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 RELACIONARSE CON LOS DEMÁS



Agosto 10, 2011, 06:26:35 am
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Desconectado Francisco de Sales

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RELACIONARSE CON LOS DEMÁS
« en: Agosto 10, 2011, 06:26:35 am »
RELACIONARSE CON LOS DEMÁS



Si quieres relacionarte bien con otra persona, mírale directamente al alma.

Si no lo consigues al principio, comienza por mirarle a los ojos, directa y amorosamente, con una mirada libre de prejuicios.
Escúchala.
Entrégale toda tu atención, y entrégale con toda intensidad y dedicación el tiempo que estés con ella.
Hazle que sienta que, en ese momento, es lo único y lo más importante para ti.

A veces da la sensación, o es cierto, que vivimos demasiado deprisa y dispersos. No prestamos atención al lenguaje corporal, a las miradas directas o las que caen al suelo, los carraspeos, los silencios, la otra presencia…
En muchas ocasiones no nos interesa la otra persona nada más que como oyente de nuestros conflictos o chismes; aparentamos una cierta atención que no es cierta: estamos deseando que acabe su turno para comenzar el nuestro, e interrumpimos continuamente para hacer prevalecer nuestra opinión, o estamos más pendientes de lo que queremos decir que de seguir escuchando, cuando comunicarse es acompañar al otro y ser acompañado.

En las relaciones deben primar el interés y la atención, la protección y el cariño, el acogimiento y la comprensión. Hay que demostrar una especie de abstracción del resto del mundo para que el otro se sienta escuchado y digno de atención, y una sensibilidad especial.
No vale conformarse con la primera impresión, o con cerrar los oídos porque presuponemos que lo va a decir ya lo conocemos, y que no nos va a aportar nada interesante. Está bien observar, pero sin prejuzgar, sólo por conocer más de la otra persona.

Y nunca, jamás, mostrar o aparentar frialdad, desinterés, avasallamiento, estar cargado de prejuicios, o la ausencia mental o espiritual de ese momento.


Por medio de la comunicación aprendemos y evolucionamos, y los demás reciben eso mismo.
En cambio, en muchas relaciones evitamos al otro porque tememos que nos hable de algo que no nos va a gustar, o que nos pregunte algo que no queremos contestar. Son los miedos latentes, en muchas ocasiones, los que boicotean las relaciones correctas.

Las relaciones no se deben entender como una posible fuente de conflictos, sino como una oportunidad de conocimiento mutuo, como una fuente de riqueza personal.
Un cambio de perspectiva en el modelo actual, que sea más relajado y más abierto, puede ser favorecedor.
Invitar al otro a que se abra y se expanda, diciéndoselo directamente o demostrándolo mediante la actitud de atención y acogida, es otra buena idea.
Está bien tratar de comprender todo lo que está diciendo o transmitiendo, desde la empatía, siendo capaz de ponerse en el lugar del otro y entendiendo su punto de vista, sus inquietudes y la raíz o fuente de sus opiniones.
Y si la otra parte duda, es difuso, generaliza y no transmite con claridad, es provechoso reconducir la conversación mediante preguntas que le obliguen a concretar y expresar realmente lo que quiere decir.
Muchas veces damos muchas vueltas para decir algo, y muchas veces necesitamos un pequeño empujoncito para ponernos en marcha. Por eso, una pregunta directa nos puede facilitar la tarea de dejar de dar rodeos y comenzar a hablar de lo que queremos.

Eso sí, quien escucha, además de evitar los prejuicios, debe evitar dar consejos que no le piden –y si va a hacerlo de todos modos, es imprescindible pedir permiso a la otra persona y ofrecerlo como una opinión y no como un dogma que tiene que aceptar y realizar-, y debe ser oyente humano y no terapeuta, psicólogo, o profesional que está atento a desenmascarar y etiquetar.

Está bien respetar el ritmo de la otra persona, que puede ser lento, y está bien no dar por concluida la conversación hasta que lo plantee o haya terminado de expresarse.
Es sustancial crear un clima de confianza para que la otra parte pueda abrirse sin temores.
Ayudarle con una observación si se ven contradicciones. Por ejemplo: “me dices que todo te va bien, pero te veo triste y desanimado”.
Y cuando la conversación está avanzada, y se ha creado un clima favorable de apertura, para que termine de abrirse puede ser útil contar una experiencia o situación personal; si uno se abre, el otro se siente obligado a corresponder con su apertura.

En la despedida, al finalizar la conversación, es bonito despedirse con un abrazo sincero, si es posible, o cogiendo las manos de la otra persona, aunque sea sin palabras, o mirándole fijamente desde unos ojos fraternos y amables.

Y recordar que en las relaciones no es lo más importante demostrarle al otro cuánto sabe uno, sino encauzarle para que sea él quien descubra, comprenda y se lleve el mérito.

Noviembre 29, 2011, 05:24:22 am
Respuesta #1

Desconectado Paz

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Re: RELACIONARSE CON LOS DEMÁS
« Respuesta #1 en: Noviembre 29, 2011, 05:24:22 am »
Gracias, Francisco, creo que ahora miraré de otro modo a quien tenga enfrente.

 

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