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 CAPÍTULO 43 - CONVERTIR EL SEXO EN UNA RUTINA



Octubre 03, 2020, 05:35:26 am
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Desconectado Francisco de Sales

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CAPÍTULO 43 - CONVERTIR EL SEXO EN UNA RUTINA
« en: Octubre 03, 2020, 05:35:26 am »
CAPÍTULO 43 - CONVERTIR EL SEXO EN UNA RUTINA
- LO QUE NO ES APROPIADO -

Este es el capítulo 43 de un total de 200 –que se irán publicando-  que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER.


Es innegable la significación de la sexualidad en los primeros años de relación. Con el tiempo van desapareciendo las calenturas urgentes, los instintos ya no son tan apremiantes y, poco a poco, se van espaciando las relaciones sexuales y el deseo de mantenerlas. La libido se va a apaciguando.

Mientras el deseo esté en activo, es un asunto que requiere atención y conviene dedicársela. Porque no sólo aporta una satisfacción placentera muy agradable –y casi imprescindible- sino que fortalece la unión en la relación, ya que no se puede dar más intimidad física que la que proporciona la desnudez de los cuerpos, la entrega personal total, los “secretos” que se exponen durante el sexo –ciertos gustos particulares, incluso algunos que puedan parecer poco aceptables socialmente y que no gustaría que los conocieran otras personas-, cierta privacidad que no se comparte con nadie más, las confidencias que se comunican…

Por eso es un asunto de una destacada importancia que hay que otorgársela. No es asunto de dejarlo para cuando ya ambos están hartos de ver la tele y uno de ellos se ha quedado medio dormido, ni de hacerlo deprisa porque hay tareas que hacer urgentemente.

Conviene dedicarle momentos en que ambos se encuentren físicamente en forma, en que no haya que terminar deprisa, que no se haga por compromiso y se transmita esa desgana, que no se pongan objeciones que valen menos que lo que va a suceder: “acabemos pronto que tengo que planchar”, “rápido, que estoy cansado”, o razones/excusas similares.

Tampoco es del todo acertado poner como norma un día y una hora y tener que cumplir como si fuera un trámite obligatorio porque han llegado el día y la hora. Lo adecuado sería estar ambos predispuestos a provocar esos momentos y a participar en ellos. Hay un refrán que dice: “comer y rascar todo es empezar”, que se puede aplicar a este asunto también.

Además del dato cierto de que los años lo van relegando a otro lugar menos preponderante. Tal vez el hecho de haber ido convirtiendo los encuentros en rutinarios –porque ya han pasado muchos días desde la última vez y eso crea una especie de obligación-, y como tal vez los cuerpos ya no resulten tan atractivos y apetecibles como antes –esas varices, la grasa acumulada en el abdomen, los muslos rellenos, los pechos que siguen su tendencia natural a caerse, etc.-, la realidad es que el sexo, en general, pierde gran parte del atractivo inicial y la actividad se va espaciando.

Cuando no se muestra interés, porque no se siente interés, es posible que el otro no lo proponga más a menudo porque se da cuenta de que se le dice que sí por compromiso y no por ganas; si ella, o él, acuden al encuentro sexual con una notable desgana –“acaba pronto y no me despeines…”, “algo rápido que empieza el fútbol televisado en unos minutos y no me lo quiero perder…”- eso ayudará a enfriarlo aún más.

Es cierto que no se le puede obligar al interés sexual a que se manifieste cuando no existe. No creo que fingir deseo sea lo más adecuado. No sé si obligarse a hacerlo poniendo buena cara y aparentando atracción es lo correcto. Lo generoso sería hacerlo, por el bien del que lo propone, pero hay que valorar que eso no sea un coste emocional contraproducente.

Lo que sí es cierto es que es un asunto en el que ambos tienen que ponerse de acuerdo para encontrar una fórmula que deje más o menos conformes a ambos, y que no es adecuado dar una norma general para todas las relaciones porque cada persona y cada relación es distinta, y lo que a unos puede parecerles justo para otros sería escaso o excesivo. Lo ideal, lógicamente, sería que la pasión no se apagara y que el deseo siguiera vivo. Por encima de la penetración está el amor y las caricias que pueden compartir.

En cualquier caso, una vez llegado al acuerdo –y dejando espacio para que la espontaneidad se manifieste en el momento que le apetezca-, sí sería de agradecer, por y para ambos, que se participe de un modo pleno intentando que sea satisfactorio, y no como una condena, y que no se sienta como una violación a la que uno de los dos tiene que dar su desganado consentimiento.

No deberían olvidar ninguno de los ellos que, sobre todo para la mujer, es muy agradable y muy excitante ir manifestándole el interés antes de que llegue el momento, halagándola sinceramente, diciéndole alguna de esas picardías que sabe que le gustarán, ambientar el tiempo previo con músicas de su agrado, alguna bebida que le satisfaga –sin necesidad de llegar a la borrachera-, un regalo, un detallito amoroso, unas caricias picantes, algo insinuante… Eso es algo que cada uno tiene que planear y preparar.

SUGERENCIAS PARA ESTE CASO

- Darle al sexo la importancia que tiene y apreciarlo realmente.
- Valorar que más allá del placer que produce, está la comunión que se da entre dos personas que se entregan durante la relación sexual.
- Dedicar al sexo un tiempo de calidad.
- Provocar previamente el deseo en la otra persona.
- Es mejor que el objetivo del sexo no sea sólo la penetración y sí todo lo de entrega y unión que conlleva.


Francisco de Sales




 

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