BALANCE NEGATIVO
No me habitúo a este desafuero.
Si ayer me equivoqué, hoy también.
Si ayer lloré por mí,
hoy lloro una lágrima repetida.
Me ahogo,
respiro mal,
los párpados se me cierran
tal vez como protesta:
no me quiero ver,
pero al cerrarlos aún es peor
ya que pierdo de vista las distracciones
y me quedo solo,
a solas,
conmigo,
sin otra desocupación,
sin un sitio al que fugarme,
con mi desatención del brazo.
Me duele.
Me duelo.
Estoy a punto de decir
que no me perdonaré jamás,
pero me da miedo prometerlo
no vaya a ser que tenga que cumplirlo.
Llevo unos cuantos días
reuniendo quejas, protestas, enojos,
todos de mí para mí,
todos hirientes y descontentos.
Mi vida se me va a gritos, a chorros.
Un día más desperdiciado equivale a un día menos vivido.
Me salen las cuentas inversas
y eso también me hiere, me mata.
Me estoy juntando con una manada salvaje
de razones para arrepentirme de casi todo,
de no dar los buenos días al sol,
de no dormir al amparo de las estrellas,
de no amar como se puede amar,
de estar siempre perdiendo
oportunidades, vida, tiempo,
de no hacer lo suficiente,
de perder lo que pierdo,
de vivir mal o malvivir.
Cuántos reproches me tengo que escuchar…
y lo que es peor: tienen razón.
Cómo me gustaría ser capaz de dar un golpe de estado,
de gritar exabruptos,
de soltar esta ira tan prudente
del modo más trágico y violento,
cómo me gustaría cumplir este callado propósito
de comenzar de nuevo y bien:
los errores en el olvido
y el corazón dispuesto y sin cicatrices
para evitar pasar por días como este,
tan lúcidos y por eso mismo duros,
tan pesados y sin redimir, tan agresivos y graves,
para cambiarlos con gusto
por días tranquilos y sin espinas,
optimistas en su esencia,
amables y agradables o…
cuanto menos, que no duelan.
En este momento sólo deseo
que el próximo balance que haga
sea más satisfactorio.
Francisco de Sales
(Más poesías en
www.franciscodesales.es)
