SIN EGO
Acaba de llamar el ego a mi puerta.
Ya no le abro.
Sé lo que quiere
y sé que no le quiero.
Está enfadado
porque le he despojado de protagonismo,
le he cortado las alas,
le voy ninguneando
y relegándole al olvido.
Se siente herido en su vanidad,
-de muerte herido-,
ególatra tembloroso,
Rey con el trono perdido.
Le cambié por su ausencia
y gané en paz y en tolerancia.
Me siento vacío y es grandioso.
Nadie me manda.
Nadie me exige.
No necesito títulos,
ni aplausos,
ni un cetro.
Ahora,
por fin,
soy yo.
Francisco de Sales
(Más poesías en
www.franciscodesales.es)