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 29 – TÚ – YO



Junio 11, 2020, 05:16:55 am
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29 – TÚ – YO
« en: Junio 11, 2020, 05:16:55 am »
CAPÍTULO  29 – TÚ – YO

Este es el capítulo 29 de un total de 82 -que se irán publicando- en los que se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL.


“Nosotros – Vosotros: hay una sola y pequeña diferencia,
pero solo está al principio.
 Al eliminarla, en el resto, en lo demás, todos somos lo mismo.

“No seas duro en juzgar a las personas.  Piensa que todos somos más víctimas de una educación, de una ideología o de un carácter,
 que responsables de una mala voluntad”.
  (Francisco García Salve)

“Una persona sólo tienen derecho a mirar a otra hacia abajo
 cuando ha de ayudarle a levantarse”.
 (Anónimo)

“Antes de juzgar al prójimo, pongámosle a él en nuestro lugar y a nosotros en el suyo, y a buen seguro que será nuestro juicio recto y caritativo“.
(San Francisco de Sales)

“Buscando el bien de nuestros semejantes, encontramos el nuestro.”
(Platón)

“Comienza a manifestarse la madurez cuando sentimos que nuestra preocupación es mayor por los demás que por nosotros.”
(Albert Einstein)

“El don más grande que podemos hacer a otros no es compartir con ellos
nuestra riqueza, sino hacerles descubrir la propia.”
(Benjamín Disraeli)

“El mejor regalo que podemos darle a otra persona
es nuestra atención íntegra.”
(Dr. Richard Moss)

“La obra humana más bella es la de ser útil al prójimo”.
(Sófocles)

“La Providencia ayuda a los que ayudan al prójimo.”
(Rudyard Kipling)

“Lo que a ti mismo te contraría no lo hagas a tu prójimo;
 he aquí toda la Ley. El resto no son sino comentarios.”
(Talmud, Libro santo de los judíos)

“Me busqué a mí mismo, y no me encontré. Busqué a Dios,
y se me escondió. Busqué a mi prójimo y encontré a los tres.”
(Anónimo)

“No debemos permitir que alguien se aleje de nuestra presencia
sin sentirse mejor y más feliz.”
(Beata Madre Teresa de Calcuta)

“Proveer para otros es una responsabilidad fundamental
 de la vida humana.”
(Woodrow Wilson)

“No basta compartir las ideas con el prójimo; se ha de compartir la vida.”
(Rabindranath Tagore)

“Vamos a salirnos de nuestros contextos y presuposiciones, y vamos a ver las cosas con otra mente. Otra gente tiene otras metas, otras ambiciones, otras ilusiones, otras desilusiones. Salgamos de nuestra mente un momento y veamos la realidad en vez de ver nuestra opinión”.



(PRÓJIMO: el más cercano o muy cercano. Comparte raíz con próximo)

Nadie más cercano a ti que tú mismo.
El prójimo también eres tú, porque te conviertes en prójimo cuando los otros hablan de ti.
Los demás –te lo garantizo- tampoco son perfectos, ni absolutamente felices, ni están en paz del todo, tienen miedos, complejos e inseguridades y son vulnerables… son humanos, como tú.
Lo que te puede separar de ellos es que pretendas que actúen el mismo modo que tú, o quieras que sean  y se muestren a tu imagen y semejanza, o que te dediques a juzgarles sin antes ponerte en su lugar y su situación.
Es más acertado hacer caso a una frase que dice, más o menos “trata a tu prójimo como te gusta que traten a ti”.


MIS PENSAMIENTOS

Las relaciones personales, sobre todo con las personas que nos importan, se han de basar en la libertad y en la confianza.
No somos importantes tú ni yo, pero sí lo es la relación que nos une y es imprescindible que esté libre de cualquier tipo de exigencia.
Nunca tendré intención de ofenderte, ni me ofenderás.
No tengo intención de impresionarte, porque deseo ser sencillamente yo: lo que soy, como soy, y deseo que me aceptes así.
No hay entre nosotros promesas ni contratos.
No nos necesitamos para ser felices, puesto que sabemos serlo independientemente.
No te ataré ni me atarás.
No te exijo ni me exiges.
La libertad y el respeto son nuestro lema.
Deseo armonía y bienestar, y que la mutua compañía nos engrandezca a ambos.
Yo siempre estaré a tu lado, jamás contra ti.


REFLEXIONES

Al principio, representaba a “Dios, el prójimo y yo” en un triángulo. Dios en el vértice superior, por supuesto, así me enseñaron. El prójimo y yo ocupábamos ambas esquinas de la base. Ponía un Dios distante y vigilante, atento a mis errores para castigarme, y ponía al prójimo alejado de mí.
Después pasó a ser gráficamente un círculo situado horizontalmente, donde cualquiera de los tres podíamos estar en igualdad de condiciones. El Dios que antes me parecía tan lejano y tan separado de mí, ahora quedaba a mi mismo nivel, y hasta me parecía que el prójimo es Dios y viceversa.
Observé con más atención y vi que no era acertada la representación en círculo, porque si bien cuando se representaba sobre una superficie horizontal no había problema, en el momento que el círculo se situaba vertical, había alguien que quedaba por encima.
¿Será la línea recta la representación adecuada?, me pregunté. Ahora sí, todos a la misma altura, libres para ir de uno a otro lado, con capacidad de estar en una esquina separado cuando uno quiera, pero muy fácil para reunirse cuando se desee. Me duró poco la ilusión. Justo hasta que me di cuenta que la línea podía ponerse vertical y volvía al problema anterior, y que no era bueno que cualquiera de los tres estuviera separado del resto.
Otro día, descubrí la respuesta correcta. “Dios, el prójimo y yo” estamos en un punto. Dentro de un punto. Indisolubles, inseparables, unidos por el amor que nos recuerda que somos la misma esencia, la misma materia, y que los tres hemos sido creados para estar unidos.


REFLEXIONES

Ahora no me cuesta trabajo bajarme del pedestal al que yo mismo me subí y no para ser más alto que los demás, sino por miedo al suelo, por temor a lo poquito que era, o para no ser pisado por los gigantes que me rodeaban.
Ahora puedo, con mi sonrisa franca y constante, hablar al prójimo en su idioma; comparto sin vergüenza las dudas que me habitan y cada uno de mis pasos son de todos y gracias a todos.
Tú y yo, somos lo mismo aunque con una presentación diferente.


ATENCIÓN

¿Cómo son realmente los demás?
¿Su realidad tiene algo que ver con la que les he adjudicado?
Estoy acostumbrado a ver a los demás como si realmente fueran la idea que tengo de ellos.
Yo me he creado una imagen de los que conozco, pero, ¿son ellos mismos realmente o son la imagen que yo he imaginado de ellos?
Tengo recuerdos, detalles, suposiciones, anécdotas, apariencias, pistas posiblemente equivocadas, un poco de idealización o demonización, algo que sólo es producto de mi imaginación, también algo de verdad, pero… ¿les conozco en todos sus momentos?
He construido unos cuantos Frankestein con los retazos que he ido recogiendo de momentos suyos, no de su totalidad. Y, como además tengo prejuicios, les trato como si ellos fueran lo que creen mis prejuicios.
Les fijo a una idea y luego me cuesta mucho despegarles, porque me es más cómodo creer que son como yo creo que son o como a mí me interesa, y no me preocupo de terminar de conocerles de verdad.

Muchas veces digo de alguien: “qué raro está”. 
Me parece raro, y no porque esté siendo él mismo en otra faceta de él mismo, sino porque no coincide con la idea que me he hecho de él. Le estanco la idea y ni la actualizo ni la dejo crecer.
En mi mente y en mi trato no le dejo ser él mismo.


ATENCIÓN

No adelantes acontecimientos y quieras darles preponderancia: tu propia búsqueda te llevará irremediablemente al prójimo. El encuentro contigo será el preámbulo del encuentro con ellos. Si tu búsqueda es sincera y no egóica, el prójimo también aparecerá en tus planes.


TEN ESTO EN CUENTA

Si uno está bien, no tiene sometimiento ni dependencia hacia los demás. Esa autosuficiencia, esa independencia emocional, es muy gratificante. Por eso también es necesaria. Por uno mismo –para no estar engañado- y por los otros –que podrán ser ellos mismos en nuestra mente-.


DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL

El prójimo somos nosotros mismos cuando nos vemos fuera.
Los demás y nosotros estamos indisolublemente unidos por la fuerza que da tener la misma raíz, el mismo origen, la misma esencia.
Es más lo que nos une que lo que nos separa.
Tenemos en común la Búsqueda, el deseo de hacernos realidad, la creencia en algo Superior… y estamos en el mismo planeta en la misma época.
Somos hijos del mismo Dios.
Somos hermanos.
¿Nos vemos y tratamos como hermanos?


CUENTECITO

“Se encontraba una familia de cinco personas pasando el día en la playa. Los niños estaban haciendo castillos de arena junto al agua cuando, a lo lejos, apareció una anciana, con sus canosos cabellos al viento y sus vestidos sucios y harapientos, que decía algo entre dientes mientras recogía cosas del suelo y las introducía en una bolsa.
Los padres llamaron junto a sí a los niños y les dijeron que no se acercaran a la anciana. Cuando ésta pasó junto a ellos, inclinándose una y otra vez para recoger cosas del suelo, dirigió una sonrisa a la familia. Pero no le devolvieron el saludo.
Semanas más tarde supieron que la anciana llevaba toda su vida limpiando la playa de cristales para que los niños no se hirieran los pies”.
(Del libro “La oración de la rana”, de Tony de Mello)

No hay que precipitarse en los juicios cuando opinamos sobre los otros.


RESUMIENDO

Los prejuicios pueden conducir directamente al error.
Antes de suponer es mejor conocer o es mejor preguntar.
Las relaciones se han de cimentar en una apertura preparada para el acogimiento sin condiciones.

Conviene ver al otro como si fuera nuestro propio reflejo en un espejo. El otro soy yo.

De algún modo necesitamos a otro para sentirnos reconocidos como personas, para dar y recibir lo que en nuestra naturaleza nos empuja a compartir, para que nos hagan ver nuestra valía y nos llenen un poco nuestras reservas de amor y autoestima.
Necesitamos a otro para poder abrazar, para tener un diálogo, para aprender, para comunicarnos, para que nos acompañe, para que nos ayude, para poder sentirnos realizados plenamente en todos los aspectos.
Las buenas relaciones hay que promoverlas y promocionarlas, hay que mantenerlas y valorarlas, hay que cuidarlas y hacerlas crecer.
Tal vez en la solitaria unicidad no esté la completitud del ser humano.
Tal vez, quién lo sabe, nos hemos desgajado de un gran unidad y las relaciones sirvan para recomponerla.

No estamos solos en el mundo y no somos exclusivamente individualidades, sino que formamos parte del conjunto denominado Humanidad.
Como tal debiéramos ir por la vida, pero no sé cuándo se perdió ese concepto y nunca más se ha intentado recuperar.
Amamos a una serie de personas que denominamos familia porque hemos tenido más tiempo de relacionarnos con ellos y eso ha provocado el amor. Tenemos una serie de amigos que también nos resultan queridos porque hemos dedicado un tiempo a tratarles y descubrirles. Si dedicáramos un tiempo a ir conociendo a más personas, a cada una que nos brinde la oportunidad, ampliaríamos el foco amoroso que somos y gozaríamos de poder dar y recibir más amor.


Francisco de Sales




 

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