LOS CUATRO ESTILOS EDUCATIVOS: DEMOCRÁTICO, AUTORITARIO, PERMISIVO E INDIFERENTE
por Marta Guerri
Ser padres y madres es una de las tareas más importantes y difíciles de nuestra vida. Es una etapa llena de alegrías y satisfacciones, pero también de preocupaciones, incertidumbres y miedo de no saber si lo que estamos haciendo es lo mejor.
Poner los límites a los hijos
¿Qué debemos permitir y qué debemos prohibir a los niños? La educación, a menudo, sigue un curso irregular entre estos dos extremos. La tarea como padres nos puede resultar mucho más sencilla si desde el principio acordamos normas firmes que sean respetadas por todos los miembros de la familia, empezando por nosotros.
Todos los padres son diferentes entre sí y difícilmente encontramos dos padres o madres exactamente iguales: algunos son más cariñosos, otros más estrictos, controladores, negligentes... etc. La combinación entre el afecto, la comunicación y el control es lo que definirá los "estilos educativos".
Podemos diferenciar cuatro estilos o maneras de comportarnos con nuestros hijos-hijas, pero eso no quiere decir que "siempre" un padre o una madre se comporte de la misma manera, sino que hablamos de una " tendencia habitual".
Hoy abordaremos aquí estos cuatro estilos educativos.
Estilo democrático
Este estilo educativo se caracteriza porque el padre o madre escucha el menor en sus necesidades, adapta las exigencias según el estadio del desarrollo correspondiente, pone límites y normas, dando refuerzos positivos cuando el niño o adolescente las cumple y castigos proporcionados cuando no las respeta. Se muestra afectivo y con alto grado de exigencia.
Los padres con un estilo democrático se caracterizan por:
• Ser muy cariñosos
• Mantienen con sus hijos altos niveles de comunicación.
• Las normas y los límites son claros y suelen ser explicados y justificados ante sus hijos de forma razonable a las diferentes edades y necesidades.
• Controlan y restringen el comportamiento de sus hijos con normas y límites claros.
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Los padres que se manifiestan en este estilo, al margen de ser cálidos y cariñosos, poner normas claras y coherentes, supervisar y guiar las conductas, también fomentan la autonomía, animando al hijo / a que sea más independiente, estimulando así el desarrollo.
Si los hijos se sienten queridos y apoyados sabrán que siempre pueden contar con los padres cuando lo necesiten, pero al mismo tiempo, tienen que tener claro que no pueden hacer lo que quieran, que hay unos límites que no se pueden traspasar y, que deben cumplirse para su bienestar y el bienestar de los demás. Esto hará que tengan una buena autoestima, un buen comportamiento y una actitud responsable hacia los demás. Al ser padres y madres cariñosos, hace más fácil la transmisión de valores y formas de comportamiento con los que se quiere educar, ya que los hijos son más receptivos si se les enseña las cosas en un ambiente de afecto y respeto mutuo.
Consecuencias
• Niños que tienden a tener altos niveles de autocontrol y de autoestima.
• Son más capaces de afrontar situaciones nuevas con confianza.
• Son persistentes en las tareas que comienzan.
• Son interactivos y hábiles en las relaciones entre iguales, independientes y afectivos.
• Suelen tener valores sociales y morales interioridades.
• Interiorizan normas y su competencia social está muy desarrollada.
Estilo autoritario
En este caso el educador dicta cómo se deben hacer las cosas, impone normas y no acepta cuestionarlas. No concibe otra manera de hacer las cosas de manera diferente a la suya. Aplica castigos que a menudo son desproporcionados a la conducta del menor. Muestra bajo afecto y alta exigencia.
Algunas características de los padres con este estilo educativo son:
• Son poco cariñosos.
• Mantienen bajos niveles de comunicación con sus hijos.
• Imponen normas y límites.
• Controlan de forma rígida y severa el comportamiento de sus hijos.
Son padres y madres con unos valores de exigencia y control altos, mientras que no muestran afecto a sus hijos y no hay comunicación con estos. Generalmente no tienen en cuenta los intereses y necesidades de sus hijos, imponiéndoles habitualmente lo que tienen que hacer. Sólo lo que dicen ellos es válido, no escuchan a sus hijos y hacen prácticas coercitivas.
Consecuencias
• Niños y niñas con autoestima baja.
• Dificultad para controlar sus impulsos.
• Inmadurez.
• Poco persistentes en las tareas.
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Estilo permisivo indulgente
El padre o madre con un estilo permisivo, muestra una actitud de sobreprotección hacia el menor, cree que la ayuda cuando hace por él las cosas. A menudo recorta la libertad cuando el menor reclama independencia. Muestra mucho afecto y poca exigencia.
• Son muy cariñosos.
• Mantienen altos niveles de comunicación con sus hijos.
• No suelen poner límites a sus hijos.
• Existe poco control en su comportamiento.
Dentro de este grupo también podemos encontrar a padres que además de ser excesivamente permisivos, además presentan conductas demasiado indulgentes. En este caso mostrarán:
• Indiferencia hacia las actitudes positivas o negativas del niño.
• Acceden fácilmente a los deseos de sus hijos.
• Tienen poco control sobre sus hijos, es decir, dejan a los hijos una total libertad.
• Apoyan a sus hijos, pero a la hora de ponerles límites no saben cómo hacerlo o no quieren hacerlo por no tener un conflicto con su hijo, por lo tanto, utilizan pocos castigos.
• Frente a las dificultades de la vida que puedan tener sus hijos, siempre los irán retirando obstáculos en lugar de enseñar cómo superarlos y, en caso de duda, su hijo siempre tendrá la razón y siempre saldrá ganando.
• No establecen ninguna norma dentro de la educación de sus hijos, estos crecen sin ninguna pauta de conducta lo que puede traer problemas dentro de la escuela.
• No son exigentes con sus hijos para que estos cumplan sus responsabilidades.
La comunicación en este estilo educativo es unidireccional, los padres y madres tienen muy en cuenta las iniciativas y los argumentos de sus hijos, también proporcionan al niño una gran autonomía. Son padres preocupados por sus hijos o hijas, tanto para la formación académica como para cualquier otro aspecto, pero sus hijos siempre acaban dominando la situación.
No resaltan la autoridad paterna y por tanto, no saben establecer unas normas claras por ejemplo a la hora de hacer las tareas, a la hora de llegar a casa, etc. Utilizan muy poco los castigos, ya que son padres y madres que aceptan todo tipo de conductas de sus hijos, incluso expresiones de ira o de agresividad.
Consecuencias
Los niños educados con este estilo educativo, adquieren unas buenas conductas sociales, como por ejemplo:
• Tienen una buena imagen de sí mismos.
• Tienen confianza en sus posibilidades.
• Son más espontáneos.
• Son más originales y creativos.
• Y adquieren una mejor competencia social.
Pero por otro lado, en la parte negativa, podremos ver que son niños que no suelen tener referentes y, por tanto, no saben dónde aferrarse. Por un lado, les faltan hábitos de esfuerzo, no reconocen ni respetan las figuras de autoridad, no están acostumbrados a recibir un "no" por respuesta. Suelen ser:
• Niños exigentes o irrespetuosos.
• Inseguros.
• Mandan a los padres.
• Egoístas, egocéntricos.
• No tienen ningún sentido de la disciplina.
• No tienen cuidado de su salud y seguridad.
• Escaso control sobre su propia conducta, ya que no disponen de un código de comportamiento marcado.
También existen unas consecuencias negativas por los mismos padres, ya que, en muchas ocasiones su autoestima baja, al ver el comportamiento de sus hijos. No tiene una comunicación ni diálogo con su progenitor, no lo tiene respeto. Por otra parte, se sienten frustrados por la educación dada.
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Estilo indiferente
Cuando el estilo educativo es indiferente, lo que ocurre es que el padre, madre o educador no se implica demasiado en la educación del menor. Le da completa libertad a este para tomar sus propias decisiones. No suele recurrir al castigo como herramienta educativa y las normas son muy laxas o prácticamente inexistentes. Muestra bajo afecto y bajo nivel de exigencia de cara el menor.
Los padres con estilo indiferente son aquellos que:
• Son poco cariñosos.
• Mantienen bajos niveles de comunicación con sus hijos.
• No suelen poner límites a sus hijos
• Existe poco control de su comportamiento.
• Baja disponibilidad y baja exigencia.
• No se implican en la educación de sus hijos, ni implican afectivamente.
• Para suplir su papel educativo les hacen regalos, ya que es la manera más rápida y cómoda de tener contentos a los hijos.
• Están obsesionados o simplemente prefieren otras obligaciones, como por ejemplo, las amistades o el trabajo y sus responsabilidades paternas son mínimas.
• Dejan a sus hijos hacer todo lo que quieren, ya que es la mejor manera de que los hijos no los molesten.
Consecuencias
• Tienen una baja autoestima y autocontrol.
• Tienen muy fracaso escolar.
• Tienen más probabilidad de caer en el alcoholismo o en la drogadicción.
• Obediencia y sumisión ante el control externo.
• Conductas agresivas.
• No tienen confianza en sí mismos.
• No tienen responsabilidad.
• No valoran el esfuerzo personal.
• Trastornos psicológicos.
Estos niños, al no encontrar ningún signo de afectividad por parte de sus padres y madres, la buscan en grupos de iguales.
Conclusiones
El afecto es necesario para transmitir seguridad a cualquier niño o niña. Sentirse querido y aceptado contribuye a la formación de un buen autoconcepto y autoestima adecuada. Por otra parte, la comunicación hace que haya frecuentes diálogos llegando más fácilmente a saber las inquietudes e intereses de sus hijos. Esto también facilita a los padres saber cómo son y qué hacen sus hijos, además de favorecer llegar a acuerdos. Al mismo tiempo, también los hijos pueden llegar a conocer más y mejor a sus padres, creando así un clima de confianza donde sientan más libertad para comunicarse de manera abierta y sincera.
Todo esto ayuda a que los menores aprendan a relacionarse y ponerse en el lugar de los demás, desarrollando capacidades importantes para la vida en sociedad: expresión y comprensión de sentimientos, empatía, habilidades sociales... etc.
Aunque el estilo democrático es el que comporta claramente más ventajas, tanto para el bienestar de los hijos, como de los padres y de las relaciones familiares, también es cierto que no es fácil ser siempre democrático en todo momento y en todas las situaciones, por eso lo más importante será esforzarse para adaptar e integrar los aspectos que acabamos de mencionar: afecto, control y fomento de la autonomía, con las características personales de cada uno y en las diferentes situaciones que se vayan viviendo.