¿EN DÓNDE ESTÁ PUESTA TU ATENCIÓN?
Cuando atravesamos etapas en las que a lo mejor las cosas no salen como quisiéramos, o se nos junta una contrariedad tras otra, pudiéramos tener la impresión que todo va mal en nuestra vida.
Cuando se conjugan circunstancias difíciles y quizá una etapa en que nos sentimos vulnerables, nuestra atención puede empezar a resaltar lo malo, lo que nos falta, nuestros errores.
Si dejamos que nuestra mente simplemente divague sin control, por “default” tenderá a irse hacia resaltar pensamientos negativos.
Si no sabemos que esto es lo que usualmente suele pasar, quizá como mecanismo de protección y supervivencia que hemos desarrollado en la historia de nuestra evolución como seres humanos, podemos confundirnos y dejarnos arrastrar por la negatividad y el catastrofismo.
La buena noticia es que esto puede ser modificado.
Podemos reeducar nuestra mente, cambiar esa tendencia hacia lo negativo y dejar de estar a merced de los desvaríos de nuestra atención.
Aprender a entrenar la atención, nuestra capacidad de enfocar nuestra mente en lo que deseamos es clave. No permitir que la mente divague y nos lleve hacia otro lado nos hará no solo más felices sino más productivos.
Se puede practicar el control de nuestra atención enfocándola propositivamente hacia algo, por ejemplo hacia nuestra respiración, como cuando se medita.
Usualmente cuando empezamos a practicar dirigir nuestra atención, al poco rato, empieza a irse a otro lado. Entonces, tenemos que volverla a llevar hacia donde queremos, hacia la respiración, en este caso.
Cada vez que practicamos esto, estamos fortaleciendo el control cognitivo de nuestra capacidad de atender y concentrarnos en lo que queremos. Además, estamos reforzando nuestra capacidad de tranquilizarnos.
La capacidad de concentración es indispensable para el logro de cualquier objetivo que deseemos. De hecho, aunada a la inteligencia emocional suele ser mejor predictor del éxito en la vida que únicamente la capacidad intelectual de una persona (Goleman, 2013 ) .
También es muy importante desarrollar nuestra atención hacia las personas con las que interactuamos para realmente conectarnos con ellas. Esta es la base de la empatía, tener la capacidad de atender al otro, de captar como se siente y reaccionar de acuerdo a esto.
Mientras más enfocada esté nuestra atención en lo que estamos haciendo, mejor será nuestra actuación y desempeño. Además, es importante, también poder prestar atención y reconocer nuestros propios sentimientos y emociones. Es necesario, para poder manejarlos mejor, no solo en nuestras relaciones con los demás, sino con nosotros mismos.
Actualmente, a pesar que estamos en una época en que los medios de comunicación han logrado un avance realmente asombroso, paradójicamente tenemos más problemas para comunicarnos efectivamente.
No es nada raro observar en la mayoría de las reuniones que las personas generalmente dividen su atención entre la conversación que sostienen entre ellas frente a frente y las otras conversaciones que, al mismo tiempo tienen en el celular.
Ni que decir de las situaciones en que conversan frente a la televisión, con el celular y la tableta o laptop. En estas condiciones, se carece de presencia en las relaciones. Las personas, están y no están, realmente. No se dan la oportunidad de prestar atención a los múltiples mensajes y claves no verbales que les ayudarían a entender mejor al otro.
Tampoco podrán permitirse estar conscientes de ellas mismas, de cómo se están sintiendo en ese momento y, así manejar mejor sus emociones en el momento. Estos dos aspectos: observar y comprender las emociones de los demás y las propias cuando estamos con alguien más, son requisitos indispensables para reaccionar de manera apropiada a la situación.
Las personas más inteligentes emocionalmente y que tienen mejores relaciones son muy hábiles haciendo esto.
Además, cuando estamos 100% ciento enfocados en lo que estamos haciendo, no solo lo hacemos mejor, sino también lo disfrutamos mas. En estas condiciones, podemos incluso llegar a alcanzar estados de “flow”.
El flow es la sensación que experimentamos cuando realizamos alguna actividad tan concentrados, que perdemos la conciencia de lo que ocurre a nuestro alrededor. Nos desconectamos mentalmente del entorno. Toda nuestra energía se encuentra focalizada en lo que hacemos.
El control de la atención es, entonces, importantísimo no solo para tener un mejor desempeño en las tareas que realicemos sino también para establecer mejores relaciones. En esta época con tantos distractores de todo tipo, con la tendencia generalizada a realizar múltiples tareas simultáneamente, necesitamos entrenarnos para mantener nuestra atención enfocada en lo que queremos.
Daniel Goleman, en su último libro, “Focus”, publicado en 2013, dice que los ejercicios de meditación son excelentes prácticas de control de la atención. Así, meditar, aunque sea quince minutos diarios puede empezar a hacer una gran diferencia en nuestra vida.
http://silviabobadilla.com/index.php?contenido=boletin&ver=99