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 NO LLENES TU MENTE, LLENA TU CORAZÓN



Noviembre 23, 2018, 07:35:23 am
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Desconectado Francisco de Sales

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NO LLENES TU MENTE, LLENA TU CORAZÓN
« en: Noviembre 23, 2018, 07:35:23 am »
NO LLENES TU MENTE, LLENA TU CORAZÓN


En mi opinión, muchas personas nos confundimos, o no nos damos cuenta, y nos dedicamos a llenar la vida de todo… menos de vida.

Algunos llenan o llenamos la mente de pataletas, de rabia, de frases ajenas, de experiencias escritas por otros, de conocimientos que no comprendemos, de distracciones, de vacíos…

Otros llenan o llenamos la mente de tristezas, de insipideces vacuas, de problemas irreales que sólo existen en la mente, de ideas desorganizadas y malévolas, de agresividad o confusiones, de opiniones agoreras…

Llenamos la mente de miedos y fantasías irrealizables, de esperanzas y desesperanzas, de incertidumbres y de nada pero, eso sí, la saturamos y atiborramos…

En cambio, llenamos el corazón… a medias. Y no siempre de las mejores cosas.

Se nos olvida llenarlo de lo importante: de las emociones agradables y de lo emocionante, los sentimientos mágicos y maravillosos, lo grandioso, lo bello imborrable, lo que nos hace vibrar de emoción, lo que nos provoca la mejor lágrima del mundo, de suspiros de felicidad, de esas sonrisas que no se acaban nunca y dejan su eco marcado en los labios, de esos brillos que se forman en los ojos a veces que no sabemos si vaticinan el más encantador de los llantos o la llegada de un abrazo…

Llenamos la mente de cosas  pero dejamos el corazón casi vacío.

A veces leemos con los ojos de la mente y no con los ojos del corazón, o escuchamos con la mente y no con el corazón, o sentimos desde la mente y no desde el corazón.

Vivimos la vida desde la mente y la distraemos –en el sentido lisonjero y en el sentido peyorativo de la palabra-, matamos el tiempo –en el peor sentido de la palabra- y hasta nos parece bien hacerlo; nos regodeamos en pensamientos recurrentes y reiterativos con tintes de negatividad… mientras nuestra vida discurre a nuestro lado sin que le prestemos la atención que requiere y se merece.

Ocupamos el tiempo, ocupamos la mente, pero desatendemos el corazón, que es donde residen las emociones y los sentimientos que son realmente quienes componen nuestra auténtica vida.

Nuestra vida, más que los hechos que han acontecido en ella, son las impresiones que nos han ido dejando como poso lo que nos ha sucedido.

Por tanto es importante cuidar el corazón, atenderlo bien para que no se sienta mal afectado innecesariamente, mimarlo, darle las cosas que le gustan -que son todas las agradables-, recuerdos cariñosos, momentos sublimes llenos de alegrías, ternura, cuidados, sonrisas, felicidad…

Se trata de cuidar nuestra sensibilidad más tierna, esa que nos provoca los escalofríos agradables, la que nos llena la boca de sonrisas y el alma de júbilo; de darnos atenciones y mimos y cuidados maternales; se trata de proporcionarnos cosas que nos provoquen felicidad o cualquiera de esos estados donde uno siente un contacto especial –indefinible- con algo del interior, con algo que se sabe que es más puro que todo lo que nos rodea.

Se trata de atender nuestra alma y acariciarla, de crear momentos sublimes que alcancen un éxtasis por encima de lo cotidiano, de contactar con lo emotivo y relacionarse con lo emocionante, con lo conmovedor.

Se trata de relacionarse más con el corazón y conjugar el verbo amar en presente –al margen del inevitable pasado y de un posible o imposible futuro- , con toda nuestra presencia consciente, y amar a muchos y con implicación -con todas las revoluciones internas que eso conlleva-, para alcanzar la consciencia de las delicias y que el propio corazón se reconforte y engrandezca en esos estados gratamente alterados.

Se trata de VIVIR los sentimientos y las emociones… y deshacerse pronto de lo indeseable y perpetuar incansablemente lo deseado.

¿Y si tú no eres tu mente –como crees- y realmente eres tu corazón?

Te dejo con tus reflexiones…



 

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