Buscandome

Bienvenido(a), Visitante. Por favor, ingresa o regístrate.

Ingresar con nombre de usuario, contraseña y duración de la sesión

 


Traductor Google

 CAPÍTULO 94 - ABANDONAR PRONTO EL NOVIAZGO



Diciembre 01, 2020, 05:56:40 am
Leído 391 veces

Desconectado Francisco de Sales

  • Administrator
  • *****

  • 7228
    Mensajes

  • Karma: 6

CAPÍTULO 94 - ABANDONAR PRONTO EL NOVIAZGO
« en: Diciembre 01, 2020, 05:56:40 am »
CAPÍTULO 94 - ABANDONAR PRONTO EL NOVIAZGO
LO QUE PUEDE PASAR POR NO SABER

Este es el capítulo 94 de un total de 200 –que se irán publicando-  que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER

Si se observa con detenimiento, se nota una costumbre habitual inaudita que consiste en dividir la relación en dos partes, aunque se haga de un modo inconsciente la mayoría de las veces. Voy a exagerar sólo un poquito para que se vea con más claridad:
   
Hay una primera etapa, la del noviazgo –la etapa del enamoramiento- que, en realidad, es un cortejo con intención de apareamiento salpicado de trazas de amor y con algo de parafernalia.

Durante esa etapa, en general, las veces que ambos se ven suelen ser cortas y muy agradables, porque están deseando que llegue el día de la cita y ponen todo de su parte para que sea fascinante. Ella siempre está impecable, radiante, amable, sonriente, mostrando su amor a raudales… mientras que él es de una amabilidad total y le sobran los halagos, es galante y cuidadoso, sonriente y seductor.

Hay mucho de verdad en ello, por supuesto, pero también hay algo que se hace –y algo a lo que se renuncia- sólo porque se quiere agradar al otro. Uno muestra, por supuesto, su mejor cara o la cara que el otro quiere ver.

El objetivo que subyace es el de conquistarle porque se cree que la relación con el otro, y el correspondiente emparejamiento o matrimonio, va a aportar muchas satisfacciones.

Pero, no se sabe por qué motivo, cuando se ha formalizado la relación, poco a poco, se va abandonando ese estado de continua aportación de satisfacciones al otro, se va apagando la parte buena del cortejo –a distintas velocidades según sea la pareja-, se va entrando en una rutina en la que algunas cosas ya no se hacen o no se dicen porque se dan por supuestas, se va mostrando ya uno tal como realmente es, y se va cambiando la pasión inicial por una convivencia que trata de ser, por lo menos, agradable.

Recuerda que ya advertí que lo iba a exagerar un poquito para que se viese con más claridad. Y, por supuesto, esto es sólo una posibilidad y no tiene que ser así siempre y en todos los casos.

Sí, ya lo sé: estoy generalizando. Pero este escrito no es para que veamos casos concretos de personas concretas, sino para que si alguna persona se ve reflejada de algún modo, y lo cree conveniente, valore la opción de reconocerlo y hacer alguna modificación.

En mi opinión, ninguno de los miembros de la relación debería abandonar jamás la etapa de noviazgo; entrar en la etapa de consolidación de la relación sí, pero sin perder la sonrisa y el encanto del noviazgo, ni la ilusión y la magia de los sueños compartidos, ni disminuir la esperanza y la confianza en lo que está por venir para ambos juntos.

Me parece estupendo alargar hasta el final de los días esa etapa en la que las sonrisas son el pan de cada día, los besos y los abrazos son entregados y recibidos diariamente como un maná, y la ilusión y la esperanza tienen el irreductible propósito de quedarse para siempre. Es conveniente, por tanto, no dejar decaer el interés inicial por conquistar a la otra parte, tal como se hacía al principio de conocerse, que era una etapa muy satisfactoria y gratificante.

Ahí, en eso está la vida y el  futuro de la pareja.

De eso se nutre.

La relación es un elemento vivo y necesita ser cuidado y alimentado para que pueda seguir creciendo.

Y para ello se requiere el compromiso y la voluntad de ambos, que cada uno aporte lo mejor de sí, que cada uno conquiste al otro todos los días con el sudor de su frente, con su atención y dedicación completa, como objetivo primordial, porque todo lo que se haga por la relación será la mejor inversión, sin duda, ya que serán ambos los beneficiarios.

Es favorable mantener viva la atracción que existía en el inicio, y preocuparse ambos de avivarla con todo lo que resulte interesante para ellos y que produzca cualquier tipo de placer y acercamiento; promover actividades comunes que les eviten caer en la rutina, tratar de implicarse en las cosas que le gustan al otro, experimentar otras nuevas… alargar todo lo que se pueda ese tiempo especial que es el noviazgo, donde se le da mucha importancia al amor y al romanticismo, y no siempre y tanto a la parte material y cotidiana de la relación.

Durante ese tiempo apetece continuamente estar cogidos de la mano, besarse, tocarse, tener relaciones sexuales… y no hay que perder esa parte tan apetitosa y satisfactoria de la relación, así que es conveniente alargarlo, y seguir dedicando tiempo al amor, las caricias, los besos, y el sexo.

Y no me refiero a instaurarlo como uno rutina de “hoy es sábado y toca ser cariñosos y encerrarnos en la habitación”, porque de ese modo perdería el encanto y se convertiría en un automatismo, en un compromiso que hay que cumplir; yo me refiero a estar provocadores y receptivos siempre.

Los besos y las caricias, y las miradas de deseo, y hasta la relación sexual, son algo más que dos cuerpos juntándose, porque no se trata de una penetración, sino de una compenetración.

Uno siente, cuando es deseado, que no es sólo su cuerpo lo que es deseado sino todo entero, en toda su integridad, y eso produce un placer distinto de la excitación y el orgasmo, a los que predispone y estimula, con los que colabora como preámbulo aportando una sensación de unión con la otra persona que va mucho más allá de los propios cuerpos que se unen.

Cada pareja deberá buscar su fórmula, su ritmo. Incluso cuando la edad ponga dificultades para el sexo, siempre quedan las caricias, los besos, los largos abrazos, las manos sembrando amor sobre el otro cuerpo, el estar juntos y unidos, en el sitio que les resulta más cómodo, alejados del mundo, desatentos a los relojes, sólo ellos dos en el mundo particular que han creado. Y también queda la opción de la satisfacer manualmente al otro y las píldoras para las disfunciones eréctiles.

Hay que dedicar tiempo al amor y seguir teniendo detalles de enamorado, perpetuando el enamoramiento en su mejor vertiente, y no perder la costumbre de susurrarse en el oído esa obscenidad secreta que sólo ellos dos conocen, o tocarse el culo cuando se cruzan por el pasillo, dejarse escritas y a la vista notas de amor-amor, o enviarse mensajes cariñosos.

Sé de alguna pareja que cada sábado por la mañana, en cuanto se despiertan, se abrazan y se dicen: “prometo amarte eternamente al menos hasta el próximo sábado”. Y lo cumplen. Prometer amor “hasta que la muerte nos separe” es una promesa osada de difícil cumplimiento. Hacer un compromiso de siete días es más sencillo de cumplir.

SUGERENCIAS PARA ESTE CASO:

- Es muy beneficioso no abandonar lo positivo del tiempo de noviazgo.
- Cada uno de los miembros es responsable de aportar magia y maravilla a la relación. En la relación sólo están los dos, así que es inevitable la colaboración de ambos.
- La relación es un elemento vivo y necesita ser cuidado y alimentado para que pueda seguir creciendo.
- El amor es la parte más bonita de la relación: que no falte nunca.

Francisco de Sales


 

TinyPortal 1.6.5 © 2005-2020