5 CONSEJOS DE LOS PADRES QUE MUTILAN LA VIDA DE SUS HIJOS
No es fácil ser padres. Los niños no vienen al mundo con un manual de instrucciones bajo el brazo, por lo que a menudo los progenitores se guían por su instinto y, cuando no saben qué hacer, suelen replicar el estilo de enseñanza que usaron con ellos mismos. En ese proceso de ensayo y error, a veces cometen equivocaciones cuyas consecuencias pueden perseguir a sus hijos durante gran parte de su vida.
Aunque la mayoría de los padres no son plenamente conscientes de ello, es probable que los consejos que dan a sus hijos se conviertan en una voz interior que más adelante en la vida los anime a luchar o, al contrario, los condene a una zona de confort cada vez más estrecha.
Por eso, cuando los padres repiten algunos “mantras”, deben tener en cuenta que esas palabras pueden convertirse en mantras para sus hijos, reglas que condicionarán sus decisiones y actitudes ante la vida. Cuando esos consejos se convierten en mantras interiores, terminan mutilando la vida de la persona que los repite porque se convierten en el único camino posible, por lo que se convierten en una especie de anteojeras que les impide tomar otras direcciones, quizá mucho más satisfactorias.
Lo peor de todo, es que muchos de esos consejos han sido transmitidos de una generación a otra, por lo que muchos padres los repiten sin ser conscientes de sus profundas implicaciones. En realidad se trata de "consignas sociales" que se encargan de hacer que la rueda siga girando. Sin embargo, debemos ser conscientes de que a la sociedad le interesa más producir personas productivas que felices. No es casualidad que el desarrollo de una nación se mida por lo que produce, no por el nivel de felicidad de sus ciudadanos.
Los niños necesitan ser felices, no ser los mejores
1. Mira al futuro. Céntrate en el premio.
¿Qué deberíamos decirle? - Aprovecha el momento. La vida es aquí y ahora.
Es difícil mantenerse concentrado todo el tiempo. De hecho, ¿sabías que nuestra mente divaga el 50% del tiempo que nos mantenemos despiertos? Cuando la mente adquiere vida propia, normalmente comenzamos a sentirnos culpables por el pasado o nos preocupamos por el futuro. Así alimentamos emociones y sentimientos negativos como la ira, la culpabilidad, la ansiedad y el estrés.
Una mente que siempre intenta centrarse en el futuro, ya sea para obtener buenas calificaciones o ser el mejor de su curso, será mucho más propensa a sufrir ansiedad y miedo. Es cierto que un poco de estrés y presión pueden tener un efecto motivador, pero el estrés crónico termina afectando la salud y las capacidades cognitivas. Eso significa que, centrarse de manera obsesiva en el futuro puede afectar el desempeño actual, restándole toda la magia al presente.
Los niños obtienen mejores resultados y son mucho más felices si se centran en el aquí y ahora. De hecho, la felicidad no solo nos ayuda a encontrar soluciones más creativas a los problemas sino que también nos permite ser hasta un 12% más productivos, según demostró un estudio realizado en la Universidad de Warwick. Centrarse en una meta a menudo causa miopía del presente, solo para descubrir que cuando alcanzamos ese objetivo, no nos reporta la satisfacción y la felicidad que creíamos.
Por supuesto, eso no significa que no sea necesario enseñar a los niños a plantearse objetivos y trabajar para alcanzarlos, pero es fundamental que aprendan a disfrutar del camino. Solo así la vida merece la pena.
2. El mundo es competitivo. Sé el mejor.
¿Qué deberíamos decirle? - Encuentra tu pasión. Sé feliz.
La ansiedad infantil se está convirtiendo en un problema preocupante. Los niños experimentan niveles de ansiedad considerables a edades cada vez más tempranas. De hecho, incluso está aumentando el número de suicidios infantiles, sobre todo en los niños de alto rendimiento. En la base de ese problema se suele encontrar la incesante presión que sufren los niños por obtener buenas calificaciones y convertirse en los mejores de su clase. El hecho de tener una agenda llena de actividades extracurriculares que deben prepararles para acceder a profesiones exitosas tampoco ayuda ya que les arrebata a los niños el tiempo para jugar.
Si hay algo que los padres deben comprender es que los niños necesitan ser felices, no ser los mejores. Eso no significa que no deban esforzarse, pero la meta no es ser mejor que los demás, lo cual les lleva a vivir comparándose continuamente, sintiendo que nunca serán lo suficientemente buenos y capaces, sino superarse a sí mismos.
El hecho de que los adultos vivan en un estado constante de sobremarcha no significa que los niños también deban hacerlo y, sobre todo, no significa que sea la manera más saludable y satisfactoria de vivir. Un estudio alarmante realizado en la Universidad de Helsinki en más de 500 familias descubrió que los padres que padecen síndrome de burnout debido a su trabajo, también tienen hijos adolescentes que manifiestan agotamiento y ansiedad en la escuela, lo cual probablemente se debe a que comparten la idea de que es necesario hacer siempre más, sin límites ni descanso.
Por tanto, si quieres enseñarle a tu hijo a ser resiliente, lo mejor es que no potencies las respuestas de “lucha-huída” sino que le enseñes a descansar, adoptar distancias emocionales y tomarse el tiempo necesario para procesar los sucesos. Técnicas como la meditación mindfulness y la aceptación plena son mucho más eficaces para la vida que enseñarles a presionarse continuamente.
3. Mantente siempre ocupado. Holgazanear es de vagos.
¿Qué deberíamos decirle? - Relájate. Y no te sientas culpable por ello.
El tiempo es dinero, es una de las máximas que dirige la vida en nuestra sociedad. Eso hace que tengamos la tendencia a pensar que cuando nos relajamos y no estamos trabajando, estamos perdiendo el tiempo. Por eso, los padres también tienen la tendencia a llenar la agenda de sus hijos, sin dejarles tiempo para el juego libre, ya que incluso este se considera una pérdida de tiempo.
Un estudio realizado en la Universidad de Michigan reveló que los niños de entre 6 a 8 años dedican un 25% menos de tiempo al juego, que es fundamentalmente dirigido y con dispositivos electrónicos, mientras que el tiempo de juego al aire libre disminuye un 25%. En contraste, pasan un 18% más de tiempo en la escuela. Por tanto, no es extraño que entre 1950 y 2005, en Estados Unidos el índice de suicido en los menores de 15 años se haya cuadriplicado.
Otro problema moderno es la tendencia a mantenerse siempre haciendo algo, de manera que le transmitimos un pavor al aburrimiento a los niños. De hecho, el miedo al aburrimiento y a estar con nosotros mismos es la verdadera razón por la que estamos permanentemente conectados a los móviles.
Sin embargo, el aburrimiento y los periodos de desconexión no solo son fundamentales para que la mente descanse sino que además nos permiten gestar las ideas más originales y brillantes. Los niños deben aprender que descansar es tan importante como esforzarse y, sobre todo, deben aprender a desconectarse sin sentirse culpables por ello. Desde pequeños deberían encontrar un equilibrio entre relajación y esfuerzo que les permita vivir una vida más satisfactoria.
4. La vida es dura. No seas blando.
¿Qué deberíamos decirle? - Trátate bien. Sé tu mejor amigo.
La crítica es fundamental para la superación personal. No hay dudas. Si queremos ser la mejor versión de nosotros mismos, debemos conocer nuestras fortalezas y debilidades. Sin embargo, enseñar a los niños a ser demasiado autocríticos, hasta el punto de caer en el perfeccionismo, solo les traerá problemas. Si un padre le dice a su hijo que debe ser más sociable, por ejemplo, es probable que el niño lo asuma como una crítica negativa a su personalidad naturalmente introvertida.
En algunos casos, la autocrítica puede convertirse en un auto-sabotaje. Nos mantiene focalizados en nuestras debilidades, afectando así la autoconfianza. Como resultado, alimentaremos el miedo al fracaso, lo que perjudicará nuestro rendimiento, hará que nos rindamos más rápido y nos conducirá a tomar decisiones inadecuadas. Además, el exceso de autocrítica hará que seamos más propensos a estar ansiosos cuando debamos enfrentar un reto.
En cambio, los padres deben animar a los niños a desarrollar la autocompasión, tratándose a sí mismo como lo haría con un amigo en momentos de fracaso o dolor. Eso no significa que el niño debe ser indulgente consigo mismo y liberarse de las responsabilidades cuando se equivocan, pero no es necesario que se vapuleen.
Un niño tímido que tenga una actitud autocompasiva reconocerá que es tímido y se dirá que no pasa nada por no tener una personalidad tan extrovertida como los demás. Esa mentalidad le permitirá afrontar los retos con menos ansiedad, sintiéndose más relajado, lo cual le ayudará a mejorar sus habilidades sociales sin sufrir una presión autoimpuesta que es completamente innecesaria.
5. Juega bien tus cartas. Apuesta por tus puntos fuertes.
¿Qué deberíamos decirle? - Explora el mundo. Equivócate y aprende.
Los padres y maestros tienden a identificar a los niños según sus fortalezas y dones naturales. Así les colocan etiquetas como “es un artista”, “es muy popular”, “es un deportista” o “es muy inteligente”. Sin embargo, un estudio realizado en la Universidad de Stanford muestra que este modo de pensar realmente encasilla a los niños, haciendo que sea menos propensos a probar cosas nuevas en las que puedan fallar.
Cuando un niño recibe elogios principalmente por sus habilidades naturales, es menos probable que quiera abandonar su zona de confort y probar otras actividades que puedan ampliar su personalidad. A la larga, incluso en el ámbito donde son buenos, mostrarán una actitud conformista porque habrán desarrollado el miedo al fracaso. El hecho de que en la escuela solo se premien los aciertos y se castiguen duramente los errores tampoco ayuda.
Sin embargo, debemos pensar que nuestro cerebro, en especial el de los niños y jóvenes, está diseñado para aprender cosas nuevas, crear nuevas conexiones que amplifiquen su funcionamiento. Por eso, es fundamental que los padres les enseñen a sus hijos que los errores forman parte del aprendizaje y no deben tenerles miedo. Eso hará que los niños enfrenten las cosas nuevas con un espíritu más entusiasta y optimista, animándose a asumir nuevos retos que den pie a nuevos talentos y habilidades.