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 LA SEPARACIÓN Y EL DIVORCIO: LOS HIJOS



Febrero 26, 2013, 06:07:17 am
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LA SEPARACIÓN Y EL DIVORCIO: LOS HIJOS
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LA SEPARACIÓN Y EL DIVORCIO: LOS HIJOS
 

La vida en pareja, si bien puede ser una experiencia maravillosa y enriquecedora, con el pasar del tiempo puede convertirse en una carga muy pesada para ambas partes. Tanto así, que muchas veces la mejor solución para evitar hacer más daño, del que ya se pudo haber provocado, se toma la decisión de iniciar un proceso de divorcio o separación. Sin embargo, esta situación puede tornarse aun más compleja, si dentro de ella hay una tercera parte involucrada: Los hijos. En La separación y el divorcio: los hijos, hablaremos acerca de las diversas situaciones que caracterizan un divorcio o separación y como pueden ser afectados los hijos en el divorcio y/o separación.

El matrimonio o la convivencia en pareja, puede ser un reto muy grande. Aunque muy enriquecedora, esta experiencia requiere de más que solamente amor; requiere de mucho trabajo y esfuerzo. Requiere disciplina, constancia, respeto, tolerancia  y mucha paciencia. Debe de darse una combinación casi perfecta de personalidades, recordando que cada individuo es diferente. Muchas veces, el éxito de un matrimonio o convivencia de pareja, depende de una buena escogencia más que de una buena adaptación, del ser que compartirá su vida con nosotros.

El problema es que, en este mundo que camina a un ritmo tan acelerado, la posibilidad de escoger bien, algo que solo se logra con tiempo y paciencia, se hace cada vez más difícil. Así pues cada vez más y más parejas, se embarcan en el largo y duro camino del matrimonio o convivencia, sin haber hecho una apropiada escogencia, lo cual augura un triste y duro final en la mayoría de los casos. También puede ser que se haya escogido bien a la pareja, pero las presiones normales de la vida, las horas largas de trabajo, la rutina y el estrés constante de una vida en pareja y con hijos, muchas veces termina por socavar lo que antes era una relación maravillosa.

Ante esto, las parejas muchas veces toman la decisión de terminar la relación. Aquí habrá que hacerse una aclaración; divorcio y separación muchas veces no implican lo mismo. Divorcio es la palabra legal que implica la separación de hecho, cuerpo y bienes de una pareja. Divorcio es la separación formal de un matrimonio que se había establecido como una unión legal. Por ser legal, la participación de terceras partes, los abogados y jueces, se hace de ineludible cumplimiento. La separación es algo menos formal, es algo hablado por la pareja y solo los miembros de la misma y la familia que han conformado, participan de esta separación. Ninguna de las dos modalidades implica que la separación es para siempre, puesto que tanto legalmente como de hecho, la pareja puede volver a juntarse si así lo decide. Sin embargo, el divorcio muchas veces es tomado por parte de la pareja, como algo definitivo, mientras que la separación puede ser algo temporal.

A pesar de la existencia de ambas modalidades, algo es claro: si la pareja posee hijos, ellos sufrirán las consecuencias de esta separación, en cualquiera de sus dos modalidades, de igual o, inclusive, peor forma que los padres.

Debemos entender que para los hijos en el divorcio y/o separación, el sentimiento de desintegración en la familia, puede ser a su corta edad, un hecho incomprensible, catastrófico y muy traumatizante. Por supuesto, que para entender los efectos que el divorcio y separación crea en los hijos, tendremos que desglosarlo primero en las distintas etapas de su vida en que se puede dar.

El cerebro del niño, se desarrolla de maneras distintas, en las distintas etapas de su niñez. Por ende, la forma en que comprende y reacciona ante el hecho de una disolución de la relación entre sus padres, varía también.

Lactantes o infantes: Podríamos centrar este grupo entre las edades de 0 a 2 años. Se conoce muy poco acerca de los efectos a largo plazo que puede tener una separación, en un lactante. No se ha descubierto algún signo de que los infantes sufran por un divorcio en sí. Sin embargo, muchos estudios demuestran que, si se ha creado una conexión fuerte entre uno de los padres y el infante, y por cualquier razón se da una ausencia del primero- ya sea por muerte, separaciones involuntarias por distintas razones, entre ellas divorcios o abandono-, se pueden presentar problemas como irritabilidad frecuente, falta de apetito, falta de deseo en las interacciones.
Primera infancia: Podemos ubicar aquí a los niños entre las edades de 3 a 8 años. Aquí se dan dos grandes fases como son la edad prescolar- de 3 a 5 años- y la entrada a la edad escolar formal- de los 6 a los 8 años-. Si una separación se da en esta etapa, se pueden presentar conductas de regresión a la edad lactante, representada por la enuresis- mojar la cama-, apego a juguetes característicos de los lactantes o apego excesivo a mantas o edredones sin los cuales no puede dormir. Pueden manifestar conductas que denotan tristeza o ira, y en general, se vuelven poco cooperativos, desobedientes y/o agresivos. También pueden desear la compañía a toda hora de un adulto.
El sentimiento de culpa de los hijos en el divorcio, en esta edad, es enorme. Por supuesto estos sentimientos son totalmente infundados por ellos, pero como en su cerebro, todo lo que sucede está relacionado con cosas que ellos hacen- puesto que no existe una separación de hechos, ni han desarrollado totalmente el razonamiento de causa y efecto-, entonces la frustración causada por este sentimiento de culpa, propicia estas conductas poco deseables. También temen exageradamente a que sean abandonados, debido a que en sus mentes se crea la relación que, si uno de los padres se pudo ir, no hay razón por la cual el otro no lo haga.

Segunda Infancia: Podemos encontrar aquí a los niños entre las edades de los 8 a 12 años. Los niños en estas edades, que son testigos de un divorcio o separación, pueden tener aun más problemas para adaptarse a esta situación que los niños de menor edad. Si bien a esta edad ya han desarrollado el razonamiento de causa y efecto, y  entienden muy bien que esta situación no es su culpa, así como también entienden que su dolor proviene  de la separación de sus padres, aun son muy inmaduros como para entender y controlar sus reacciones, ante esta situación que le genera dolor.
Pueden experimentar sentimientos de duelo, vergüenza, resentimiento, confusión de lealtad- pues quiere a los dos padres por igual, pero no sabe a quién debe serle más fiel- e ira intensa. En esta edad empieza a tomar más importancia la relación con sus pares, por lo que la relación que cree con ellos, puede ayudarle a sobrellevar la separación matrimonial, aunque si sus pares pueden ser considerados malas influencias, lo pueden llevar a iniciarse en bandas juveniles delictivas.

Adolescencia: Aquí encontramos a los jóvenes entre los 12 y 18 años de edad, aunque se puede extender hasta los 21 años de edad. La pubertad y la adolescencia son tiempos duros para todos los que lo pasan, aun sin la sombra del divorcio o separación. La aparición de este, puede volver la etapa de la adolescencia, en algo aun más complejo.
Las afectaciones que se presentan en las etapas anteriores, pueden magnificarse en esta etapa. Hablamos de los sentimientos de culpa, ira, depresión, miedo al abandono y soledad. A esto hay que sumarle el estrés causado por la vida social que se empieza a crear, así como la presión de ayudar e, inclusive, suplantar la falta de uno de los padres ante sus hermanos menores-si es que tiene-, empujándolo prematuramente a la adultez. Su cerebro, aun inmaduro, puede comprender muchas más cosas en lo que refiere al divorcio y separación de sus padres y los motivos por los cuales se dio esta, creyéndose en la necesidad de decantarse en favoritismo por uno de sus progenitores. Sin embargo, aunque entiende ciertos aspectos, aun puede tener conductas desproporcionadas, por la falta de autocontrol y el exceso hormonal que se puede presentar en esta edad.

Es de esperarse que se de algún tipo de afectación a la esfera educativa, durante el proceso de adaptación a una separación, en todas las edades que presentamos anteriormente.

Hay que tomar en cuenta otros factores al momento de intentar comprender como son afectados los hijos en el divorcio, como por ejemplo el temperamento del niño y las características personales propias. También hay que tomar en cuenta el proceso en que se da la separación matrimonial y/o de hecho. Si el proceso es muy agresivo entre los padres o por el contrario es un proceso muy civilizado y diplomático. Por supuesto este último es mucho mejor y presenta menos secuelas que el primero.

A continuación les presentamos algunos consejos que pueden utilizar si están a punto de convertirse en padres divorciados con hijos:

Es usual que antes, durante e inclusive hasta después de la separación matrimonial y/o de hecho, se den discusiones airadas. Tenga en cuenta que sin importar la edad que se tenga, sus hijos ven y oyen, y aunque no entiendan todo de lo que se está hablando, comprende que ustedes se están peleando, lo cual le presenta sentimientos de culpa, ansiedad, etc. Si siente que se va a iniciar una discusión con estas características, procuren cambiar de ambiente, a un lugar donde sus hijos no los puedan ver, ni oír. Entre menos se den cuenta los hijos de los altercados que existen entre ustedes, es mejor.
JAMÁS manipule a un hijo para ponerlo en contra del otro progenitor. Recuerde que para el niño y/o adolescente, ambos padres son objeto de afecto y admiración, POR IGUAL. Al ponerlo en contra del otro progenitor, no solo daña a su ex cónyuge, sino que lastima grandemente los sentimientos de sus propios hijos en el divorcio, creándole sentimientos de ansiedad, depresión e ira hacia sí mismo. NO SEA EGOISTA.
Se ha encontrado en estudios, que entre más civilizado sea el divorcio, mejor se podrá adaptar el hijo a esta situación. Aunque el trato ya no sea cariñoso, el hecho de que sea al menos cordial, mantiene los niveles de ansiedad del hijo al mínimo.
Los arreglos de custodia compartida, han demostrado ser mejores que los arreglos de custodia exclusiva, en la mayoría de los casos. Así que, a menos que uno de los progenitores sea desobligado, violento o criminal, procuren siempre hacer un arreglo de custodia compartida. Por supuesto, esta funcionará en la medida en que los niveles de conflicto entre los ex cónyuges sea el menor posible. Así que al momento de crearse un nuevo conflicto entre ex cónyuges, piensen primero en sus hijos y después en ustedes.
Mantenga siempre una comunicación fluida con su hijo, tomando en cuenta la edad que tiene. Él tiene derecho a entender lo que quiera entender y como padres tienen la obligación de ayudarlo a entender, para así eliminar cualquier duda o culpa que pueda guardar el niño, niña o adolescente. Hablar de esto es doloroso, pero es un trabajo que debe de hacerse, evitando utilizar palabras que confundan al niño o que pongan en mal al otro cónyuge.
De no ser estrictamente necesario, jamás intervenga en la relación de su hijo con su ex cónyuge. La relación padre-hijo/hija, madre-hijo/hija, es sagrada y debe respetarla como tal.

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