Creo en Dios, y en mí.
Amo y admiro a Jesucristo.
Si no quiero o admiro a las figuras representativas de otras religiones quizás sea sólo porque aún las desconozco.
Respeto cuanto de bueno tienen todas las demás religiones del mundo.
Estos son mis principios.
Esta es mi religión.
Porque… ¿Qué es la religión?
Pudiera ser el sistema de relación entre lo divino y lo humano, o todo lo que gira en torno a la comunicación con lo espiritual y omnipotente, o el conjunto de prácticas relacionado con lo sagrado, o la moralidad de cada persona con respecto a sus creencias místicas… en fin… puede ser muchas cosas.
Al final, para la mayoría de las personas acaba siendo la fe en el Dios sobrehumano, se llame como se llame, que le “ha tocado” por el lugar de su nacimiento o la familia en la que se ha criado. Y acaba siendo, quizás erróneamente, el acatamiento sumiso e indiscutible de unas normas que se dictaron hace muchos años y que no se han actualizado como sí lo hemos hecho los demás; la repetición machacona, a veces desganada y monótona, de unas oraciones que nunca se llegan a entender; el cumplimiento a rajatabla de unas leyes beatas que nunca se han cuestionado, por miedo o por ignorancia; el terror a dejar de orar cinco veces al día o a faltar a misa un domingo, por la amenaza del fuego eterno y las condenas fatales que ello conlleva.
También es cierto que para muchas personas el contacto con la religión es absoluta y plenamente enriquecedora, que no conciben la vida sin el contacto con la religión, pero hoy está escribiendo un rebelde revolucionario que también me habita, a quien nunca le doy la palabra.
Los seres humanos utilizan las religiones para encontrar sentido a su existencia, para dar trascendencia y explicación a la existencia del mundo y a lo que pasa en el mundo, o en la vida, y para justificar el universo y todo lo imaginable.
Quede claro que no pretendo atentar contra los que creen de un modo irrefutable en la religión tal y como está instaurada (prometo que les envidio), pero mi rebelde quiere otro Camino hacia Dios, hacia la Religión (ahora escrito con mayúscula), y hacia Lo Superior; un Camino sin intimidaciones y sin intermediarios; un Camino de tú a Tú, de corazón a corazón, en el que se pueda hablar en el idioma incontaminado del Amor, sólo sentimientos y emociones: los que me producen cada amanecer, cada sonrisa de un niño, el gesto de cogerse de la mano una pareja de ancianos, la música, los abrazos… Hasta mi rebelde siente a Dios como algo tan cotidiano, tan estrechamente unido a mí, que no necesita una religión de esas plagadas de preceptos y súbditos, uno inferior y el otro Superior.
Deseo una relación entre Dios y el que esto escribe, o sea, Yo y Dios.
O simplemente Yo, ya que Dios forma parte de ese Yo.
O simplemente Dios, porque el que esto escribe forma parte de Dios, y por lo tanto es, también, Dios.
PD.- El día que mi corazón termine de aclarar mi relación con Lo Superior sentiré una gran paz.