TODO SE PAGA CON VIDA
En mi opinión, la revisión serena y profunda de las motivaciones que hay detrás de cada una de las cosas que hacemos nos puede revelar grandes sorpresas, porque podemos llegar al descubrimiento inesperado en ciertos aspectos de nuestra vida, o modos de actuar, de que seguimos sin ser conscientes de ellos y, por lo tanto, estamos pagando un precio que puede llegar a ser muy elevado y que –esta es la buena noticia- podemos evitar.
Yo soy muy partidario de preguntarse muy a menudo –casi ante cada cosa que se hace- el por qué y el para qué, porque he descubierto que hacemos miles de cosas sin saber el origen de la orden, sin conocer cuál es la razón ni cuál es el objetivo que se pretende, y lo que es peor: desconociendo el desorbitado precio que pagamos por ello.
Todas las cosas tienen un precio, que es “VIDA”. Todo se paga con vida. Algunas cosas parece que se pagan con dinero porque entregamos dinero a cambio de ellas, pero para conseguir ese dinero hemos tenido que entregar a cambio una parte de nuestra VIDA.
El tiempo que trabajamos es tiempo de VIDA del que nos desprendemos y que nunca, jamás, en ningún caso –ni siquiera excepcionalmente- recuperaremos.
Dormir –aunque sea necesario- lo hacemos a cambio de un tiempo de vida, lo mismo que ver la televisión, hablar con otra persona, meditar, o mirar absortos una puesta de sol: todo es a cambio de una parte de nuestra limitada VIDA.
“Perder el tiempo” no es perder tiempo, es perder VIDA.
Y ya que esto es inevitable –puesto que la vida sigue a pesar de nuestra desatención o nuestra oposición-, y sin que ello nos cree un trauma o nos lleve a la desesperación, es provechoso que seamos conscientes de esta verdad, de modo que podamos administrarlo con sabiduría, invertirlo bien, sacarle provecho, disfrutar con más atención y más intensidad de este maravilloso y mágico regalo que nos han concedido al que llamamos VIDA. NUESTRA VIDA.
En mi opinión, se trata de asumir esta realidad de un modo natural y es bueno manejarla bien y, si es posible, que tengamos una justificación razonable para la inversión de VIDA que dedicamos a cada cosa, y que le saquemos todo el rendimiento posible.
Hay que trabajar para conseguir un sueldo o unos ingresos económicos y esto parece que es inevitable. Hay que asumirlo. Pero sería bueno darse cuenta de cuándo uno está malgastando o desperdiciando la VIDA en cualquier inactividad.
Y darse cuenta de si esa inactividad es un descanso merecido –en cuyo caso está bien- o es un derroche y un despilfarro vergonzoso porque en ese mismo espacio podríamos poner algo que diera satisfacción a nuestra VIDA y se sintiera compensada.
Yo dediqué bastantes años de mi vida a los negocios. Al principio, me sentía satisfecho y valoraba como una buena inversión de VIDA si hacía cada día más clientes o ganaba más dinero, hasta que hubo un momento en que me di cuenta de que eso satisfacía a mi ego pero no a mí.
Hubo otra época en la que valoraba cada día de mi VIDA en función de que me hubiera reído más o menos: mucha risa, buena inversión; poca risa, día de VIDA perdido.
Ahora soy aún más consciente, y una mirada o una emoción me compensan todo un día de VIDA.
Escuchar una ópera me compensa sobradamente.
Escribir una poesía me parece impagable y se merece sin duda una parte generosa de mi VIDA.
Sentir un escalofrío estremecedor en los sentimientos o poder ayudar a alguien puede llegar a compensar TODA UNA VIDA.
Así es.
Pero esto tiene que descubrirlo cada uno en sí mismo.
Aún estás a tiempo –si lo deseas- de reorganizar tu escala de valores para evitar llegar al TIEMPO DE LOS ARREPENTIMIENTOS con una gran alforja cargada de asuntos de los que arrepentirte.
Aún estás a tiempo.
Te dejo con tus reflexiones…