DIOS Y YO
El día que Dios se me presente
cara a cara,
de Tú a yo,
de un modo claro,
pero que muy claro,
con el carnet de Su sonrisa en la boca,
y me dé la mano
como caballeros,
sin dobleces,
convenciendo a mi desconfianza,
y me dé un abrazo de amigo,
me deje unas palabras en el oído
y unos consejos clavados
en mi mente inquisidora,
o me hable sin palabras
pero me mire sin dudas,
y me llame hermano
y Le llame hermano,
y me abrace del modo
que abraza Dios,
romperé la distancias,
desharé los recelos,
cancelaré las preguntas pendientes
y viviré
y moriré
en paz.