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 LA IDENTIDAD



Enero 26, 2016, 06:22:10 am
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Desconectado Francisco de Sales

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LA IDENTIDAD
« en: Enero 26, 2016, 06:22:10 am »
LA IDENTIDAD



Personalidad, y persona, vienen del latín “per sonare” y se refiere a las máscaras que utilizaban los actores en el teatro hace 2000 años. En aquellos tiempos, y debido a la ausencia de sistemas megafonía, y para que oyeran los que estaban más alejados del escenario, las máscaras llevaban acopladas a la boca una especie de altavoz, como trompetillas, que ampliaban el tono de voz.

Esas mismas máscaras, para que se me oiga y para que se me vea con una representación distinta de quien originalmente soy, las utilizaré a lo largo de mi vida desde mi nacimiento.

La primera máscara-personalidad –la de niño obediente- la utilizaré para comprar el cariño de los que me rodean y me crían, para no perder sus favores y los cuidados necesarios; después, las circunstancias, si yo no hago algo para evitarlo, me obligarán a que siga utilizando distintas máscaras a lo largo del día y de la vida, y dependiendo de con quién esté, tendré que ponerme la máscara-personalidad de empleado sumiso que no quiere perder el puesto de trabajo, la de amiga confesora que escucha y guarda un secreto, la de galán simpático que trata de conquistar, la de sufrida ama de casa que no es comprendida ni valorada, la de cristiano sin vocación, o cualquier otra que necesite emplear o que use sin darme cuenta de ello.

Si se es consciente de ello, no es malo, porque es una máscara que se coloca consciente y temporalmente sobre la auténtica cara y que se puede quitar cuando acabe la representación, como hace cualquier actor de teatro; el problema surge cuando uno se identifica tanto con la máscara que se cree que la máscara es su naturaleza y su realidad.

El problema es que si uno está “actuando” en cada momento, en función de con quién esté, puede llegar a olvidar quién es él realmente.

Todos somos diferentes yoes, aunque hay un Yo que está por encima de todos ellos. Es difícil, no imposible, ser Uno Mismo en todas las circunstancias. Hay que ser a veces la madre paciente, la esposa abnegada, la puta en la cama, el hombre entero, el jefe duro, la cocinera eficaz, el conductor amable, el payasete… todo ello sin renunciar a seguir siendo Uno Mismo, o más bien, siendo Uno Mismo.

Es difícil, no imposible, acertar en cada momento, pero se debe tener algo muy claro: si la gente con la que uno se relaciona exige que uno sea de cierta forma que no es la habitual, habrá que mirar atentamente si es absolutamente necesario, o por lo menos muy conveniente, o si uno se está vendiendo a bajo precio. Si para contentar a cierta persona hay que estar siempre optimista, porque es lo que el otro espera, y no acepta a uno en un mal día, habría que mirar si interesa esa relación. Si en la relación con otra persona siempre hay que ser generoso, porque es lo que espera de uno, y no acepta que un día que se puede o no se quiere serlo, habría que mirar si interesa esa relación.

“Hay una cosa que ni siquiera Dios puede hacer”, le dijo el Maestro a un discípulo al que le aterraba la mera posibilidad de ofender a alguien, “¿Y cuál es?”. “Agradar a todo el mundo”, dijo el maestro.

El esfuerzo que requiere la “actuación” que nos exigen ciertas normas, que no sabemos quién instauró y que no cuestionamos si son compatibles con nuestra naturaleza o si estamos satisfaciendo deseos extraños y no los propios, es agotador.

Vivir tantos personajes en el día, saber comprender a cada uno de ellos, tomar decisiones personalizadas con cada personaje, hacer que uno diga y otro calle, o que otro diga y uno calle, conseguir un equilibrio entre mente-pensamiento-deseo-realidad-duda, vivir la propia historia al margen de otras historias, malgastar parte del irrecuperable tiempo, pintarse una sonrisa con desgana, morir en cada momento… estas son algunas de las solicitudes de la vida en función de los demás.

Ser uno mismo, desarrollar la propia personalidad, pero sin aplicarla a la persona que somos sino al fondo que somos, es el camino adecuado.

Ser uno mismo a la búsqueda del Uno Mismo.

Y a eso se le llama IDENTIDAD: “hecho de ser una persona o cosa la misma que se supone”. La identidad es lo único que permanece en la persona desde su nacimiento hasta el fin. Cambia el cuerpo, el pelo, el tono de voz, la osamenta; cambia el nivel cultural, cambian las aficiones, los gustos, los deseos; cambian las ilusiones, las metas, el entorno… lo único que no cambia, lo que permanece igual es la identidad.

El que realmente somos. Lo que somos.

Esa característica natural que alguien nos implantó, o que habíamos ganado en otras encarnaciones, es la que evoluciona con las experiencias, pero no en un sentido expansivo y a la búsqueda de lo exterior, sino todo lo contrario, un crecimiento implosivo, cada vez más hacia el núcleo, resumen y esencia, en el que todos nos unimos, del que todos partimos.

El éxito, y la tranquilidad personal, es preservar la identidad en su integridad, defenderla y mantenerla siempre, ampliarla, actualizarla, porque el respeto a la propia identidad es la defensa de la dignidad personal.


Te dejo con tus reflexiones…
« Última modificación: Enero 26, 2016, 06:37:26 am por francisco de sales »

 

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