DECÁLOGO DE LA MADUREZ
AUTESTIMA.-
Aceptar que si no empezamos a querernos a nosotros mismos, difícilmente obtendremos y conservaremos el amor a los demás.
RESPONSABILIDAD.-
Tener en cuenta que, aunque nuestros problemas vengan de la infancia, las soluciones sólo las podemos encontrar siendo adultos.
AQUÍ Y AHORA.-
Si no somos capaces de volar hacia el País del Presente, corremos el riesgo de quedarnos para siempre en el País de Nunca Jamás.
CONFIANZA.-
Recurrir a nuestras propias capacidades y valores para corregir cualquier déficit de autoestima.
AUTONOMÍA.-
Creer en nuestras posibilidades y aprender a llevarlas a la práctica con planes de acción concretos que no dependan de terceras personas.
REFLEXIÓN.-
Convertirnos en maestros de nosotros mismos y, a través del diálogo interior, decidir lo que debemos hacer para llegar a ser lo que queremos.
RUMBO PROPIO.-
Tener presente que, en todo momento y lugar, estamos capacitados para corregir nuestros errores y reorientar el rumbo de nuestra vida.
INTREPIDEZ.-
No olvidar que nunca es tarde para cambiar y que siempre estamos a tiempo de mejorar, aunque cuanto antes iniciemos el proceso, mayor será el beneficio que obtendremos.
PROVISIONALIDAD.-
Los buenos momentos son para disfrutar y los malos para aprender. Aceptar lo que no podemos cambiar y tomar las decisiones necesarias para cambiar lo que sí podemos.
FINALIDAD.-
Con la madurez tendremos tres grandes recompensas: viviremos con coherencia, nos sentiremos realizados y seremos dignos de ser amados.
(Francesc Miralles, en Integral)