios?
¿Y si simplemente fuera ser espectadores de lo Divino?”

“Cuando el hombre ignora sus fuerzas espirituales,
sale de Sí buscando el sentido de la vida en la seguridad,
 en los estímulos secundarios y en la satisfacción de los impulsos.
 El ejercicio del silencio le permite reencontrarse”.
 (Dürckheim)

   “El esfuerzo por encontrar significado en la propia vida es la principal fuerza motivadora de los seres humanos. Sin significado, sentimos que no tenemos por qué vivir, nada que esperar,
 ninguna razón para esforzarnos por nada.
El significado nos da la dirección en la vida”.
 
“Hay quien cree que el cosmos entero tiene significado,
y que nuestra labor consiste en descubrirlo;
que Dios tiene un plan y nosotros formamos parte de él.
 Otros creen que no hay un significado o diseño general último,
 y que sin embargo es necesario que nos inventemos
 algún significado en la vida para poder sobrevivir”.
 (Frankl)

   “Quien tiene por qué vivir, puede soportar casi cualquier cómo”. (Nietzsche)

“La ausencia de significado en la vida desempeña un papel decisivo
en las causas de la neurosis. Una neurosis debe ser entendida,
 en última instancia, como el sufrimiento de un alma
 que no ha descubierto su significado”.
 (Jung)

“El sentido de la existencia humana es ser testimonio
 de lo divino en este mundo”.
 (Dürckheim)



La palabra “sentido” tiene muchos significados, pero aquí nos limitaremos a “dirección, razón de ser, finalidad”.

Cuando alguien habla del sentido de la vida sin duda está especulando desde un punto teórico, porque cuando se habla de la vida generalmente se habla como de algo externo y ajeno; algo que está ahí pero parece como que no nos concierne directamente: es como si estuviésemos comentando lo que nos ha parecido una película que hemos visto.
La forma correcta de encarar esta importantísima y trascendente cuestión es concretizar y ceñirse al sentido de “mi vida”. Cuál es el sentido de MI VIDA.
Sólo es útil, productivo, clarificador, o enriquecedor, cuando me lo aplico A MÍ y lo concretizo CONMIGO.
Cada vida es distinta y tiene un sentido distinto.
Se trata de buscar el propio, el que satisfaga a nuestro Uno Mismo personal; el que deje paz y confianza en el alma.


LA RAZÓN DE TU PROPIA EXISTENCIA SOLAMENTE LA ENCONTRARÁS EN TU INTERIOR.

“No estoy aquí para conmover ni para satisfacer al resto del mundo ni para cumplir sus expectativas. Estoy aquí para vivir mi vida en las condiciones que me hagan feliz”.
Este es un buen punto de partida.
Suena tal vez un poco egoísta, pero no lo es.

Recuerda: ahora mismo lo que buscas es el sentido de TU vida.

Y esto es lo más importante: nada de una inútil humildad disfrazada de una falsa modestia. Nada de seguir aplazando Tu vida y dando prioridad a otras cosas. Ahora mismo nada es más importante que tú y nada requiere más tu atención porque nadie puede hacerlo por ti.

¿Por qué no te pones ya a buscar, de verdad, el sentido de tu vida?


REFLEXIÓN COMPARTIDA

¿Cuál es el sentido de mi vida?
Cada persona que quiera responder a esta pregunta habrá de hacerlo en nombre propio y dirigiéndola a su propia conciencia. No ha de servirle una respuesta ajena, aunque suene muy bien, salvo que la use provisionalmente y como punto de partida hacia el encuentro de la que sea exclusivamente suya. Nadie ha de conformarse con una que satisfaga a su mente pero no a su Ser. Nadie ha de rendirse, nunca, hasta haberla hallado. Y el día que la encuentre no ha de conformarse con guardarla, sino que tendrá que dejarla en libertad para que pueda seguir creciendo y buscando más matices, para que algún día pueda llegar hasta su motivo más recóndito y último, hasta su máxima y más clara expresión, y así uno pueda emprender el viaje de regreso con la satisfacción del deber cumplido y el proyecto realizado.


DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL

Mientras estamos encarnados, uno de los grandes desórdenes –y tal vez el que crea más conflictos y dudas- es no saber hacia dónde vamos y saber si llegaremos o no.
El sentido de la propia vida se va descubriendo cuando en vez de sabotear nuestro crecimiento aceptamos las experiencias que la vida nos quiere ofrecer y atendemos a las demandas de nuestra necesidad interior de completamiento.
Creo que todos escuchamos de vez en cuando una voz interior que nos insinúa sin palabras -sólo como una vaga inquietud, como un leve desasosiego que no termina de concretarse- algo que viene a decirnos que en la vida tiene que haber algo más que nacer, vivir y morir.
Tiene que haber algo más, pero ¿qué es?, ¿por qué no es todo más fácil y más concreto?, ¿por qué parece que cada pregunta que nos hacemos en vez de encontrar una respuesta lo que encuentra son muchas más preguntas?, ¿no podría ser todo más claro?, ¿no podría haber un Servicio de Atención al Desorientado en un Departamento Espiritual que aclarase las dudas y respondiese a las inquietudes?
La experiencia dice que es una sensación que puede acompañarnos durante el resto de la vida y esto, que suena a maldición o pesada carga, tiene otra lectura, mucho más atinada, que es la vocación de mantenernos en continuo crecimiento.
Richard Bach dice: “He aquí una prueba para verificar si tu misión en la Tierra ha concluido: si estás vivo, no ha concluido”.
El hecho de que sigamos en vigilia espiritual constante es una bendición.
El hecho de que cada época de nuestra vida nos siga exigiendo una respuesta de ese momento para ese momento es una incomprendida maravilla. No tiene el mismo sentido la vida a los tres años que a los ochenta, ni a los cincuenta es el mismo que a los veinte.
Busca el sentido de TU vida.


VISTO DE OTRO MODO

¿Cuál es el sentido o el motivo de mi vida?
Si mi vida se ha formado y tiene existencia pero no hay una buena razón tras ello, quedará un pobre motivo para justificar su creación. ¿Sólo nacer, vivir y morir?, ¿para qué?, ¿y por qué?, ¿qué o quién me hace nacer y con qué motivo?, ¿qué o quién me utiliza y con qué fin?, ¿por qué voy a estar en este mundo, con este cuerpo, con estas dudas?
Si no encuentro una respuesta auténtica -sencilla pero grandiosa- con la suficiente fuerza como para que sostenga sobre ella todas las dudas que le pueda echar encima, me sentiré utilizado, frustrado, falto de la libertad que se me supone. Me sentiré insignificante, marioneta, capricho de un Creador juguetón e irresponsable que se divierte haciéndome creer que soy alguien y que vivo, cuando en realidad soy el grano de arena más enterrado del desierto. Debo seguir incansable con la pregunta hasta que halle el verdadero motivo, hasta que tome contacto con esa parte de Mí que sabe todas las respuestas y conoce todos los porqués. Dentro de mí hay -y estoy absolutamente seguro- alguien que es más YO que yo mismo, como dicen que decía San Agustín; alguien que SÍ sabe, alguien que dirige el destino con mano firme, alguien con seguridad, consciente hasta el infinito, sabio entre los sabios. Alguien que ya conoce el Camino.
Por eso, si no encuentro en este momento las palabras que definan el sentido y el motivo de mi vida, sí que tengo que tener un sentimiento muy seguro, no inventado, de que el motivo es sublime, o por lo menos lo suficientemente profundo como para que sea válido el esfuerzo y el penar que me produce no conocerlo ahora. O no recordarlo.
De todos modos, voy a probar de otra forma. ¿Cuál es la razón de ser de mi vida? y vuelvo a lo de antes… ¿nacer, vivir y morir?, ¿solamente?, ¿nada más?... no puede ser.
Aquí hay una gran Creación que no puede ser un sinsentido. El Universo, la rotación de la Tierra y el agua del mar que no se cae, el nacimiento de una persona a partir de un microscópico espermatozoide, las aves que consiguen desplazarse por el aire, la alimentación que se convierte en energía, los árboles, la lluvia, el cielo, la noche y el día…
Hay demasiado esfuerzo y demasiada sabiduría en todo esto como para que luego sea sólo nacer, vivir de cualquier modo, y morir… ¿o acaso es muy pretencioso creer que hay algo más?... ¿somos solamente hormigas de dos piernas?... ¿terminamos donde acaban las preguntas?... ¿cuál es la razón de mi vida?


OTRAS REFLEXIONES

Quizás deba hacer un breve resumen de mi vida.
Nací hace muchos años. No recuerdo los primeros (me pregunto ahora dónde estaban entonces mi capacidad de recordar y mi mente). Fui al colegio, me enseñaron cosas útiles para manejarme con el mundo pero no me enseñaron a amar ni a comunicarme con el corazón; conocí amigos, luego chicas, me reía, probaba experiencias, me hice más mayor y conocí una situación a la que llamé –equivocadamente- amor; después el servicio militar y al terminar retomé los planes de futuro, sin saber lo que era el futuro, ni cuánto de largo, y me comprometí en una iglesia para el resto de la vida, sin saber lo que era “el resto de la vida”.
En medio, más cosas, por supuesto. Hijos, suegros, visitas, veranos, pagar la hipoteca del piso, mucho trabajo, noches difíciles, desatinos, silencios, arrugas, años perdidos, y un día, sin saber cómo, se presenta de golpe, con toda su crueldad y su crudeza, una sensación que insinúa que no es sólo esto lo que quiero y que aquí falta algo, que se va gastando el tiempo y aún no sé por qué vivo, que se me escapan detalles muy gordos, que no estoy tranquilo, y entonces pronuncio una de las grandes preguntas… ¿cuál es el sentido de mi vida?
Espero sonriente una aclaración, pero se va pasando el tiempo y la sonrisa se convierte en mueca. Acabo de darme cuenta de que nunca debería haberme hecho la pregunta. Me voy dando cuenta de que se han instalado en mí unas inquietudes y unas dudas que parirán -como conejas incansables- miles de dudas más. Me llevo, inconscientemente las manos a la cabeza. Me pesa la vida como no la había hecho antes. Me pregunto para qué me habré metido a buscar esto de la trascendencia o la espiritualidad o lo que sea, y no sé lo que quiero decir cuando digo “esto”.
Antes, antes de la pregunta me refiero, cuando vivía en la ignorancia de la metafísica y la Existencia con mayúsculas, cuando mis grandes preocupaciones eran el sueldo que no me llega para todo y dónde iremos las próximas vacaciones si podemos, parecía todo más sencillo y era más tranquilo.
Ahora, después de la pregunta me refiero, no sé ni lo que pienso. Sé que quiero encontrar algo más y, en el fondo, me alegro de no conformarme con lo que les sirve a otros y creo que no me importa el precio emocional que voy a tener que pagar, porque sé que cuando encuentre lo que busco, tendré una vivencia más amplia y llena de sentido. Del sentido de la vida.
Y, en último lugar, reviso la otra posibilidad de la pregunta: ¿cuál es la finalidad de mi vida?
Una de ellas, y no es humor negro, es morir.
Esto es fácil. Está al alcance de cualquiera y no hay que hacer esfuerzos. Demasiado sencillo. Demasiado intranscendente porque no hay otra posibilidad ni otra elección. Es, simplemente, esperar a llegar con el tiempo. Tiene que ser otra la finalidad de mi vida.
Por ejemplo… la realización del Ser que soy en esencia y en potencia. Hacerlo realidad y manifestarlo. Ser Yo Mismo. Y yo, ahora, apuesto por esta.
Cualquier otra finalidad se puede desmontar hasta dejarla en la mentira que la sustenta; cualquier otra será una temporalidad y no una finalidad; cualquier otra no ha de perdurar si no sobrepasa lo material y lo vacío.


RESUMIENDO

No hay una respuesta universal para la gran pregunta. Es otra de esas cuestiones personales e intransferibles que no te deja más remedio que resolver tú solito. Hay exactamente tantas respuestas como personas. Lo que te garantizo es que tienes que averiguarlo porque si no lo haces llegarás al Tiempo de los Arrepentimientos, te encontrarás con la sensación de que has desperdiciado de algún modo tu vida porque verás que la has llenado de vacíos. Te harás un Juicio Final antes de que llegue el fin de tus días, y encontrarás que el resumen no te parece satisfactorio. “Dios mío, ¿qué hice con mi vida?”, te preguntarás. Tendrás entonces la pesada carga de ver que ya no hay marcha atrás, que es irremediable, y te pasarás el poco resto de vida que te quede en la desazón y el arrepentimiento continuo.

BUSCA UN SENTIDO A TU VIDA QUE TE PERMITA SENTIRTE ORGULLOSO DE ELLA Y DE TI MISMO. TU SENTIDO DE TU VIDA.

Esa es tu tarea. Sin duda.


(Si quieres un poco más de información, lee cuando se publique el capítulo titulado EL PLAN DE VIDA).

Francisco de Sales

   






 

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