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 DIFERENCIA ENTRE MENTE Y SABIDURÍA INNATA



Marzo 13, 2016, 05:39:36 am
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Desconectado Francisco de Sales

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DIFERENCIA ENTRE MENTE Y SABIDURÍA INNATA
« en: Marzo 13, 2016, 05:39:36 am »
DIFERENCIA ENTRE MENTE Y SABIDURÍA INNATA


Es necesario comenzar este artículo aclarando que nada de lo que contiene dispone de una base científica demostrable, que no está basado en experimentos contrastados, que no hay intelectuales que lo avalen, sino que posiblemente se trata exclusivamente de una elucubración mental que no pasaría ninguna prueba analítica rigurosa. Quiero decir que no tiene mayor importancia, que es sólo un divertimento de mi pensamiento, y que no tengo intención ni deseo de convencer a nadie de que lo que voy a escribir es cierto.

Aunque… quién sabe… igual tiene algo de verdad…no lo sé… en cualquier caso te invito a leerlo. Si ves que algo resuena en tu interior de algún modo y no te parece tan descabellado… estupendo. Y si no es así olvídalo fácilmente y no dejes que perturbe tus creencias muy arraigadas.



En mi opinión, las ideas, los pensamientos, las especulaciones, los conceptos, las imaginaciones, las invenciones, las creencias, y todos esos productos cerebrales o intelectuales o que son el resultado de las reflexiones, nos llegan de dos sitios básicamente: de la mente o del corazón.

Y como hay tal confusión entre las personas acerca de lo que es mente y lo que es pensamiento, y del origen de las cosas que se nos presentan dentro de “la cabeza”, cuento lo que a mí me funciona para distinguir.

Creo que pensar es un proceso de relacionar ideas, pero hecho SIEMPRE en una mente condicionada, con unos prejuicios que nos hacen repetir continuamente lo mismo sin que nos hayamos puesto a considerar si las ideas de hace treinta años siguen vigentes, o si nos hemos estancado en ellas sin permitirlas-permitirnos evolucionar; si las hemos actualizado para que sean coherentes con lo que somos en este momento actual, si están regidas por miedos reales o imaginarios, si se  basan sólo en los conocimientos intelectuales y pensamos desde el complejo y la mente pequeña y limitada; no revisamos si son ideas equivocadas o castradoras o timoratas o sin sentido o muertas; nos conformamos con saber que son “nuestras” y, además, no las queremos perder porque son las únicas que conocemos y ni siquiera somos conscientes a veces de que podemos tirarlas por la borda, liberarnos de su estrechez de miras, rebelarnos contra su esclavitud, y mandarlas-mandarnos a la mierda en ese sentido.

La mente es, o dice ser, racional. En principio, eso quiere decir cuadriculada y limitada. Además, la mente se considera independiente de nosotros y con plena libertad para hacer sus elucubraciones del modo que considere oportuno y presentándonos después sus creaciones y conclusiones como si fueran nuestras propias. Y, encima, nos creemos que son nuestras y las acatamos como si realmente lo fueran. Se nos olvida en demasiadas ocasiones que la mente es un instrumento a nuestro servicio, una herramienta para utilizar conscientemente, y no es nuestra directora, quien nos manda, y menos aún infalible. Y que sus conclusiones son suyas y no nuestras.

Veo la mente en ese sentido bastante limitada, excesivamente condicionada, no del todo fiable –todos hemos podido comprobar la cantidad de “errores” y “equivocaciones” que comete-, y que es un poco complicado relacionarse bien con ella.

Por otra parte -y de esto sí que soy realmente consciente, o sea que lo saco de la divagación que es el resto de lo escrito-, todos –repito: todos- disponemos de una sabiduría innata, con la que ya nacemos, que en opinión de unos es un regalo o don divino, y en opinión de otros es la sabiduría acumulada en encarnaciones anteriores.

Así como la mente la situamos simbólicamente en la cabeza, esta sabiduría innata la situamos en el corazón.

Así que es el corazón –otros lo llaman intuición- quien tiene la capacidad de “pensar” mejor que la mente, la habilidad para tomar decisiones con más precisión, y además evita todos los conflictos mentales, todo ese darle vueltas a las cosas una y otra vez, y todas las dudas acerca de la incapacidad de uno para pensar bien por la falta de costumbre bien por creerse poco inteligente.

El corazón y la intuición afinados –y se afinan aún más cuando les permitimos expresarse y les demostramos confianza- son muy atinados, aprecian lo visible y lo invisible, disponen de ecuanimidad, y deciden sin nuestra intervención invasiva por lo tanto de un modo más certero.

Hay cosas que es mejor pensarlas y cosas que es mejor sentirlas. Y la sabiduría está en saber distinguir cuándo una cosa, cuándo la otra, y cuando tener en cuenta a ambas al mismo tiempo. Y para eso no hay –o no conozco- una fórmula universal. Son la atención, la experiencia, y la propia sabiduría innata quienes dan pistas de cuál utilizar en cada momento.

Repito: no hagas caso de lo que has leído. O sí…


Te dejo con tus reflexiones…

 

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