Carpe diem (captar el instante)
Captar el instante.
Verlo.
Darse cuenta.
Capturarlo.
Darle tratamiento de eternidad, pleitesía de Rey y adoración de Dios, porque ese instante va a morir inmediatamente; morir de no volver más, de no repetirse; de no repetirse nunca, jamás, de ese mismo modo.
La próxima vez que suceda un instante similar, sólo será similar, y nosotros ya no seremos los mismos.
Así que hay que estar atentos: sacarle el jugo, el aire, la esencia, y el espíritu que contienen.
Sacarles la vida.
Ser en cada momento totalmente uno, que es quien mejor se da cuenta y lo aprovecha.
Ser sensibles, atentos, hambrientos de vida.
Ser silencio, risa, o corazón, según se quiera.
Darse cuenta de que ese instante trae ilusión y silencio, así como los siguientes también harán lo mismo.
Por tanto, atención.
Atención viva, atención intensa.
Nada más que atención.
Otros instantes traerán otras cosas, pero hay que disfrutar y aprehender lo que trae este instante.
Vivirlo… hay que vivirlo antes de que se muera, antes de que se convierta en suspiro o en pasado, que es lo mismo; antes de que el recuerdo se lo lleve a su Reino del Olvido, y antes de que el arrepentimiento lo añore.
Hay que pensar que cada instante tiene, resumido en su breve tiempo, cuanto nos tiene que dar.
Hay que cogerlos, sentirlos, acariciarlos, extraerles el jugo, amarlos, integrarlos, vivir su presente y su presencia... y todo eso en el breve instante que dura un instante.
Carpe Diem…
Captar el instante…
Captar cada instante…