CÓMO SUPERAR LA TRISTEZA LIBERANDO LA MENTE
MIRIAM MARTIN CANALES
¿Eres capaz de dejar de pensar totalmente?
A no ser que ya seas un experto en meditación probablemente te cueste estar sin pensar algo más de unos breves instantes. Déjame decirte que si esto es así, tú no estás utilizando tu mente, tu mente te está utilizando a ti.
Tu mente es como un ordenador muy potente, en el puedes instalar software muy potente y hacer con él cosas maravillosas. Pero si te descuidas también pueden ser otras personas las que instalen programas y corras el peligro de que se llene de virus y comience a funcionar solo.
De hecho eso es lo que han hecho tus padres, profesores, medios de comunicación, etc., desde que naciste. Instalar programas que han determinado tu manera de actuar, pensar y sentir.
Déjame hacerte algunas preguntas
¿Te cuesta dejar de pensar? ¿Estás continuamente dándole vueltas a las cosas? ¿Hay veces que los pensamientos negativos te invaden y no eres capaz de sacarlos de tu mente? ¿Te sientes triste y decaído más a menudo de lo que te gustaría?
Si has respondido que sí a alguna de estas preguntas tu mente necesita una limpieza y un potente antivirus.
¿Qué pasaría si fueras a tu médico de cabecera y le comentaras que oyes cosas dentro de tu cabeza? Lo más probable es que te envíe directamente al psiquiatra, pensando que estás enfermo.
¿Y si le contaras que piensas que puedes estar pasando por una depresión ya que últimamente te sientes muy triste? En menos de media hora estarás camino a la farmacia en busca de una caja de antidepresivos.
Al igual que si ves a alguien hablando solo por la calle lo más probable es que pienses que está loco e incluso te cambies de acera. Sin embargo lo cierto es que casi todos oímos voces silenciosas dentro de nuestra cabeza: son los procesos de pensamiento involuntarios que no sabes que puedes detener.
Todos hablamos solos, la diferencia es que no lo hacemos en voz alta. Hay dentro de nosotros una voz que comenta, que compara, que se queja, que juzga, y que rara vez se mantiene en silencio. Todos tenemos dentro de nosotros una voz crítica, somos adictos al pensamiento.
Tu mente es un instrumento, una herramienta que está ahí para cumplir tareas específicas como resolver problemas, planificar, etc… Cuando termina su tarea debería descansar, sin embargo rara vez lo hace. Así que podríamos concluir que entre el 80% y el 90% de los pensamientos de la mayoría de la gente son inútiles, repetitivos y en gran parte dañinos.
Este parloteo mental está produciendo un serio desgaste de tu energía vital.
La adicción al pensamiento
Sí, aunque suene raro reconocerlo eres adicto al pensamiento. Desde los tiempos de Descartes y su frase “pienso luego existo” sentimos que no tenemos otra identidad que nuestros propios pensamientos.
¡Pensamos demasiado! Nos complicado demasiado la vida, cuando en realidad la vida es mucho más sencilla.
Estamos llenos de condicionamientos sociales, de apegos que alimentan nuestro ego cuando no necesitamos nada (o muy poco) para ser felices.
Cada instante de vida es un regalo, un regalo que se puede saborear y degustar como el más rico el manjar. El problema es que tenemos demasiados instantes.
La vida no es corta (excepto para algunas personas con mala fortuna), la vida es muy larga y da tiempo a hacer muchas cosas con ella.
¿Tú sabes todo lo que puedes hacer en 80 o 90 años? Ese es el problema, que nuestro bien más preciado es el tiempo y en vez de disfrutarlo lo gastamos intentando conseguir cosas que creemos que nos van a hacer felices y pensando demasiado.
La característica principal de una adicción es que sientes que no tienes opción de dejarla, parece más fuerte que tú y te da una falsa sensación de placer que inevitablemente se convierte en dolor. ¿No te pasa eso con tus pensamientos?
El primer paso para superar una adicción es reconocer que tienes un problema, que eres adicto. Y tú al igual que la gran mayoría de las personas eres adicto al pensamiento.
Sin embargo para tu ego (esa imagen mental de ti mismo basada en el condicionamiento personal y cultural que has ido formando desde que naciste) apenas existe el momento presente.
Tu ego necesita trasladarse al pasado para recordar quién es, y también necesita proyectarse constantemente hacia el futuro para asegurarse la supervivencia y buscar en él una sensación de liberación o satisfacción que no es capaz de encontrar en el presente.
¿Cuántas veces piensas que cuando ocurra esto o lo otro serás feliz y estarás mejor? Al ego no le gusta el presente, incluso cuando está en él lo juzga, lo mira con los ojos del pasado.
Es difícil vivir sin juzgar, es difícil callar a tu voz crítica, pero es posible y cuando lo consigues te das cuenta que has encontrado el secreto de la felicidad, el secreto de la vida y de que en realidad no es ningún secreto sino que es algo que muchas personas llevan gritando desde hace siglos.
Así que para un momento, siente tu respiración mientras lees estas líneas.
¿Cuánto hace que no eras consciente de que respirabas?
Escucha los sonidos de fondo, seguro que hay muchos que ni siquiera eras capaz de percibir, siente cómo tus ojos escanean una a una cada una de estas palabras mientras parpadeas para humedecerlos de vez en cuando, nota la temperatura del ambiente, siente cómo tu ropa acaricia suavemente tu piel y respira, respira prestando atención a cualquier olor que pueda haber en el ambiente.
¿Te das cuenta de todo lo que te estabas perdiendo? Tenías tus 5 sentidos en piloto automático. ¿Te imaginas una vida sin poder disfrutar de tus 5 sentidos?
Pues la mayor parte del tiempo es lo que estás haciendo. Te estás perdiendo tu vida, dejando que los virus de tu mente te controlen y preocupándote por cosas que alguien te hizo creer un día que eran importantes.
Te voy a decir una cosa que puede asustarte: La mayoría de cosas que sabes sobre el mundo son mentira. Tu mente está llena de creencias limitantes que te impiden avanzar, de construcciones mentales tales como el miedo y de pensamientos intrusivos que intentan tomar el control.
En tu interior tienes una gran semilla, una semilla que tiene el potencial de convertirte en un gran árbol, en un árbol esbelto y hermoso con unas hojas grandes y brillantes. Sin embargo, corres el riesgo de estar viviendo como un bonsái que cada vez que intenta crecer viene alguien a poderle las ramas.
