LA SENSIBILIDAD Y YO
No sé si la quiero y me la quedo
-o si la devuelvo usada-
esta sensibilidad
-o como se llame-
que me deja un regusto desagradable
-a la vez que un estremecimiento humano-
cada vez que un mendigo me enseña su mano
-que es la voz de su tragedia-,
o cuando me entero de un maltrato
-de cualquier clase y condición-,
o sé de un niño que llora con motivos,
de una madre desconsolada,
una anciana en su soledad,
o cualquier persona en su tristeza.
No sé si la quiero.
Me destroza la mayoría de las veces,
me acarrea lágrimas y pena,
me deja en unas manos insensatas
que me llevan y me traen,
arriba y abajo,
en el Cielo de los tristes.
No sé si quiero la sensibilidad,
digo,
aunque estoy seguro de que sí la quiero.
Francisco de Sales
(Más poesías y prosa en
www.franciscodesales.es)