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 HAZ DE TU HIJO UN NIÑO FELIZ - 3ª parte



Enero 31, 2013, 04:41:36 am
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Desconectado milena

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HAZ DE TU HIJO UN NIÑO FELIZ - 3ª parte
« en: Enero 31, 2013, 04:41:36 am »
Y comer, hay que comer, hay que sentarse a comer. La diferencia está en darle este punto de calidad. Y seguro que muchos de aquí ya lo hacéis. Sí; lo que quiero es que os vayáis también con la idea de que hacéis muchas cosas; mejorables, sí -todos podemos mejorar. Finaliza; "recogemos verdad", y cuando hemos recogido y hemos terminado la actividad nos damos cuenta de que le hemos dicho a nuestro hijo que las cosas tienen este orden y que se empiezan y se terminan. Y eso, aparte de otras muchas cosas que os sonará a lo largo de la vida, significa que está aprendiendo también a concentrarse, a centrarse, a dar respuesta y solución a sus problemas, porque si se le cae el cubierto tendrá que agacharse a recogerlo. O le vamos a dejar que "¡mamá! ¡ven a por el cubierto!" Y entonces viene mamá y lo recoge. No, el niño tiene que recogerlo; si no sabe poner el friegaplatos, intentará hacerlo él y nosotros sólo supervisaremos qué hace, pero está aprendiendo. Veis, lo importante de estimular es que tenga siempre un aprendizaje nuevo; sólo con comer, y sólo con un hábito. Si mantenemos unos cuantos más, como el de higiene y tal, pues estamos trabajando los posteriores, como el del estudio, y a lo mejor estamos ahorrándonos un fracaso escolar. Y solamente estamos comiendo con los niños fijaros, solamente estamos haciendo eso. Y lo mismo lo podemos aplicar al vestirse, y en tener paciencia para que aprendan a vestirse solos, para enseñarles poco a poco cómo lo tienen que hacer, para decirles y presentarles al cubo de la ropa sucia, que con dos y medio pueden perfectamente arrastrar lo suyo y meterlo.

Eso con respecto a los hábitos. Entonces, ¿por qué la importancia? Porque también haceros una idea cuando un niño no tiene hábitos y os decía con menos de cuatro nos metemos en un probabilidad alta de trastorno de conducta. Imaginaos, es un poco la sensación que yo creo que tienen este tipo de niños sin hábitos; imaginaos en esta habitación, ahora mismo, que os traen un poco con los ojos cerrados, sin saber muy bien dónde estáis. Os colocan aquí en el centro y no sabéis quién va a entrar, ni qué va a pasar ahora, ni que va a pasar dentro de diez minutos. Si os ocurre eso, os sube muchísimo la ansiedad. Bueno, yo siempre que me pondría nerviosísima, y no daría golpes en la pared de milagro, de "¡por favor quién hay aquí!" Y lo podemos asimilar a las rabietas ahí, ¿Os dais cuenta? Eso es lo que le pasa a un niño, cuando no sabe a qué hora se tiene que acostar, a qué hora tiene que comer, a qué hora se tiene que lavar las manos. Y esa es la seguridad de la que hablábamos antes, la que necesita, la protección. ¿Verdad que era otro de los pilares, que se sienta protegido, límites y normas? Yo creo que después de lo que os he contado de conducta, todos tenemos claro que son necesarios. Para aquellos que no lo tiene claro todavía les voy a leer una frase que no es mía, que se recogió hace tiempo y que está en muchos libros, pero que a mí, cuando la leí me impactó mucho Y es un niño de 14 años que dice "si mis padres no me ponen hora de llegada por las noches, yo supongo que es porque no les importo". ¡14 años! que luego nos metemos con la adolescencia, pero ojito, que este debajo del pelo tenía tela. ¡14 años! Te está diciendo: necesito límites; si me quieres, me tienes que decir lo que hago y lo que hago; me lo tienes que enseñar.

Entonces ¿qué ocurre? Que cuando nos encontramos a niños que no tienen límites, y aquí sí hablamos de los niños tiranos, de los niños con mucha ansiedad, o de los completamente apáticos que no salen en los medios de comunicación, pero que son igual de problemáticos, los que nada les apetece, los que están todo el día en el sofá, los que "mamá, no quiero a ir entrenar, no yo me quedo viendo la tele". Es el mismo problema, y es un problema grande de inseguridad, porque aquí hay una autoestima que se queda ligada muchísimas veces a la obtención de cosas materiales. Eso es una característica, por ejemplo, de estos niños tiranos o dictatoriales, o como queramos llamarlos, o agresivos, por supuesto. Nunca tienen suficiente estos niños y, además, el no lo viven de una manera cada vez peor y cada vez van subiendo más en intensidad. Entonces, cuando tú les dices que no, o les pones un límite, hoy empezamos con un grito, con tal de que se calle, o están también los padres de la cola de supermercado ¿que digo yo? "Mira es que me va a armar un follón, que yo prefiero comprarle el chupa-chups y ya está, y se acabó". Y aparentemente ¡uf! ¡qué alivio!, hoy no la ha amontado. Pero te espera una. Yo cuando me lo cuenta digo: a ti te espera tela marinera, porque tu hijo, lo que ha aprendido, es que cuando pegue cuatro gritos, tu les vas a dar lo que quiere, y de cuatro gritos pasamos a seis, y de seis pasamos a portazos, y de portazos pasamos a paredes, y a destrozar cosas de casa, y de ahí desgraciadamente, alguna vez no siempre, alguna vez, a la violencia intrafamiliar.

¿Por qué? Porque uno entiende que todo está a su disposición. Porque este tipo de niños al que no se le ha dicho que no, entiende que todo el mundo tiene que hacer lo que a él le plazca, en el momento que a él le plazca. Porque a él no le dice que no nadie; porque si no se lo han dicho su padre y su madre cuando debían ¿quién se lo va a decir ahora? Y así te lo cuentan, sentados en la mesa, que me lo cuentan a mí así. "A mí tú no me vas a decir que no". Digo y yo pienso. Pues tienes toda la razón, porque si no te lo han dicho hasta ahora lo tengo complicado, o sea que ¡ojo!, ¡ojo con esta edad y con no decir que no y con no utilizar los límites!

¿Qué es lo perjudicial en los límites? ¿Qué es lo realmente perjudicial? Pues, mira, iros con estas tres ideas. ¿Qué es lo que no podéis hacer? Poner muchos, reglar mucho la situación en casa; no poner ninguno, como hemos estado viendo, y no ser flexible con las características de nuestro hijo, a la hora de los límites, ir cambiándolos en función de las características. Por ejemplo, dentro de nada vamos a empezar a tener media jornada de cole y empiezan las vacaciones. Ahí uno puede flexibilizar, claro, que flexibiliza el horario de acostada, que flexibiliza incluso el horario de la cena. Entonces ahí, ¿qué estamos haciendo? Estamos cambiando el criterio de las normas. Luego, en septiembre, es una locura, porque, claro, como hemos flexibilizado... eso los niños lo entienden fatal. Es muy bueno porque tiene que entender la flexibilidad, pero es muy complicado. En septiembre dan quince días que dice uno "¡por favor que empiece ya el colegio por la tarde, que vayan a su horario!" Y es eso, en el momento que tienen su horario ellos van pin, pan, como maquinitas. Lo entienden, pero hay que flexibilizar, y hay que entender que a veces el horario cambia como cambian los límites.

Cuando un niño se siente seguro y se siente protegido cuando tiene límites. Por eso es importante que los tenga, porque si no, él se siente más fuerte y si se siente más fuerte que sus padres, imaginaros cómo se va a sentir de cara al resto, va a entender que el resto tiene que estar a su disposición como os decía antes. En cada casa tiene que haber límites y los hijos tienen que conocerlos. Muchísimas veces yo he preguntado ¿tu le has contado a tus hijo las normas que hay en casa? No, yo no, yo ¿para qué? Si sólo tienen que cumplirlas, digo, hombre, por lo llevas pero marcha atrás total. Porque tú, imagínate, si no sabe lo que tiene que hacer porque tú no se lo has explicado ¿cómo lo va a hacer? "Pues lo normal, a ver en mi casa toda la vida se ha recogido". "Ya, pero a ti te lo han explicado seguro y tú a tu hijo no les has explicado dónde tiene que poner las cosas ni en que momento". Y eso lo tiene que saber; tiene que saber también si lo hace y si no lo hace, pero que no se nos olvide la parte de si lo hace, es decir, qué premio va a tener y por premio no entiendo el último cartucho de la Nintendo de los Pokemon, no. Por premio entiendo voy a jugar con él más tiempo, vamos a leer un libro juntos, le voy a dar más paga, si tiene edad ya de paga. Pero el mejor reforzador es la atención, es decir, la alabanza, es decir "hijo mío, ¡como me gusta cuando haces esto y esto es muy concreto; esto es, ponerte los zapatos". Y os aseguro que al día siguiente se los vuelven a poner.

Cuando ya les hemos contado qué es lo que ocurre según hagan o no hagan, que les estamos enseñando, como decíamos al principio, qué es lo adecuado y qué es lo inadecuado, también les estamos dando referencias para que el niño sepa qué tiene o que no tiene que hacer en cualquier circunstancia. Porque luego este comportamiento, como decía Ignacio también al principio, lo va a generalizar fuera y va a llegar al cole y va a hacer lo que haya visto en casa y si en casa le han enseñado a que uno se organiza con normas y así funciona mucho y es mucho mejor para todos, va a entender las normas del cole y, si no.


Lo que nos vamos a encontrar es al niño que se las salta todas y en el primer trimestre ya está allí la madre con la primera tutoría y la profesora diciéndole con este niño no hacemos carrera de él. Pues todo eso tiene mucho que ver con esto; con no haberlos tenido en casa porque es el momento de enseñarle qué puede hacer y que no, y luego, por otro lado enseñan una cosa muy importante que es la tolerancia a la frustración. Es decir, no todo se consigue en el momento que tú quieres. Y ahí los padres volvemos a tener mucha responsabilidad. Que las cosas las obtengan, sí, pero que las obtengan por favor con esfuerzo, que entiendan que en esta vida, y para eso la figura de los abuelos es fundamental también. Que entiendan que en esta vida no todo lo nuevo vale más y que además las cosas suponen un esfuerzo y que el éxito en la vida está en saber esforzarse por esas cosas y que eso es lo que va a producir éxito. Y éxito a nivel personal; no dinero fácil que es lo que te pide todos los adolescentes ahora. "Yo lo que quiero es enriquecerme rápido". No. Y decía los abuelos porque ahí tienen una figura fundamental; son los primeros modelos que le dicen al niño "mira si tu en tu vida haces todos estos esfuerzos al final llegas a esto y esto es bueno y lo viejo es bueno y lo antiguo bueno y no sólo lo bueno es bueno que es lo que le estamos diciendo a través de los medios de comunicación y de otras muchas cosas.

Con lo cual, os resumo. Vamos a dejarnos de tonterías, y de complejos, y de culpas. Si en una familia donde hay un clima de afecto -y por clima de afecto y tenemos que entender el que refuerza al niño cuando lo hace bien pero le frustra también dándole experiencias donde no siempre consigue lo que quiere-, pongamos normas y límites, pongamos normas y límites y hagamos que nuestros hijos cumplan con su responsabilidad como nosotros cumplimos con la nuestra; sin ningún tipo de complejos y sin culpas.

Tareas para casa. Cuando lleguéis a casa, por favor, todos pensad. Si tenéis pocos o muchos límites, si vuestros hijos saben qué ocurre cuando no se cumplen, si vosotros sois consistentes, porque los niños se saltan las normas seguro. Y ahí los consistentes y coherentes tienen que ser los padres. Si no lo mejoráis bien con las parejas, o como digo yo, los monoparentales, lo tenéis más fácil porque no tenéis con quién discutirlo; alguna ventaja tiene que tener cada situación y ahí es un criterio sólo.

Para finalizar os voy a leer una reflexión que hemos hecho desde el despacho con el equipo que trabajo. Como esta es una pregunta frecuente y es un tema que a nosotros nos gusta sobre el niño feliz. Dice así: "no hay fórmulas mágicas para que tu hijo sea feliz, pero sí puedes aumentar las probabilidades de que se sienta así teniendo en cuenta los siguientes puntos que hemos querido definirte, yendo de lo más general a lo más concreto. Para que un niño sea feliz tiene que sentirse seguro; para que un niño se sienta seguro tiene que tener límites; para que un niño tenga límites hay que saber decirle que no y mantenerlo; para que entienda el no, tienes que permitirle experiencias donde no logre lo que desee y/o lograrlo suponga un esfuerzo; aprenderá a manejar sus frustraciones, y por tanto, a canalizar su agresividad y ansiedad; para que un niño sea feliz ha de sentirse querido; para que un niño se sienta querido, tienes que contárselo y demostrárselo, dale besos y abrazos, dile que le quieres y lo especial que es para ti. Para que un niño sea feliz tienes que trabajar su autoestima, para que tenga autoestima, tiene que sentirse protegido, querido y valorado; para que un niño se sienta valorado, tienes que atenderlo y escucharlo; para que se sienta atendido tienes que pasar tiempo con él. Para que un niño sea feliz, tienes que devolverle una imagen competente de sí mismo; para que se sienta competente tienes que favorecer y premiar sus logros; para que un niño tenga logros tienes que asignarle responsabilidades que pueda cumplir. Y, por último, como reflexión final y para terminar en positivo, os digo, no olvidéis nunca de decirles y demostrarle todos los días lo mucho que los queréis.


http://servicios.elcorreo.com/aula-de-cultura/2008/rocio-ramos-paul/08.htm



 

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