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 DESOBEDEZCAMOS A NUESTROS PADRES



Mayo 23, 2017, 06:18:09 am
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Desconectado Francisco de Sales

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DESOBEDEZCAMOS A NUESTROS PADRES
« en: Mayo 23, 2017, 06:18:09 am »
DESOBEDEZCAMOS A NUESTROS PADRES

CÓMO CONTACTAR CON EL NIÑO INTERIOR
https://www.youtube.com/watch?v=vOvat_KNKIc&list=PLSf8cMY8bxW9jqb7D-pxN9yb3rFu5fEtN


En mi opinión, nuestros padres –entendiendo en este caso también como padres a todas aquellas personas que intervinieron en nuestra educación-, nos inculcaron una serie de órdenes y mandatos –unos clara y conscientemente y otros que fueron directamente al inconsciente- con los que no estuvimos de acuerdo en su momento pero que tuvimos que acatar porque en aquel tiempo de nuestra infancia les necesitábamos para que nos dieran cobijo, alimento y cariño, y no nos quedaba otra alternativa que la de obedecer –aún sin ganas- por el bien de la convivencia.

Estas órdenes/mandatos quedaron grabados en nuestro inconsciente y nos siguen condicionando, siguen marcando nuestro modo de pensar y de actuar, pero… pero no nos ocupamos de actualizarlos revisándolos y seguimos obedeciéndolos sumisos.

Ya no somos aquellos niños. Hemos crecido y nos hemos independizado de ellos. No es necesario seguir haciendo lo que no queremos hacer. Pero… seguimos haciéndolo. Así que… desobedezcamos a nuestros padres y educadores en todo aquello que aceptamos en la infancia sin estar de acuerdo pero ahora sabemos que no queremos obedecer.

Ahora, que somos adultos y que –teóricamente- gobernamos nuestra vida, es tiempo de que hagamos una revisión de todos nuestros principios inconscientes, y que hagamos una limpieza general de las órdenes y mandatos que ya no queremos seguir obedeciendo.

Uno de los modos de empezar a saber distinguir entre qué hacemos “porque queremos, porque es nuestra voluntad”, y qué hacemos “sin saber por qué”, es observar. Observarnos. Y preguntarnos.

En cada actitud o situación con la que no quedemos plenamente satisfechos conviene observar dónde se produce ese desagrado, a qué parte nuestra le incomoda, dónde el Niño Libre que todos albergamos manifiesta una sensación de rebeldía, de desacuerdo, y entonces conviene buscar el origen de esa sensación, conviene preguntarse “por qué…”, y rellenar los puntos suspensivos finales de la pregunta con el descubrimiento que cada uno haya hecho, para poder darse una respuesta.

¿Por qué hago cosas que no quiero hacer?
¿por qué sigo actuando en ciertas cosas como si fuese un niño?
¿por qué “me castigo” excesivamente cuando cometo un error?
¿por qué sigo teniendo miedos que a esta altura de mi vida son claramente desproporcionados?
¿por qué no soy capaz de enfrentarme a personas a las que concedo un poder excesivo sobre mí?
¿por qué me meto en relaciones que me son perjudiciales y las mantengo a pesar de todo?

Como éstas, hay miles de preguntas. Cada uno tiene las suyas.

Cuando hay una respuesta, conviene buscar un momento de tranquilidad en el que uno pueda hablar consigo mismo –y, preferiblemente, durante una meditación o en una relajación-, pueda contactar con su Niño Interior y explicarle que aquello que hizo –y hoy sigue reproduciendo inconscientemente- ya no es necesario seguir repitiéndolo, que sirvió para sobrevivir a aquella situación en la que uno se encontraba en inferioridad de condiciones o sin opción de rebelarse, pero este ya es otro momento y no hay por qué seguir repitiendo lo que ahora se ha convertido en dañino.

Ese Niño requiere que se le hable con amor, que se le explique todo claramente, y que se le manifieste nuestro apoyo, para que pueda abandonar el papel repetitivo de víctima y comenzar a ser él mismo y ser libre.

Salvo casos excepcionales de impecable educación –cosa casi imposible cuando todos hemos tenido muchas fuentes de información educativa-, todos los demás somos supervivientes o sobrevivientes a una infancia en la que nos hemos cargado de cosas incomprensibles, hemos aceptado cosas inaceptables, y seguimos anclados a situaciones incómodas que nuestro adulto estaría de acuerdo –y gustoso- en que hay que eliminar.

Por tanto, observemos cuáles son las cosas, los actos, en que uno está inquieto, extraño, acomplejado, temeroso, con un miedo o una sensación inexplicable, con una intranquilidad que no encuentra motivos para su presencia, pero está.

Cuando uno las descubre es cuando hay que buscar a ese Niño Interno y Libre y darle permiso para manifestarse, y convencerse uno mismo de que ya no es necesario persistir en esa actitud, que uno puede liberarse de su influjo dañino, y añadido a eso lo que hay que hacer es estar muy atento a cuando se vuelva a manifestar una situación similar para no repetir la misma actitud, y desde el Adulto que se da cuenta tomar la decisión del modo que corresponda para afrontarlo como uno realmente desea.

Por supuesto que no se trata de desobedecerles en todo sino solamente en aquello con lo que ahora no estamos de acuerdo. Sanar la infancia es sanar la vida.

Y es una gran liberación.

Una necesaria liberación.

En el texto te dejo un enlace para acceder a un vídeo sobre cómo contactar con el niño interior.

Te dejo con tus reflexiones…   
« Última modificación: Febrero 07, 2023, 01:21:47 pm por Francisco de Sales »

 

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