ALGUNOS EJERCICIOS PARA DESARROLLAR LOS MÚSCULOS DE LA AMABILIDAD
1. Endulza la vida de los demás.
Ten siempre a mano, en tu casa o en tu lugar de trabajo, una caja o bandeja con algunos chocolates, bombones, caramelos de miel, frutas endulzadas o galletitas. (*)
La próxima vez que alguien próximo esté malhumorado o enojado, prueba a darle algunas chocolatinas o caramelos. Se ha demostrado que el triptófano del chocolate permite al cerebro producir serotonina, un compuesto orgánico que provoca sensaciones de bienestar e incluso de euforia y éxtasis. Y la feniletilamina del cacao estimula los centros de placer del cerebro y produce sensaciones de felicidad, incluyendo alegría, atracción y excitación.
(*) Contraindicado en el caso de personas excesivamente golosas y con poca fuerza de voluntad para hacer uso de las golosinas en situaciones puntuales.
2. Ofrécele un cumplido a la persona que más te irrite.
En los diarios de santa Teresa de Ávila la monja cuenta cómo cuando se encontraba con alguna hermana o discípula que la ponía de los nervios, decidía esmerarse aún más por ser amable y solícita con ella, de forma que ella misma empezaba a ver las cosas buenas de la otra a la vez que la monja en cuestión acababa optando por devolverle las buenas maneras.
Si hasta una santa puede perder los estribos con alguien, ¿cómo no te va a pasar a ti?
Pero también puedes aprender a controlar tus reacciones y hasta tus emociones. ¿Cómo?
Piensa en la persona que más te irrite e intenta encontrar algo realmente bueno que puedas decir de ella. Ofrécele ese cumplido a la menor oportunidad que tengas. Repite los mismo con la segunda persona que más te irrite y con la tercera...
Y no te olvides de esbozar una sonrisa y, si se da el caso, alguna palabra amable cada vez que te cruces con ellas. Finalmente, conseguirás transformar tu pensamiento de aversión por otro de simpatía.
3. Inicia una dieta de belleza interior: la dieta de la verdad.
Tal como escribió Mark Twain, “lo mejor de decir la verdad es que nunca tienes la necesidad de pensar qué vas a decir”. A lo largo del día de hoy intenta decir únicamente la verdad a todos tus interlocutores. No vale exagerar la verdad, embellecerla o transformarla.
Esto no significa que vayas esparciendo a los cuatro vientos “tus verdades” sin que te pregunten o que seas descortés con las personas. Siempre hay una manera de decir la verdad sin traicionarte a ti mismo y sin herir los sentimientos de los demás. Si tu mirada es considerada y empática, siempre hay un enfoque de “tu” verdad que puede resultar grato a la vez que útil a los oídos de la otra persona. Y no busques justificaciones falsas cuando tengas que decir no; es mejor decir “lo siento mucho pero no me es posible”, sin más explicaciones a recurrir a la mentira (que, por otra parte, te convierte en una persona poco de fiar).
Autor desconocido