SOMOS LA SUMA DE TODOS LOS SENTIMIENTOS Y LAS EMOCIONES QUE HEMOS VIVIDO
En mi opinión, después de muchos años de experiencia en este asunto de vivir, tras haber escuchado el relato de la vida de muchas personas y haber indagado en lo que realmente les ha quedado marcado en el recuerdo de sus vivencias, compruebo que lo que realmente marca a las personas, lo que guardamos en el recuerdo, no es el hecho histórico frío de lo que pasó, sino que es el estado emocional que añadimos a cada uno de los recuerdos.
Hay algunos hechos a los que tenemos añadido un grato recuerdo, una sonrisa, una emoción especial entrañable, y posiblemente no nos acordemos de las palabras que se dijeron, de los gestos, de lo que había alrededor, pero aparece una sonrisa en nuestros labios sin provocarla y se nos ilumina la mirada, o se nos encoge el corazón a pesar de los años transcurridos, o una lágrima aparece sin que la podamos contener.
No nos marcó el hecho verídico, sino lo que sentimos.
Aquella sensación de incomprensión, de frustración, de alegría desmedida, de amor universal, de comprensión sin palabras… aquel dolor inextinguible, aquel estremecimiento, el escalofrío tan agradable que nos recorrió, la sensación de abandono y desamparo…
No se ve cuando se mira, se ve cuando se siente.
No se vive cuando uno está distraído y apagado, se vive cuando uno se involucra con todas sus emociones y sentimientos, sin miedo, dispuesto a dejarse zarandear por ellos, dispuesto a llevar la experiencia hasta el final, porque lo importante es el suspiro que provocan las vivencias, el conato de llanto, la respiración alterada, los ojos cerrados hacia fuera y abiertos hacia adentro… lo importante es estar allí, tomar conciencia absoluta de ese Aquí y Ahora, de ese Yo Soy y Yo Estoy, de ese saber que la vida está presente en la vida.
Cada uno es la suma de todas las emociones y los sentimientos que ha vivido. Eso es lo que configura diferentes a las personas, eso es lo que individualiza y lo que hace que la vida tenga un poco de sentido.
La vida fría, la vida muerta, no aportan. Restan.
Las vidas intensas, donde las pasiones estás involucradas, donde los estremecimientos circulan libremente, donde las palpitaciones cambian de ritmo y alteración de un segundo para otro, son las vidas vivas.
Las vidas imperturbables, donde no entran los afectos ni lo sensible, son vidas asépticas. Las vidas sin pasión son vidas sin vida.
Lo emocional es una de las cosas que distinguen a los humanos de los animales, así que algún sentido tiene que tener el hecho de que poseamos esa capacidad. Algo tiene que aportar a nuestro vivir.
Y además, esa gran variedad de emociones y sentimientos con las múltiples posibilidades de sentir de modos tan distintos y tan selectivos, tiene que ser lo que diferencia la vida de los que prestan atención a la intensidad completa de los hechos de los que quieren pasar por ellos ilesos, sin sentirse afectados.
Conviene usar más los cinco sentidos, aspirar los perfumes y empaparse en los aguaceros, sentir el pan caliente, las sonrisas, las miradas y sus mensajes, las compañías, los abrazos…o sea, VIVIR.
Te dejo con tus reflexiones…