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 CÓMO CORTAR CON LOS MANDATOS FAMILIARES



Enero 14, 2017, 06:41:15 am
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CÓMO CORTAR CON LOS MANDATOS FAMILIARES
« en: Enero 14, 2017, 06:41:15 am »
CÓMO CORTAR CON LOS MANDATOS FAMILIARES
Daniel Colombo


“Soy torpe como mi madre”, “Mi tía siempre me dijo que sería un fracaso”, “Nosotros somos pobres, por eso…”, “No sé cocinar; mi abuela sí que sabía”, “Las personas inteligentes son las que estudian”, “El dinero es cosa de gente mala”, “Saliste igual a tu padre”

¿Te suenan conocidas estas pseudo afirmaciones? ¿Qué otras sumarías a la lista?

Muchas de ellas las vienes escuchando, y lo que es más fuerte aún, viviendo desde temprana edad. Se llaman mandatos familiares, y forman un complejo sistema de normas y reglas que, prácticamente sin ningún sustento, es muy posible que muchos de ellos los sigas reproduciendo una y otra vez durante la vida adulta.

Cuando la vida presenta muchas trabas internas que no nos permiten avanzar, es necesario revisar estos códigos y obligaciones que los hemos asumido en forma encubierta, y que nos atrapan en un tipo de vida no elegido por nosotros.

Si quieres conquistar tu libertad, expandirte y explorar el mundo desde tu perspectiva, quizás la tarea sea la de cortar con estos mandatos, en vez de ser una especie de marioneta viviendo la vida de perfección que -se supone- imponen esas normas.

En determinadas etapas de la vida de algún modo hemos sido apresados por esta malla invisible que conforman los mandatos. Incluso hay muchos que se pasan de generación en generación, bajo la fuerte e imprecisa potencia del famoso “legado familiar”.

Es posible que en la infancia, cuando vamos conformando nuestra estructura psíquica, no nos animemos a desafiarlos, sobre todo porque no contamos con la información necesaria, y estamos aprendiendo las formas de convivencia con el entorno.

A muchas personas hay momentos de quiebre, donde esta consciencia invisible se revela y se rebela: como en un laboratorio fotográfico, muestra una pintura de lo que nos hemos convertido, y allí nuestro yo se alza en rebelión, queriendo desatarse de lo impuesto desde afuera.

Cuando nos agotamos y nos cansamos de ser rehenes de estos mandatos familiares, que también están atravesados muchas veces por rasgos culturales, sociales, entramados ocultos dependiendo del lugar donde fuimos criados, secretos y oscurantismo, es posible que elijamos el camino de la libertad.

Allí aparece otro mandato familiar: “es una oveja negra, como era …”, en referencia a determinada persona de la familia o círculo cercano.

Lo perverso de este funcionamiento es intentar crear un status quo (hacer que nada cambie), para no tener que atravesar la incomodidad del cambio y la revolución que implica la transformación humana.

“Cada familia es como un clan. Es una dimensión dinámica y tremendamente compleja donde se integra un legado emocional, un pasado, unas creencias, unas represiones y por supuesto unos mandatos”, dice en su obra Viktor Frankl, neurólogo y psiquiatra austriaco, escribió en su libro “The Doctor and the Soul”; y agrega: “la única cosa peor que el sufrimiento, es que el propio sufrimiento se vaya sin testigos. De ahí el valor de la familia como primer círculo de recuerdo, de heredera de ese legado.”

¿En qué se convierten los mandatos familiares? En sufrimiento. Y el sufrimiento en rencor. Y el rencor en resentimiento. Y el resentimiento, en culpa. Una combinación explosiva que se ancla en la desconfianza, la mentira, el desconcierto emocional y la tendencia a la ruptura -y no la integración de un sistema propio de valores y formas de vida- independientemente del área de que se trate. Es decir, no solo el mandato familiar determinará nuestra conducta en ese ámbito, sino que es posible que se traslade la misma forma operativa a otros aspectos, como el trabajo, la búsqueda de la pareja que nos permita vivir la experiencia del amor en su sentido más profundo, la profesión y los vínculos en general.

Si hay una base de desconfianza, algo se rompió dentro de nosotros; y por más que nos empeñemos en pegarlo con la mejor cola que exista en el mercado, ya estará irremediablemente deshecho.

Frente a esto, ¿qué podemos hacer? La buena noticia es que hay salida, y la recompensa es ni más ni menos que tu libertad.

?   Algunos ejemplos de mandatos
?   
?   No puedo equivocarme
?   La felicidad hay que ganársela trabajando duro
?   Si pido ayuda admito que no sirvo.
?   Tengo que hacer sentir bien a los demás.
?   Todo lo que vale cuesta esfuerzo.
?   Lo barato sale caro.
?   No pidas ayuda
?   No hables con extraños
?   No es bueno llorar y demostrar tristeza.
?   Lo que no se planifica sale mal.
?   La gente es como es y no cambia.
?   Nada es gratis en la vida, todo tiene un precio
?   Debo controlar mis emociones
?   Debería preocuparme más por las cosas
?   Es demasiado difícil obtener lo que quiero
?   Si no me dan la razón es porque no me quieren
?   Dependo de los demás
?   Es porque fui criado así o porque así lo aprendí
?   No soporto como actúan los demás
?   Existe una solución perfecta, ideal para cada problema
?   Debo hacerlo mejor que los demás
?   Si me critican es porque he cometido un error
?   No puedo cambiar mi forma de pensar
?   Debería ayudar a todos los que me necesitan
?   Nunca debo mostrarme débil
?   Existe un solo amor verdadero
?   Nunca debo herir a nadie
?   La mayoría de las veces soy inferior a los demás
?   Tengo que ser el centro de atención
?   Tengo que ser el mejor
?   Renunciar es la mejor estrategia para no sufrir
?   Debería estar siempre contento
?   Basta la fuerza de voluntad para resolver todos los problemas


También hay otros mandatos muy extendidos socialmente, aunque por su persistencia e insistencia cuando deseamos desafiarlos, se convierten en un territorio minado y espacio “de guerra”:

?   Todos los domingos la familia almuerza junta.
?   En esta familia desde mi tatarabuelo, todos son abogados.
?   Somos una familia pobre; y eso no cambia.
?   Siempre seremos menos que los demás.
?   Siempre seremos más importantes que los demás.
?   El adulto siempre tiene la razón.
?   Los niños callan.
?   La navidad es para celebrar en familia.
?   Siempre debes estar alegre, si no, no te querrán.
?   Dale un beso a esta persona…
?   Tienes que ser simpático/a.
?   No contradigas a los mayores.
?   Los curas/médicos/autoridades siempre tienen razón.
?   Dios te va a juzgar.
?   Si haces tal cosa, te compensaré con lo que quieres.
?   No te vistas con ropa de colores llamativos.


Los mandatos se tallan muy fuertemente dentro de nosotros. Por eso es necesario animarse a desactivarlos, trabajarlos y crear nuestra propia realidad, desafiando lo preestablecido y conformando un espíritu libre, que estimule el desarrollo integral humano. Es decir: eso que siempre soñaste que quieres ser. E ir por ello.

¿Sencillo? No. ¿Fácil? No necesariamente. ¿Factible? Siempre.

Según algunas corrientes de la psicología, nuestro ADN transmite experiencias y las cincela dentro y fuerte, basadas en el estrés y el miedo que se heredan de generación en generación. Es así que, incluso, experiencias negativas desafiadas por los padres, luego son trasplantadas sin más a los hijos, que las traen prácticamente en sus genes. Lo genético por sí solo, no es determinante de nuestra personalidad, sino que la práctica en base al sostenimiento de mandatos, pautas y dictados desde niños es lo que conforma el paquete de mandatos familiares que nos ocupa en este artículo.

?   IDEAS PARA SALIR ADELANTE

Si bien romper con los mandatos familiares no es sencillo, es necesario considerar en primer lugar que el peso que se le da a la familia condiciona y predispone; cuando la cultura en general impone un formato de que no se la puede cuestionar por más disfuncional que sea en uno o varios aspectos, lo más probable es que surjan legiones de personas infelices y resentidas.
Esta breve guía busca ser un primer paso para desandar el tema de los mandatos familiares:

?   Busca ayuda profesional. Distintas corrientes de la psicología enfocan este tema directamente; en muchos casos se explora el árbol genealógico para descubrir y hasta prevenir patrones negativos repetitivos del pasado y evitar que se implanten en el presente.
?   
?   Toma consciencia de lo sutil de los mandatos. Si pudieses llevar un registro dia a dia de esos comportamientos casi ocultos como hilos invisibles, y de cada vez que tus emociones se desajustan por su impacto, al cabo de poco tiempo tendrás una noción certera de muchos comportamientos con los que no quieres convivir más.
?   
?   Cambia el “debo” por el “quiero”. Este ejercicio consciente de la forma en que articulas tus mensajes y tus elecciones, te permitirá empezar a tener más poder personal para elegir con libertad progresiva, e ir soltando de a poco esas cosas que te atan.
?   
?   Hay mandatos que pueden enriquecerte y ayudarte a crecer: es el caso cuando recibimos palabras cariñosas y afectuosas que estimulan esta parte del Ser. A los otros, podemos no adherir: es un contrato que no queremos firmar, no lo suscribimos. Y como contrato que es, podemos ejercer nuestro derecho a decir que no.
?   
?   Ahonda en tus modelos que te limitan. Deshecha afirmaciones de impacto negativo (como no sirvo, no puedo, no sé, me dijeron que no son bueno en eso) y reemplázalos por una experiencia concreta y activa. Practícala lo suficiente hasta que se haya hecho un ejercicio continuo y permanente.
?   
?   Cuestiona lo que parece trivial en conversaciones familiares. Expresa de buena manera tu punto de vista. Ponte firme si hace falta. Dí “no estoy de acuerdo con eso”. Esto aparece frecuentemente con expresiones muy comunes, como “siempre fuimos de esta forma, no vamos a cambiar ahora”, “las vacaciones las decide papá”, “debes estudiar lo que viene de familia”, “esta pareja no te conviene”, y tantas otras. Estos códigos te invalidan si les das poder.
?   
?   La familia no es una ley. Quiere decir que no estás obligado a tener una lealtad sobre cosas que van en contra de ti mismo, sólo por ser de la misma sangre. Este es el pasaporte a tu infelicidad.
?   
?   Focalízate en el resultado. El resultado es tu necesidad concreta de libertad, cambiar y evolucionar. Ser feliz, ni más ni menos. Y esto no se negocia.
?   
?   Incorpora afirmaciones del tipo “Yo soy…”, “yo elijo…”, “Yo quiero…” seguido de enunciados positivos. Crea tantas frases como necesites; léelas e internalízalas cada día fuertemente. Observa cómo van haciendo raíces fuertes en ti, para empezar a desarrollar tu fortaleza interna que desafíe los patrones de mandatos familiares.

La vida es una experiencia de cambio. Según dónde te ubiques, estarás más o menos satisfecho en ese ir y venir. Y esto es una elección que sólo tú puedes hacer. Recuerda que también puedes buscar apoyo profesional para atravesar este proceso: está en juego tu dignidad, integridad y tu felicidad.


 

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