LA FELICIDAD ASEQUIBLE
La felicidad: no está solamente en experimentar estados afectivos deseables, sino sobre todo en la idea de que uno está encaminado hacia el logro de los objetivos y metas que le motivan: la felicidad está más en el camino que en la meta.
La mayoría de los autores están de acuerdo con la “eudaimonia” de Aristóteles (Ética a Nicómano) que anima a los hombres a vivir de acuerdo con su “daimon” (ideal o criterio de perfección hacia lo que aspira y que da sentido a su vida). “Llenar la hora (de forma gozosa) esto es felicidad”, (Emerson).
La felicidad tiene mala prensa: Aunque desde Aristóteles por lo menos hasta hoy, la felicidad y su hermano gemelo el optimismo vital han sido el motivo central del filoso y ético, muchos escritores e intelectuales “trinan” contra la felicidad y abominan del optimismo, salvo algunas excepciones de inteligentes y arrepentidos como J. Luis Borges cuando afirma: “He cometido el peor de los pecados que un hombre puede cometer. No he sido feliz”. Evidentemente al hacer esta afirmación-arrepentimiento se convierte en el más convencido defensor de la positividad de ser feliz.
Veamos como para una gran mayoría, hablar de felicidad y sobre todo reconocerse a si mismo feliz, se considera poco menos que sospechoso.
Para muchos, reconocer la existencia de la felicidad ya es prueba evidente de necedad y equivale a falta de introspección, de perspicacia y de análisis lúcido de la realidad.
"Hablar de la felicidad es una ordinariez”, (Camilo José Cela).
“Solamente pueden ser felices los seres insensibles, estúpidos y millonarios”, (Saramago).
“La vida enseña que no se es feliz, sino al precio de alguna ignorancia”, (Anatole France).“La felicidad del hombre en la tierra es un estado negativo, hay que medirla por la menor cantidad de males que sufre”, (Rouseau).
“Cuando se es feliz es cuando hay que tener más miedo; nada amenaza tanto como la felicidad”, (M. Maeterlinck).“
Aquel tiempo tan feliz en que éramos tan desgraciados”, (Alejandro Anmas). Pero volvamos a un escritor vivo como José Saramago, que en la entrevista que le realizaron el 04/03/09 en el periódico “el Mundo”,pontifica implacable contra el optimismo. El autor de “La caverna” afirma que el optimismo es el causante de los problemas en el mundo, por ejemplo, el optimismo, según él, ha hecho que se concedieran créditos hasta la locura y de ahí la situación económica actual.
Con todos mis respetos al literato, me parece que está confundiendo “optimismo” con avaricia y con otras cosas.
Sigamos escuchando al “buen pesimista”, como se llama Saramago a sí mismo. Estas son sus palabras: “El hombre es condenada y absurdamente ingenuo. No hay ninguna razón, ni actual ni histórica para que seamos optimistas. Bueno, si acaso, que es más cómodo. Además, los únicos que pueden tener interés en cambiar el mundo son los pesimistas, los que ven que las cosas no van bien”.
Aquí, ya vemos un poco más claro que, según Saramago, los optimistas somos fatuos, porque negamos la realidad, negamos los problemas y las desgracias y vivimos en la inopia. Desconoce este buen señor que los optimistas somos muy realistas, pero en lugar de perder energías en quejas y lamentos como los pesimistas, las empleamos para encarar esa realidad negativa con coraje, fortaleza y acciones inteligentes, encontrando algún aprovechable, algo positivo en lo negativo. Por eso dice Francois Guizot que: “los pesimistas no son sino espectadores y son los optimistas los que transforman el mundo”.
Cualquiera que visite la página
www.cluboptimistavital.com podrá ver las historias de personas que ante innumerables problemas han tenido todas la razones para ser pesimistas pero no lo han decidido así y se han enfrentado a la vida desde la perspectiva del optimismo, experimentando los beneficios de ser optimistas ante la vida. Pero, ¿existe la felicidad?, ¿en qué consiste? ...........Tipos de personas felices. “Hoy, aquí y ahora, estás a tiempo de ser feliz”; porque existe una felicidad “a la carta”, personalizada. Cada persona se fabrica, se crea “su” propia felicidad, digan lo que digan sus detractores.
La felicidad, ya lo dije al principio, no solamente consiste en experimentar el mayor número posible de estados afectivos deseables y gratificantes; sino en la idea de que uno está caminando hacia el logro de sus objetivos, metas e ideales.
La felicidad jamás es una línea recta ascendente y sin dificultades, contratiempos, desgracias y crisis. Al contrario, para ser feliz hay que sentir el desafío y la valentía de estar superando con coraje las desgracias, los contratiempos y los problemas connaturales con nuestra existencia en la tierra y aceptar los pinchazos dolorosos de las espinas que habitualmente protegen a las bellas y olorosas rosas de los muchos momentos de felicidad, gozo y disfrute, que sabemos buscarnos y procurarnos.
A la pregunta de si existe la felicidad, respondemos que no existe la felicidad absoluta y como un continuo, pero sí existe una felicidad relativa-personal que cada persona según su carácter, herencia, experiencia, aptitudes y sobre todo actitudes y forma de ver y de interpretar lo que le sucede, se va forjando y procurando en el día a día. La felicidad está en relación directa con las emociones positivas y estados afectivos deseables que cada persona sabe concederse a sí misma, pero sobre todo, la felicidad está en tener “un porqué para vivir”. Como bien dijo Nietzsche: “Tener un porqué para vivir, ayuda a soportar cualquier cómo”.
(Bernabé Tierno)
