APRENDE A MANTENERTE FIRME Y DEFENDER TU PUNTO DE VISTA
Ana Muñoz
Cuando una persona no sabe defender bien su punto de vista o mantenerse firme ante las presiones de los otros, hay muchas probabilidades de que acabe cediendo y dejando que los demás se salgan con la suya y hagan lo que desean.
Los motivos pueden ser diversos. Puede tratarse de un miedo a la confrontación, una falta de confianza y de autoestima o un miedo a caer mal o ser rechazado por los demás por llevarles la contraria.
No obstante, tanto si quieres imponer tu punto de vista como si deseas al menos llegar a un acuerdo en el que se tenga en cuenta tanto tu opinión como la de la otra parte, es importante que sepas defender tus ideas, exponerlas con claridad y mantenerte firme al menos en los aspectos que son más importantes para ti.
Por supuesto, saber negociar, ceder en algunos aspectos y llegar a acuerdos, es también importante pero, a veces, los demás pueden intentar tan solo hacer lo que es mejor para ellos a costa de privarte de algún derecho. Por ejemplo, si alguien pretende que le cedas la mitad de algo que te pertenece por derecho, entonces no te conviene negociar sino mantenerte firme y luchar por lo que es tuyo.
También puedes necesitar mantenerte firme cuando defiendas, por ejemplo, tus acciones ante una persona o personas que te acusan de haber cometido un gran error cuando sabes que hiciste lo mejor que podías hacer dadas las circunstancias.
Del mismo modo, si alguien pretende que hagas algo ilegal, inmoral o simplemente incorrecto, deberás saber mantenerte firme en tu negativa, a pesar de su insistencia o incluso el posible chantaje emocional al que te someta.
QUÉ HACER EN ESTOS CASOS
1. Ten muy claro tu punto de vista. Si solo tienes algunas ideas vagas sobre lo que quieres, será muy fácil que los demás las echen abajo. Un buen modo de aclararte consiste en ponerlo por escrito, tratando de detallar todas tus razones y explicándolo todo con claridad. Al escribirlo, te darás cuenta de cuáles son los aspectos que tienes menos claros y te servirá para desarrollar tus ideas e idear buenos argumentos.
2. Determina en qué estarías dispuesto a ceder. Si tu objetivo puede dividirse en varias submetas, tal vez haya algunas que sean menos importantes y en las que puedas ceder para dar la sensación a tu oponente de que tiene cierto poder. Si lo tienes pensado con antelación podrás ceder cuando llegue el momento pero sin cambiar los puntos más importantes para ti.
3. Analiza cuáles son tus obstáculos. ¿Tienes miedo a la confrontación? ¿Te preocupa demasiado caer bien a todo el mundo? ¿Tienes falta de confianza en tus propias capacidades? Conocer tus obstáculos puede servirte para prepararte para afrontarlos. Los siguientes artículos pueden servirte de ayuda:
4. Expón tus razones y argumentos con claridad, desarrollándolos bien y demostrando que lo has pensado todo con detalle, que tienes las ideas muy claras, que sabes de lo que hablas y que sabes muy bien lo que quieres. Por supuesto, para poder hacer esto, tendrás que haber preparado bien el punto 1.
5. Muestra seguridad y firmeza. No importa si por dentro estás temblando. Lo importante es que te muestres firme. Procura que tu postura corporal sea expansiva (no te encojas como si quisieras esconderte). Mira a la otra persona a los ojos, sin desviar la mirada. Mantén la calma en todo momento. Dile que no vas a ceder en esto, que no es negociable. Habla con tranquilidad, con un tono medio (ni muy alto ni muy bajo).
6. Evita esas conversaciones en las que todos repiten lo mismo una y otra vez. Es decir, tú expones tus razones y la otra persona te contradice; entonces vuelves a exponer tus razones y la otra parte te vuelve a contradecir y así la otra persona sigue insistiendo e insistiendo con lo mismo intentando dejarte sin argumentos. En casos como este dile: “ya conoces mi opinión y no voy a cambiarla; ahora tengo que irme. Buenas tardes.” Y simplemente te marchas, impidiendo así que siga con su interminable insistencia.