APENAS ROZARLOS
Paso de puntillas
-apenas rozando-
por ese conglomerado inerte
al que llamamos pasado.
Desgajo acontecimientos,
me desclavo dolores,
insinúo besos en las balconadas vacías,
y me duele entrecortadamente
el vacío de tantas horas
que pudieron haber sido de dicha;
me duele la levedad de mis sentimientos
que no supieron impregnarse en lujuria
o amanecer en otros brazos,
o gritar en medio de una plaza concurrida,
a media noche en un cementerio,
o interrumpir una misa con el sollozo inmortal
de un “te amo, María Luisa”,
y al estupor de los concurrentes añadir
“y te amaré siempre”.
Apenas rozo los recuerdos
para no resultar malherido.
Quité el brillo a lo espléndido
y cambié el oro por el oropel.
Grave error.
Tal vez debería inventarme un acto heroico,
una excentricidad,
una genialidad,
una cena en París,
un paseo al amanecer por Praga,
una visita nocturna a la Piazza Navona,
el beso que siempre soñé pero nunca existió…
y con ello colorear un pasado gris.
Apenas rozo la realidad
no vaya a ser que se me desmorone,
no vaya a ser que todo sea mentira,
que mi madre no fuera cierta,
que nunca fui niño,
que jamás soñé con los ojos abiertos…
así que será mejor no alterarme,
no remover el cieno que es mi sostén.
Sólo pasó de verdad lo que recuerdo,
el resto es bisutería descarrilada.
Yo soy lo cierto
y todo sol que no vi es mentira.
Mi tarea ahora es blanquear lo oscuro,
esconder lo desagradable,
negar las heridas,
llorar con un solo ojo
y ponerme a salvo como sea,
ponerme a salvo contra quien sea,
enterrar los recuerdos sombríos.
Mejor incinerarlos.
Y luego pintarles una sonrisa a todas mis tristezas.
Yo no soy mi pasado.
Ponerme a salvo,
seguir viviendo y vivo,
apenas rozar el pasado,
dejarlo vivir o morir a su ritmo,
sin inmiscuirme.
O mejor destruirlo y construir un pasado nuevo.
O mejor no moverlo.
Mejor dejarlo en su sitio
y como hoy,
volver a él para torturarme,
pero apenas rozándolo.
Francisco de Sales
(Más poesías y prosa en
www.franciscodesales.es)