DESHAZTE DE LAS CORAZAS
A lo largo de nuestra vida hemos ido sintiendo una serie de amenazas, o de ataque directos, que nos han ido sugiriendo la prudencia de poner una coraza que nos evite todos los sufrimientos posibles.
Procuramos blindarnos, impedir que las agresiones queden en los muros y no entren al interior, donde somos tan vulnerables.
Y lo hacemos, tanto en lo físico, como en lo psíquico y en lo emocional.
En lo físico, el cuerpo se hace rígido, tenemos “dolores del cuerpo”, contracturas, y la coraza afecta a la energía vital.
En lo psíquico, nos cargamos de creencias limitativas, con formas de pensar inconscientes que nos impiden estar abiertos a todo lo posible, y porque no permitimos que entre nada tampoco entra lo bueno.
En lo emocional, no expresamos emociones buenas, ni malas; disimulamos las ciertas con otras falsas. Evitamos que nos afecte lo que nos pueda “desequilibrar”.
El caso es que llevamos revistiéndonos de corazas casi desde que nacemos: para que no nos duela si nos sentimos desatendidos o si no sentimos amor, para que no nos afecten los “fracasos” escolares o amorosos, para que las decepciones sociales o laborales no nos aflijan, para que el no conseguir los propósitos o sueños no nos lleven a la depresión…
Para deshacerse de las corazas, ya que son en distintos niveles, conviene hacer diferentes trabajos.
Para el cuerpo físico, ejercicios como yoga o pilates, relajaciones…
Para los psíquico y emocional, trabajos de descubrimiento, de Crecimiento Personal, meditaciones, terapias con auténticos profesionales, y siempre hay que escoger que sean los mejores…
Es mejor no olvidarse de “desacorazar” las tres cosas: el cuerpo, el corazón y el alma, porque somos la suma de ellos, y están interconectados.
Hay que proponérselo como una muerte simbólica necesaria, ya que es el paso previo para renacer impecable, entero, integrado.
Y si es posible, hay que hacerlo antes de que la desesperación nos haya gobernado durante años, antes de que nuestra autoestima esté por debajo de mínimos, antes de que la desesperanza nos invite a tomar otras decisiones más drásticas y fatales, y antes de que nos hayamos abandonado tanto que ya no tengamos ánimo para dar un paso en nuestro favor.
La vida, si no es una vida satisfactoria, nos invita continua y amablemente a cambiar lo que se pueda para mejorar; es el instinto de cuidado y conservación; es la naturaleza humana como especie.
Pero la parte espiritual de la vida, si es consciente de que tenemos que hacer un cambio que es casi obligatorio por nuestro bien, no tendrá inconveniente en recurrir - aunque nos pueda parecer incomprensible cuando sucede- a provocarnos una enfermedad, una pérdida importante, una quiebra o una ruptura…
Si no sabes esto por experiencia, sería bueno que te lo creyeras y trataras de llegar a ese extremo.
Por amor a ti, libérate de las corazas, vive con confianza, en paz, a gusto, sin el temor de un drama amenazándote, sin tensión, y en el lado hermoso de la vida.
