EL RETO DE ACEPTAR LO QUE NOS LLEGA
Aceptar lo que nos llega es el primer paso para no huir de nuestra realidad y emprender cualquier cambio. En este sentido, muchas veces para aceptar los acontecimientos más dolorosos necesitamos un tiempo, el que va desde que suceden hasta que logramos integrarlos. Por otro lado, esta aceptación nos ayudará a definir una nueva visión más real de nosotros mismos y de lo que nos va sucediendo.
El reto al que todo ser humano tendrá que enfrentarse alguna vez es el de adaptarse a las circunstancias más adversas, porque ellas no siempre se van a adaptar a nuestros deseos. Hay un día, más o menos triste, más o menos lejano, en el que aceptamos lo que somos, ya sea para cambiarlo o para integrarlo en nuestra historia.
Admitir nuestra vulnerabilidad en lugar de tratar de ocultarla es la mejor forma de enfrentarnos a la realidad, pero también es la mejor manera de construir relaciones de confianza. La aceptación no es cobardía, sino una representación del valor necesario para admitir que estamos en un lugar que no nos gusta.
Hay un espacio muy grande entre saber y entender y otro más grande aún entre entender y aceptar.
LA VIDA NO ES LO QUE PENSAMOS, ES LO QUE NOS PASA
La realidad a veces enamora y otras simplemente nos devasta. Pero, como ya deberíamos de haber aceptado, la vida no es lo que queremos, es lo que nos pasa. Adquirir herramientas para integrar en nuestra historia todas las situaciones que hemos vivido, sobre todo las dolorosas, es un síntoma de inteligencia emocional.
Las personas emocionalmente inteligentes experimentan las emociones negativas y dolorosas sin esa carga de frustración que roba el aliento. Saben que son inevitables y no luchan para reprimirlas ni se desentienden de su gestión. En cambio, las personas con baja inteligencia emocional se enfrentan a un proceso aún más doloroso, al no ser capaces de diferenciar el dolor del sufrimiento.
El dolor es inevitable, pero el sufrimiento tiene una buena parte de opción personal. Normalmente, sufrimos más con lo que no aceptamos. La negación, cuando hay un impacto emocional muy grande, es válida como primera estrategia de defensa pero se convierte en invalidante cuando se perpetúa en el tiempo.
Lo que no puedas aceptar, déjalo pasar, más adelante lo vas a comprender.
¿CÓMO ACEPTAR ALGO PARA LO QUE NUNCA ESTAREMOS PREPARADOS?
La aceptación de lo que ya ha sucedido o tiene que suceder, es el primer paso para trascender el impacto emocional de cualquier desgracia. La forma más rápida de cambiar nuestra actitud hacia el dolor es aceptar el hecho de que todo lo que nos sucede de alguna forma puede ayudarnos en nuestro crecimiento personal.
Nuestra vida es dinamismo. Desde pequeños estamos en continuo cambio, cambio de juguetes, de colegio, de amistades, de figuras familiares. Aceptar esta parte como una parte más de la vida, en vez de enterrarla como si nunca fuera a pasar, nos permite entender los ciclos que atravesamos y que de alguna manera se cierran.
Algunas pérdidas a veces no se superan, sino que se aceptan. Para aprender a aceptar la pérdida será necesario comprender los sentimientos que se están viviendo y darles un sentido en el presente que no cesa, que no se ha detenido a nuestro alrededor a pesar de la ausencia. Recolocar los recuerdos, para que nos permitan continuar.
Lo que una vez disfrutamos nunca lo perdemos. Todo lo que amamos profundamente se convierte en parte de nosotros mismos. Cuando conectamos con otra persona, amigos íntimos, padres, hermanos, pareja, esa conexión nos trasforma y nos hace de alguna manera parte de sus reflejos.
Así que, ante cualquier tipo de perdida, tenemos que saber que la persona que se va de nuestra vida ya ha dejado en nosotros su imprenta. Siempre que queramos que esté con nosotros solo bastará con mirar nuestros gestos, nuestras palabras y nuestras actitudes para poder volver a ver una parte de ella.
Fátima Servián Franco