Una persona me ha hecho llegar esta respuesta para que la publique en su nombre ya que no está dado de alta y no puede publicarlo directamente:
""Hola, Unamuno, un saludo.
Soy compañero de viaje tuyo, así que el paisaje que nos describes me resulta, como supongo que a los que te leemos, muy familiar.
El amor es lo que, a lo mejor, subyace en realidad en lo que llamamos amistad, hasta el punto de que tal vez podrían llegar a ser lo mismo. ¿Qué entendemos por amigo sino alguien a quien me entrego plenamente?. Y éso, ¿no es amor?.
Tal vez manejamos conceptos diversos adquiridos desde nuestra cultura, que si los analizamos mínimamente se nos podrían caer por su propio peso.
Por ejemplo, ¿sólo es amor la relación que mantenemos, junto con sus sentimientos asociados, con los familiares?. O ¿Todos los sentimientos que llamamos amor hacia nuestra pareja,no están en alguna medida mezclados con actitudes de dependencia, control, sumisión o liderazgo, por poner sólo algunos ejemplos, y que perjudican a lo que entendemos por una relación basada en el Amor?.
¿No sería el amor algo así como darnos al otro completamente, por su bien, y sin esperar nada a cambio?. Miremos a nuestro alrededor y pasemos el filtro a nuestras relaciones, incluídas las más valoradas. ¿No esperamos de nuestra pareja nada a cambio?. ¿Ni de nuestros hijos?.
Posiblemente estemos bastante alejados de lo que sería el auténtico Amor, ese que no tiene nada que temer ni perder respecto a los demás, que es entrega absoluta a las necesidades que nos solicitan, que en el propio gesto de dar encuentra su más grande recompensa, pero fundamentalmente, en sentirse uno con el todo, el haber servido de canal o instrumento para que, a través de sí, la Vida se ayude a si misma, sin esperar migaja alguna para el propio beneficio. Mi generosidad no la he tenido que fabricar, ya venía conmigo. ¿Soy yo resonsable de tenerla o es un mérito de la Vida?.
Ésto tal vez requeriría grandes dosis del elemento que, a mi modesto entender, debería constituirlo: la COMPRENSIÓN.
Sentirse un eslabón de la gran cadena de la Vida, y no un individuo singular que es simplemente amoroso o bondadoso, nos podría dar, creo, una perspectiva mucho más relativa sobre la importancia de nuestras acciones y méritos. No somos geniales, "buena gente", avanzados espiritualmente o con un gran corazón, si somos capaces de hacer cosas por los demás. Lo hace casi toda la Vida a nuestro alrededor sin la menor importancia.
No concibo la vida más que como una interacción mútua y múltiple. No me creo que si doy limosna a un pobre, yo sea el bueno, el que lleva a cabo la acción. Pensemos que sin el pobre, mi limosna no habría sido posible. Y que el pobre ha contribuido a que yo practique mis creencias, cuando menos, si no ha servido tristemente como alimento para mi vanidad, al creer que su vida ha mejorado gracias a mi. Una vez más, el Yo, el gran protagonista.
Acabo ya. Creo que cuando exijo a los demás una correspondencia respecto a mi amistad o generosidad hacia ellos, tal vez no sea más que esperar la aplicación de un esquema exclusivamente mental de una adecuada correspondencia. Si doy espero, y si no recibo, me decepciono. Y esta decepción no debería estar fijada en el otro, sino sobre la expectativa generada en mí.
El Amor es no esperar nada a cambio de darse. Y si como seres mundanos que somos arrastramos un condicionamiento mental que te dice que el otro debería corresponder, entonces emplear la segunda premisa: la comprensión. En primer lugar hacia uno mismo, comprendiendo que aún estoy limitado en mi capacidad de amar, pero que no es tan grave porque mi mente, mi ego quieren un saldo de deudas, pero mi corazón se siente más libre sin esas ataduras. Con el tiempo resultará cada vez más fácil.
Y comprensión hacia el otro. No hace nada que no hayamos hecho nosotros, buscar en la Vida aquello que vamos necesitando de entre lo que se nos muestra o "aparece" a nuestro alrededor, puesto por la propia Vida. Seguro que tú también obtenías algún "beneficio" ayudándola. ¿No ayuda acaso la abeja a la flor a extender su polen, mientras que la flor le ofrece éste como alimento a la abeja?. ¿Acaso te quedó un vacío que aún no hayas llegado a entender, algo que te resultaba gratificante y que ya no obtienes, más allá del hecho objetivo de que ella ya no te busca como antes, cuando su necesidad ha desaparecido?.
No lo sé, pero creo que el Amor no quiere a nuestro alrededor gente con obligaciones, sino más bien que sean libres. Y lo que no vaya por ahí, no tiene mayor importancia, es un niño enfadado. Es nuestro ego, sin más.
Suerte, un cordial saludo.""