NO ES FÁCIL… PERO TAMPOCO ES IMPOSIBLE
En mi opinión, esta razón/excusa que utilizamos con tanta frecuencia cuando se trata de esforzarse para hacer algún cambio necesario –me refiero a cuando objetamos “no es fácil”-, en la mayoría de ocasiones también es cierta: no es fácil.
Aunque eso es relativo. Puede ser más o menos fácil en función del interés que se ponga y del esfuerzo que se le dedique. Lo que sí es cierto es que si no es fácil quiere decir que es posible, aunque sea difícil. Eso descarta que sea imposible.
Lo he escuchado mil veces: “es que no es fácil”. Ni tiene por qué ser fácil. No podemos limitarnos a aceptar o hacer sólo las cosas que son fáciles. Cada cosa requiere su esfuerzo y ese esfuerzo no es igual para todos, porque depende en gran parte de la oposición que se ejerza a aceptarlo, del aferramiento a un punto de vista o una actitud, de la pereza o el arrojo para hacer cosas que son de utilidad para uno mismo, y del interés que uno tenga o le ponga. En función de esas y otra variables, uno afronta los cambios que son necesarios de un modo u otro.
La responsabilidad de la propia vida se adquiere junto con la primera respiración, pero alcanza toda su plenitud cuando uno se hace consciente.
Cuando uno actúa o vive o piensa o se expresa de cierto modo porque es su costumbre, o porque no se ha planteado otras posibilidades de hacerlo, es “aceptable” y es “perdonable”, pero cuando uno toma consciencia de sus cosas, de las que no son de su agrado porque no le satisfacen o porque no encajan en lo que quiere para sí –lo que quiere ser- esa responsabilidad sobre la propia vida adquiere toda su plenitud. Ya no son aceptables las excusas. Ya no se admiten actitudes infantiles, rabietas, miradas que no quieran ver lo evidente, ni pretextos ni evasivas.
Cambiar no es fácil. Admitir ciertas cosas de uno mismo no es fácil. Mantener la constancia no es fácil. Ni el esfuerzo continuado. Ni dejar un personaje para convertirse en una persona. Nada es fácil, o más bien nada lo hacemos fácil. Hay una oposición que se manifiesta como desatención, inconstancia, pereza, huída.
Cuando uno es consciente de que hay algo que tiene que hacer porque es lo mejor para sí mismo, hay que eliminar todas las excusas y hay que descartar las escapatorias que se sustentan sobre mentiras.
No es fácil. Pero tampoco es imposible. Se puede hacer aunque requiera esfuerzo. Se ha de hacer aunque requiera esfuerzo. El premio a ese esfuerzo es la consecución del objetivo, el cambio notable, la nueva actitud que será placentera y estará más de acuerdo con esa persona cercana a la bondad que todos queremos ser.
Que no sea fácil no es un obstáculo insalvable, sólo es un inconveniente. O sea, algo que se puede vencer. Algo que se ha de vencer. Y usar esa razón como motivo para quedarse estancado es el argumento más insano, más dañino y más despreciable que se puede usar.
Realizar los cambios deseados depende de uno mismo. El modo de actuar en la vida depende de uno mismo. No se ha de eludir esa responsabilidad.
Te dejo con tus reflexiones…