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 LA RELIGIÓN



Diciembre 18, 2010, 10:47:07 pm
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Desconectado Francisco de Sales

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LA RELIGIÓN
« en: Diciembre 18, 2010, 10:47:07 pm »
La religión es lo que el hombre dice de Dios.


Las religiones no son más que la humanización de la espiritualidad.


Desde niño fui aprendiendo que la religión no es más que un método
 con el título "prohibido pensar" en el que todo ya está escrito.
(Ricardo Arjona)

¿Quién dijo que la religión está en la iglesia?
La religión huye de la iglesia y sale a la calle para estar con los religiosos.
Porque los religiosos no son sólo los sacerdotes,
 sino todos aquellos que ejercen su religión.
La religión debe desarrollarse en la vida, no en la iglesia.


“El problema no radica en la religión, sino en la mente humana.
 Los practicantes sinceros de cualquier religión , muestran cualidades humanas esenciales: simplicidad, constancia, compasión y contento.”
(Dalai Lama)

“Cuando el psiquiatra Rollo May le preguntó al Dalai Lama si el Cristianismo y el Budismo se amalgamarían, respondió: “No. Aprenderán una de la otra.”
(Anónimo)

“Buda, más que budistas, quería Budas;
Cristo, más que cristianos, quería Cristos”.
(Anónimo)






Sin duda, la religión debiera ser otra cosa distinta de esto en lo que ha terminado por ser para la inmensa mayoría de las personas: unas normas indiscutibles que marcan desde el Vaticano, o desde los centros religiosos, todos los dogmas, y los textos que denominan sagrados; ir a la iglesia los domingos con mejor o peor cara, por amor o temor, por si acaso uno se gana el infierno por no ir; leer la Biblia y creérselo todo; no poder cuestionar asuntos relacionados con la espiritualidad, con el sentimiento interior de o hacia Dios porque aún quedan reminiscencias inconscientes de ese Temor de Dios del que nos hablaron los curas, de aquellas amenazas de que Dios lo ve todo y lo juzga todo, y de ese Dios del que hablaban, que parecía más un inquisidor frotándose las manos y maquinando castigos para cuando nos sorprendiera en un pecado.
Muchos hemos vivido con ese temor, acallando cualquier pregunta que surgiera con respecto a la religión, por eso de que Él lo ve todo, hasta los pensamientos, y si nos sorprendía dudando, o queriendo saber algo más, el infierno era nuestro premio seguro.
A pesar de todo, conseguí tener mis propias ideas, lo que no es garantía de que sean acertadas, pero estoy absolutamente convencido que cada humano tiene la obligación de crear sus propias filosofías y cánones en la vida cotidiana, en la política y en la religión.
Y sé que no se debe aceptar y acatar una religión que vaya en contra de lo que uno es, siente o desea.
No a una religión basada en el miedo, ni que sea una dictadura, ni que unos señores se adjudiquen el monopolio de Dios, ni que vaya en contra de los principios personales, ni que sea un lote indivisible en el que tienes que tragarte lo que no te parece lógico o justo.
Por eso cada humano, quizás debiera salirse del fanatismo de defender su religión íntegramente, aunque no esté del todo de acuerdo con ella, y bajo ningún concepto defender a espada que es la única real, que su Dios es el único Dios, o el mejor, y aún menos despreciar las otras, y aún menos todavía insultar a los que siguen otras porque, tal vez como nosotros, están defendiendo y creyendo en la que a ellos les inculcaron. Es evidente que si hubiéramos nacido en su piel, estaríamos haciendo exactamente lo mismo que hacen ellos.
Dios y la religión son imprescindibles para el ser humano, por lo menos hasta que uno se da cuenta de que Dios habita dentro de uno, y no en el Cielo, y que uno tiene a Dios entre sus ingredientes, en su naturaleza, aunque hace falta mucha humildad y compromiso para aceptar esto; que cuando uno habla con Dios en realidad está hablando consigo mismo; que Dios no es sólo el que creó el universo y la vida, y sabe hacer asombrosos milagros; que Dios no puede velar por los intereses de todos sus hijos, como dicen en los sermones, porque cuando todos los hijos que han comprado un número distinto de lotería le piden que les toque, es evidente que no puede satisfacer a todos.
¿Por qué ponemos a Dios fuera y lejos de nosotros?
¿Por qué tan inaccesible, tan distante, tan callado?
Yo busco a Dios y le busco dentro de mí. Aunque, a veces, juego a buscar a Dios fuera y le veo, con una claridad incontestable, en las flores, en los espermatozoides, en el sol, en la risa, en los niños…
Y otras veces le pongo cuerpo y cara, pero sigue siendo un juego, y es un tipo mayor, gordo y bonachón, listo como él solo, paciente escuchador, que suelta de vez en cuando una frase que me deja clavado, con un excelente sentido del humor (a veces le cuento chistes sobre Él) que se entretiene en leer y en escuchar ópera mientras no estoy con Él.
Le considero mi amigo, uno de esos que no fallan nunca, siempre atento y servicial, poniendo a mi disposición su optimismo, su sabiduría, su empuje para que aprenda a disfrutar la vida, y todo ello y más a cambio de nada.
Generalmente trato con el que no tiene rostro, con el que está integrado en el Ser que soy, con el Mmaestro prudente que muchas veces no me da respuestas para que sea yo quien las dé.
Reconozco que, a veces, me paso mucho tiempo sin contactar con Él, pero siempre me lo perdona y me recibe como si no hubiera pasado el tiempo.
Yo también soy uno de esos que no aprovecha a Dios lo suficiente.
Como si aún creyera eso de que Dios tiene unos intermediarios, que según dicen tienen la exclusiva, a los que hay que dirigirse para confesar los pecados (¿no quedamos en que Él lo sabe todo?) y a los cuales tengo que dirigirme para solicitar perdón. Como si aún creyera que para hablar con Dios tengo que ir a una iglesia, cuando resulta ser omnipresente, y como si fuera un señor muy atareado que nunca pudiera recibirme.
Supongo que estas opiniones molestarán a los que tienen otras distintas. Les pido perdón. No estoy tratando de convencerles de que esto es la verdad, simplemente es mi verdad. Y no crean que me ha sido fácil llegar hasta aquí. Pero me resulta más fácil creer en un Dios muy cerca de mí, porque me da la sensación de que puede prestarme más atención que el que esté en un trono en el inaccesible Cielo, y teniendo que pedir audiencia para hablar con Él y que me den el número 3.552.522.209
Dios es la vida y por tanto tiene que estar en la vida.
Deberíamos conseguir sentir su presencia inseparable a todas las horas del día, en todos los sitios y momentos, y hablar con Él como hablan los niños con el amigo invisible, y escucharle con la atención afinada, y meterle al agua con nosotros, y cantar a dúo desentonadas rancheras.
Pasamos por la vida sin mucho Dios.
No sé si es que han hecho de piedra sus imágenes y nos hemos creído que realmente es así; si le han subido tan alto que pensamos que es inalcanzable; si es tan desagradable como Le pintan en el Antiguo Testamento y no nos interesa ser amigos de Él; si le imaginamos tan ocupado dirigiendo el Mundo que le va a ser imposible conceder audiencia a tan insignificantes pulgas que somos, o si pensamos que Dios es ocupación de curas, monjas y beatas.
Recuperar el contacto con Dios, y activarlo, es una agradable y gratificante tarea imprescindible para todos nosotros.


POR SI NO LO SABES
Uno de los peligros de la religión, de la religiosidad, quizás el más grave, es el fanatismo.
El fanatismo obnubila la razón haciendo creer que uno está en conocimiento y posesión de la Verdad Absoluta, de la Religión Auténtica, del Camino Directo a Dios, de un Poder Especial, y por eso se cree en el derecho y el deber de desacreditar las demás, y se siente con el poder indiscutible de poder descalificarlas y arrasarlas para que sobreviva la propia.
El caso es que cualquiera que profese otra religión distinta de la tuya, opina prácticamente lo mismo.
¿Y si ninguna está confundida?
¿Y si todas tienen grandes porciones de verdad?
Si todos tenemos una idea similar con respecto a la existencia de Algo Superior, ¿por qué nos peleamos porque otros nombran a la misma cosa con otro nombre distinto?
El nombre no cambia a la cosa.
La cosa Es.
Ni los adjetivos ni las definiciones conforman la cosa, que ya tiene esencia y existencia antes de nombrarla.
Frases del estilo de “Todos somos hijos del mismo Dios”, “Todos somos hermanos”, “Yo Soy el que Soy”, etc… deberían hacer reflexionar a los fanáticos y desmontarles de su error.
Un distintivo de la religiosidad debiera ser la comprensión (de que partimos todos de un principio de buena voluntad), la aceptación (de que cada uno actúa del modo que cree apropiado), la oración (pedir a tu Dios que se apiade de él, por si es que estuviera equivocado), el amor al prójimo (en ningún momento dice Dios que son una excepción los que profesan otras religiones), y la bondad (haz bien y no mires a quién).
El fanatismo no sólo no aporta nada bueno, ni enriquecedor, ni útil, sino que impide el ejercicio de cualquiera de los puntos que acabas de ver.


La religión no es un asunto de la divinidad, sino del ser humano. Es un propósito de encuentro que sólo puede emprender la persona hacia. Nadie puede hacerlo en nombre de otro. Es un camino personal, privado, silencioso, y cuando uno encuentra, a la religión o a Lo Superior, no hay espectadores que vean el abrazo, las lágrimas, la reconciliación. La religión es un asunto de una intimidad inviolable, donde uno se encuentra con la espiritualidad querida a la que llevaba muchos años sin ver.

ATENCIÓN:
No hay unanimidad en el origen de la palabra religión. La interpretación más extendida es la cristiana que dio Lactancio (304-311 d. C.), que hace derivar religio de religare: vincular, atar fuertemente.
Yo he escuchado otras interpretaciones que decían, más o menos, que la religión sería el hecho de volver a religarse con lo que uno tiene en su esencia espiritual, o recomponerse juntado todas las piezas (espirituales y humanas) que un día fueron una sola cosa.
Según esa misma interpretación, si la religión nos religa con Dios es porque nosotros somos una parte de Dios, y mediante ella pasamos a ser de nuevo la Unidad.
Lo que sí creo es que la religión no es solamente ir a misa, cuando estamos deseando que termine para salir, o repetir una letanía, cuando son frases a las que ni siquiera prestamos atención.
Ni siquiera creo que la religión sea el cumplimiento de los Diez Mandamientos, si se respetan sólo por imperativo y no por convicción absoluta de ellos.
La religión ha de ser una filosofía de vida, un Ccamino que uno desea recorrer con el corazón, la creencia en Algo, indefinible, quizás incognoscible, Superior, que no se mece con los vaivenes de la siempre insegura humanidad, sino que sobrevive a los siglos, a las mentes pequeñas, a los cuestionamientos, y a la mente más inquisitiva.
Son tu sensibilidad y tu alma quienes han de poner las bases de tu religión, y con tan excelsas aliadas jamás te equivocarás, porque nada incorrecto puede salir de sus bocas.
Que sean ellas, y no la ideología que te inculcaron otros, quienes se encarguen de actualizar todos tus pensamientos y sentimientos religiosos.
Que seas tú quien funde tu propia religión, desvestida de miedos y amenazas, sin pecados ni castigos, sin demonios, con mucha sencillez y mucha alegría, basada en el respeto al prójimo, en la preservación de la dignidad, llena de amor desinteresado y de generosidad, con Santos y Maestros y Guías de tu confianza. Una religión con la que te sientas a gusto, en la que creas porque veas que todos sus principios y todas sus normas son dignas, respetables, y en la que pueda seguir acrecentándose tu corazón, y agrandándose tu alma y la de los demás.



RESUMIENDO
De siempre la religión ha sido un quebradero de cabeza para la mayoría de las personas, y no un espacio en el que sentirse a gusto y en contacto con Lo Superior.
De siempre el miedo, la inseguridad en uno mismo, la duda de si se hace bien y se cree lo suficiente, el temor inconsciente… las reflexiones porque se tiene un poco o muy abandonada, las promesas de prestarle más atención que no siempre se cumplen,
De siempre la distancia, el puente insalvable, yo tan pequeño y Él tan inaccesible, no poder hablar con Él o no estar seguro de lo que dice cuando nos dice algo, Señor: no soy digno de que entres en mi morada…
De siempre acudir a Él como siervos que nos han dicho que somos y no libres y con el corazón gozoso y henchido, no vamos con el abrazo predispuesto y la confianza en ser bien recibidos…

Quisiera ser como otros: como los que creen en Él sin ninguna duda, los que le sonríen y saben que reciben otra sonrisa a cambio, los que le rezan y saben que les está escuchando, los que se saben especialmente cuidados y protegidos, los que Le comprenden del todo en todo, los que le sienten en cada segundo, los que Le aman incondicionalmente…









 
« Última modificación: Noviembre 02, 2011, 07:03:54 am por francisco de sales »

Noviembre 02, 2011, 07:03:13 am
Respuesta #1

Desconectado Tadeo Rivas

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Re: LA RELIGIÓN
« Respuesta #1 en: Noviembre 02, 2011, 07:03:13 am »
Hola,
Leyendo los artículos más antiguos me he encontrado con esta pequeña joya que me ha clarificado mis pensamientos.

Gracias.


 

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