¿NO SABES CÓMO DECIR ALGO A ALGUIEN?
Consejos que te lo harán más fácil
Por Ana Muñoz
Siempre puede haber algo que te moleste en tus relaciones con los demás, como un determinado comportamiento habitual por parte de otra persona que te desagrada o algo que ha dicho o hecho. Pero no siempre resulta fácil plantear esos temas por temor a la reacción de la otra persona, a que se enfade, te rechace o se genere una discusión.
Esta evitación puede librarte a corto plazo de posibles conflictos o del mal rato que puede suponer una discusión pero a largo plazo va deteriorando tu relación con esa persona porque nunca llega a saber que está haciendo algo que te molesta y, por tanto, no dispone de la posibilidad de cambiar.
Con el paso del tiempo, pueden irse acumulando problemas sin resolver, temas que nunca has planteado, comportamientos que te desagradan que has aceptado por no haber sido capaz de poner las cartas sobre la mesa. Esta acumulación puede hacer que la otra persona te vaya resultando cada vez más desagradable e incluso puedes llegar a romper la relación. Por supuesto, la otra persona se quedaría totalmente sorprendida porque ni siquiera era consciente de que había un problema. Al fin y al cabo, nunca llegaste a decírselo.
Lo que se esconde debajo de este comportamiento suele ser el miedo al conflicto. Es el miedo a que la reacción de la otra persona nos haga daño de algún modo: puede rechazarte, culparte, ponerse a la defensiva, discutir, sacar temas del pasado criticando tu comportamiento… Todo esto sucede a menudo cuando planteamos ciertos temas a los demás pero suele merecer la pena arriesgarse.
La reacción de la ora persona dependerá tanto de tu modo de plantear el tema como de su forma de ser y de su tendencia general a reaccionar en estas situaciones.
A veces, aunque plantees el tema del modo más apropiado posible, la otra persona puede reaccionar realmente mal y es poco lo que puedes hacer ante eso pero sí puedes hacer mucho si mejoras tu forma de poner las cartas sobre la mesa.
CÓMO PLANTEAR EL PROBLEMA
1. Piensa con cuidado qué es lo que te molesta exactamente, por qué te molesta y qué es lo que sientes.
2. Piensa qué es lo que esperas de esa persona o cómo deseas que cambien las cosas.
3. Cuando tengas claros estos dos aspectos, busca un momento adecuado, en el que tengáis tiempo de hablar con calma, estéis a solas y no tengáis prisa. Platearlo cinco minutos antes de tener que ir a trabajar no es muy buena idea.
4. Di lo que piensas con claridad. No lo dejes caer mediante una insinuación que haga que la otra persona no sepa bien de qué estás hablando, pues eso solo empeorará las cosas. Dile que quieres hablarle de algo que es importante para ti y explícalo de manera que te entienda.
5. No lo plantees como una exigencia (“tienes que dejar de hacer esto”) sino como una petición (“me gustaría que no hicieras esto”). Es decir, se trata de un cambio que esa persona decide hacer porque así lo desea, porque se lo has pedido tú y desea complacerte. Si una persona hace algo de este modo tiene sensación de control. Por el contrario, si se lo planteas como algo que tiene que hacer obligatoriamente, tendrá la sensación de que pierde el control y eso no le gusta a nadie.
6. Explica por qué ese comportamiento te molesta y cómo te hace sentir para que sepa cuáles son tus sentimientos.
Dos tipos de motivos; dos formas de plantearlo
A veces, puede molestarte un comportamiento porque lo consideras ofensivo o desagradable a nivel general; es decir, se trata de algo que está mal en general y ofendería a cualquier persona. En otras ocasiones, en cambio, se trata de algo que te molesta a ti pero que podría no molestar a otros (por ejemplo, puede molestarte que use un determinado mote para llamarte o algún comportamiento durante vuestra relación sexual que no te agrada). Tu forma de plantearlo puede ser distinta según el tipo de comportamiento de que se trate.
En el primer caso, la otra persona puede no ser del todo consciente de que cierto comportamiento es ofensivo para el resto de las personas y tan solo necesita que alguien le explique así es y por qué. Es decir, tan solo necesita aprender. Y si se lo planteas con amabilidad, puede que esté más que dispuesto a cambiar porque, por lo general, todos queremos ser mejores personas.
En el segundo caso, puede que necesite darse cuenta de que vuestros gustos no tienen por qué ser los mismos y que lo que te molesta a ti puede que no moleste a los demás (o al revés). Pero cada persona tiene derecho a que se respeten sus gustos, aunque sean diferentes a los nuestros. El respeto es algo muy importante en una relación y uno de sus aspectos consiste precisamente en no hacer cosas que le desagraden a la otra persona incluso aunque no entendamos por qué. Cuando le pides que no haga algo que te molesta, simplemente le estás pidiendo que te respete.
Por último, puede haber cosas que no son ofensivas a nivel general, que te molestan a ti pero que, en realidad, son comportamientos a los que la otra persona tiene derecho. Por ejemplo, te molesta que salga con sus amigos o familia de vez en cuando y llegue tarde a casa. Plantear este tipo de situaciones requiere estar dispuesto a negociar. Puedes ser perfectamente consciente de que tu pareja no hace nada malo al querer estar con sus amigos, familia, etc. pero, al mismo tiempo, quieres que esté contigo. Si planteas esta situación de un modo flexible, aceptando negociar y buscar soluciones que satisfagan a ambos, tendrás más posibilidades de lograr algo. Por ejemplo, que no vuelva tan tarde o alguna otra solución que implique que los dos cedáis un poco y que ambos hagáis algo por el otro teniendo en cuenta sus necesidades en vez de tener en cuenta solo vuestros deseos.
Si tienes en cuenta lo anterior verás que no es tan difícil decir las cosas porque si las planteas del modo correcto, la mayor parte de la gente suele responder bien.
