NO HAY QUE ACEPTAR LO “NORMAL”
En mi opinión, parece que en nuestra naturaleza hubiera algo que nos invita e incita a la aceptación de cosas que debieran ser inaceptables.
Es una especie de rendición antes de tiempo y de acatamiento sumiso, o una tolerancia que excede lo que debiera ser razonable, o una resignación impropia, o una desatención al gobierno de la propia vida.
Me refiero a eso que aceptamos mansamente, aunque no nos guste, porque lo consideramos “normal”.
“Es lo normal”, decimos.
Y no es cierto. “Lo normal” quiere decir que es la norma, es lo habitual, es la costumbre, que es aquello que está más o menos aceptado por la mayoría, pero eso no lleva implícito el que haya que someterse sin más, ni quiere decir que esté bien o que sea correcto, ni tampoco que no se puede rebatir, rechazar o modificar.
Se califica como “normal” lo que se ha convertido en costumbre usual o en regla social.
Pero, en mi opinión, cuando uno se encuentra algo con lo que no está de acuerdo, y aunque se haya hecho así toda la vida, aunque a todo el mundo le parezca lógico, aunque sea tal como ha sido siempre, existe la opción de negarse, de corregirlo, o de rechazarlo.
Y no es solamente una opción, sino que además es un derecho y una obligación.
No es necesario, ni conveniente, aceptar algunas cosas “porque sí”, que es la misma explicación que se le da a los niños cuando uno no sabe razonar lo que dice o hace.
Es muy satisfactorio y gratificante revisar las actitudes, los pensamientos, las costumbres y normas de cada uno, y verificar con ecuanimidad si uno está de acuerdo con ellas y quiere seguir manteniéndolas y llevándolas a la práctica, o si hay alguna que se ha quedado obsoleta, inútil o incluso contraproducente.
Conviene no hacer las cosas con la única razón de que “así se ha hecho siempre”, “así me enseñaron a hacerlo”, “me han educado así”, “es que no sé hacerlo de otro modo”. Revisar las cosas a las que respondemos de estos modos nos ha de llevar a darnos cuenta, conscientemente, de lo que hacemos inconscientemente.
A veces nos perjudicamos sin ejercer la opción de evitarlo. Insisto mil veces en que tenemos que preservarnos, ponernos a salvo de nosotros mismos y de cualquier cosa o persona que nos haga daño.
Que algo “es lo normal” no nos exime de la responsabilidad de cada uno de nuestros actos.
Mejor revisarlo, y revisarnos, y hacer que “lo normal” pase a ser “lo que yo decido”.
Te dejo con tus reflexiones…