¿HAY QUE PREGUNTARSE POR QUÉ O PARA QUÉ?
En mi opinión, que es la de una persona que le da a las palabras la importancia que tienen, en la mayoría de las ocasiones sería más conveniente que las preguntas comenzasen con un ¿Para qué? en vez de con un ¿Por qué?
¿POR QUÉ? Busca conocer el origen, la causa o el motivo de un asunto.
¿Eres de las que se preguntan el “por qué”?
En el “por qué” hay, sobre todo, una especie de curiosidad, aunque si uno encuentra la respuesta verdadera a la pregunta que se quiere hacer –aunque la enuncie mal- es estupendo. Lo menos estupendo es que una vez satisfecha la curiosidad que hay tras ese “por qué” ahí se acabe todo y no se resuelva.
¿PARA QUÉ? Se emplea como medio de conocer las consecuencias o razones por las cuales ocurre, se produce, o se hace algo.
¿Eres de las personas que se preguntan el “para qué” de las cosas?
Te recomiendo que lo hagas.
En el “para qué” hay más implicación personal. Es una pregunta de los que saben que toda causa provoca un efecto, que todo tiene un sentido aunque no siempre se comprenda, y quieren saber qué les va a aportar eso que ha sucedido. Aceptan el dolor o la sensación de la situación que les ha ocurrido, pero no quieren que eso sea gratuito o que no vaya a servir para nada, así que se preguntan “para qué”.
Se acepta lo que haya sucedido, pero hay un interés espiritual en saber “para qué”.
¿Para qué tenía que vivir yo esta experiencia?
¿Para qué es necesaria?
Ese “para qué”, lo adelanto, provoca en muchas ocasiones un desasosiego personal, porque de pronto uno se encuentra sin respuestas para unas preguntas que hasta ahora no se habían manifestado, dejándonos –ilusoriamente- en paz.
¿Todo tiene un “para qué”?
Y si hasta ahora vivía más o menos tranquilamente sin saber el “para qué” de lo que me sucedía… ¿Para qué tengo que liarme ahora con este nuevo torrente de preguntas que me van a obligar a plantearme o replantearme muchas cosas y a padecer la incomodidad en la que viviré hasta que vaya encontrando respuestas?
No pretendo desanimarte, pero te lo advierto porque es el precio a pagar si quieres, de verdad, avanzar en tu Camino de Desarrollo Personal, en el que solamente sirve la verdad de la verdad, y en el que la omisión o el autoengaño no son más que trampas y zancadillas.
Interesarse en el “por qué” de las cosas es un camino más tranquilo. Es más mental y un poco intelectual, como si fuera una pregunta del ego que quiere satisfacer su curiosidad, mientras que en el “para qué” hay una pasión y una intranquilidad interna que al mismo tiempo llevan implícito un interés más auténtico y más profundo.
“Para qué” responde al sentido más espiritual que tienen las experiencias en la vida, responde a quienes sienten y saben que todo lo que les sucede en la vida tiene una razón y un objetivo.
“Para qué” es una pregunta a la que le cuesta encontrar respuestas, pero cuando éstas aparecen… la paz se instala, las cosas adquieren otro sentido, la comprensión desde el alma se manifiesta, el puzzle de la vida va cogiendo forma y se va percibiendo mejor…
“Por qué” aporta mucho, pero “para qué” aporta más y mejor.
No es un juego de palabras ni una puede sustituir a la otra.
De momento, te sugiero que sigas como hasta ahora, con “por qué”, pero hazte más a menudo la pregunta de “para que´”.
Te sorprenderás con las respuestas cuando aparezcan.
Te dejo con tus reflexiones…