7 RETOS ESPIRITUALES QUE DEBEMOS SUPERAR
Por Sandra Silva
Más allá de las misiones y lecciones espirituales que venimos a aprender y superar, existen unos retos comunes que se presentan como una oportunidad de avanzar hacia el crecimiento espiritual e iluminación.
Estos son retos de los cuales la mayoría somos conscientes pero que poco asociamos con nuestro desarrollo espiritual.
Estos retos espirituales que debemos superar no sólo nos ayudan en el plano personal, mejorando nuestras relaciones por ejemplo, sino que también nos ayudan a limpiar el karma, acumular dharma, conectarnos con nuestra esencia y fortalecernos energéticamente para los cambios espirituales.
RETOS ESPIRITUALES PARA SUPERAR
1. Rabia. La rabia es una emoción muy humana, natural y válida. Se convierte en reto espiritual, sin embargo, cuando 1. se vuelve la emoción predominante en nuestras vidas y/o 2. cuando su expresión es destructiva e hiriente.
Sentir rabia es natural, llevarla a la acción en forma de palabras hirientes, violencia física o cualquier otra manera de hacer daño, es un reto espiritual supremamente urgente de superar. Mientras seamos un agente destructor en el mundo, estaremos estancados.
La clave es aprender a manejar esta emoción poderosa, procesarla de manera que la aceptamos pero no la dejamos consumirnos, y canalizarla adecuadamente para que no hiera a los demás - aún cuando ellos nos hayan herido a nosotros.
2. Egoísmo. El egoísmo es muestra de que no hemos entendido que todos estamos conectados y todos somos uno. Que en realidad no existe "lo mío" y que todo es "lo nuestro", por lo que entre más damos, más tenemos.
El reto espiritual es además pasar de vivir para nosotros a vivir para los demás - para servirlos. Aprender a vivir para servir es quizás el más grande reto espiritual de la humanidad hoy en día.
3. Chisme. El chisme es un reto espiritual en varios aspectos. Demuestra no sólo una falta de consciencia de que lo que hacemos afecta a los demás, sino también un enfoque en lo externo, en lo que es negativo en las vidas ajenas, y un regocijo con este hecho.
Hay que recordar que el reto no sólo lo tiene quien distribuye el rumor sino también quien lo escucha y lo acepta.
4. Dispersión. Un gran reto espiritual es no saber vivir en el ahora y en el aquí. Estamos siempre pensando en lo que vamos a hacer luego, en nuestro teléfono o computador, en esto o aquello - tanto así que nos perdemos la vida.
Un gran reto espiritual es aprender a vivir consciente y alerta a cada paso - estar en el momento realmente, conectados con lo que hacemos y con quien estamos. Es aprender a escuchar, observar, sentir. Es jugar con nuestros niños sin estar pendiente al mensaje de texto, leer un libro sin tener el televisor prendido, disfrutar un atardecer sin el afán de tomar la mejor fotografía, saborear nuestra cena sin estar pensando en los problemas laborales.
5. Indiferencia. Así como el egoísmo, la indiferencia es muestra de nuestra desconexión con el todo y es no entender que lo que afecta a los demás nos afecta a nosotros también porque en realidad no hay ellos y nosotros - es un todo.
El reto es defender a quien no tiene voz, es intervenir cuando injusticias se cometen, es sentir el dolor de ese desastre natural a miles de kilómetros, es recoger la botella en la calle porque está contaminando nuestro planeta - es vivir teniendo presente que somos responsables por el bienestar de todos. No somos espectadores, somos actores.
6. Manipulación. La manipulación y el control no dejan fluir la energía manifestadora en nuestras vidas. Es nuestra incapacidad de aceptar lo que es - aunque sea diferente a lo que queremos que sea - y nuestra arrogancia por pensar que sabemos y entendemos mejor lo que nos conviene, lo que es el reto espiritual.
El reto es dejar fluir las cosas, aceptarlas y aprender a manifestar asertivamente nuestros deseos - y entender que cuando no se dan, eso está perfectamente bien también.
7. Negación. Muchas personas que dicen ser espirituales confunden espiritualidad con negación del aspecto negativo de la vida. Ser espiritual no es ver todo color de rosa, sonreír en todo momento, voltear la cara y poner la otra mejilla.
Para ser espirituales no necesitamos negar nuestra esencia humana - nuestras dudas, miedos o defectos. Ser espiritual no es negar que algo nos duele diciendo "por algo habrá pasado".
El reto es aceptar nuestra esencia humana mientras activamente trabajamos en nuestro desarrollo espiritual - y aceptar que aunque nos enojemos, nos frustremos, envidiemos o fracasemos, aún podemos ser espirituales. No son excluyentes.
