NO ME SIENTO ORGULLOSO DE MÍ
En mi opinión, es casi inevitable que en momentos de irritación, en esos momentos en que uno sólo ve lo peor de sí, o en los que está enojado porque acaba de hacer algo que no le ha gustado, uno acabe llegando a la conclusión del título, que no es del todo acertada -aunque tenga algo de razón- porque cuando uno está felizmente exaltado o está desventuradamente enfadado, sus pensamientos y sus decisiones están contaminados por el estado de ánimo y carecen de la ecuanimidad que puede aportar la justeza.
En alguna ocasión –consciente o inconscientemente- hemos tomado como ejemplo a cualquier otra persona, y acabamos pensando que nos gustaría tener la voluntad que tiene José María, o el humor de Luisa, la capacidad de decisión de Antonio, la belleza de Aurora, o ser como Inés, que se la ve siempre tan segura y feliz y además le van bien las cosas.
Hacemos comparaciones en las que siempre salimos perdiendo –es lo que tiene ver las cosas sin imparcialidad- y nuestra Autoestima queda afectada cuando escucha el mal concepto que tenemos de nosotros mismos; se presentan de golpe todas las situaciones de las que nos arrepentimos, y nos apabullan y nos aplastan, y no podemos evitar un runruneo mental en el que abundan los desprecios, la rabia, y las ganas de abandonarnos y salir corriendo a ocupar otra vida.
Abandonarnos es la solución que nos encaja bien –eso creemos en esos momentos…-, porque nos vemos tan mal, tan mal, que no encontramos remedio por ninguna parte. “Yo nunca voy a ser como Fulanito”, “ya lo he intentando, pero siempre vuelvo a lo mismo y no avanzo”, “me propongo hacer cambios y no me dura nada la voluntad”, etc.
Cada uno tiene su propio discurso aunque el fondo sea el mismo para todos: No me siento orgulloso de mí. No me puedo exhibir con satisfacción. No hay gozo cuando pienso en mí.
Sobre todo porque caemos en el mismo error una y otra vez: acabamos juzgándonos por una o dos o tres cosas “malas” sin tener en cuenta que también las hay buenas, y además con otra equivocación de concepto: nos sentimos condenados a ser “así” para siempre, y no nos planteamos seriamente la posibilidad de esforzarnos para ser más seguros o insistir para tener más voluntad o permitir a nuestro humor que se muestre más a menudo.
Hemos de tener cuidado en el planteamiento, y esto es importante: no se trata de ser “como Fulanito” que tiene la voluntad que nos gustaría tener, sino que se trata de ser nosotros mismos pero con más voluntad. Si alguien pretende tomar como modelo a otra persona será alguien similar al otro, pero no será él mismo.
Orgullo –se puede ver en el diccionario- es Amor Propio y Autoestima.
Sentirse orgulloso de uno mismo –sin arrogancia- es un estado de plenitud al que se ha de aspirar. Es la paz. Tal vez lo máximo.
Uno es su propia obra.
Uno, si está en un Proceso de Desarrollo Personal, lo que busca es deshacerse de las cosas que no encajan con su verdadera naturaleza, y fortalecer sus cualidades ampliándolas lo máximo posible, y centrarse en su Ser abandonando la periferia donde moran las distracciones y las fuentes de insatisfacción.
El hecho de tener una vida implica la obligación y la responsabilidad de hacer de ella algo de lo que sentirnos orgullosos, satisfechos, felices, y gratificados.
YO SOY MI PROPIA CREACIÓN.
Esta es la frase que ha de ocuparnos la mente cuando pensemos en nosotros. No somos el que han hecho los otros con lo que nos enseñaron en la infancia. Ellos han dado los primeros pasos por nosotros, pero el Camino es nuestro.
No estamos obligados ni condenados a ser como nos enseñaron, salvo que estemos de acuerdo con ello conscientemente, o sea por voluntad y decisión propia.
Todo aquello que nos chirríe, aquello con lo que no nos identifiquemos (“identificar” es hacer que dos cosas se consideren como una misma), ha de ser sustituido por lo que sí somos nosotros, por lo que se hermana con nuestra esencia y nos hace ser más nosotros mismos.
Esa es la hermosa tarea de cada uno: ser su propio co-creador. Modificar las cosas que nos alejan de la verdadera naturaleza.
Potenciar nuestra identidad.
Instalar la paz a perpetuidad.
Es una tarea que no podemos delegar en otros, y es mucho mejor no aplazarla, es mejor no desatenderla, y es mejor afrontarla con ánimo y con voluntad, siendo conscientes de que es necesario y que cada uno será el principal beneficiario.
Haz cuanto sea necesario para que puedas sentirte orgulloso de ti.
Te dejo con tus reflexiones…