EL PODER DE LOS DEMÁS
Los demás llegan hasta donde tú los dejas.
Cuando avanzan más de lo que deseas, de una manera u otra les estás dando la posibilidad de que lo hagan.
La forma más común es por omisión: no reaccionas, no dices lo que piensas y tampoco tomas medida alguna; tu objetivo principal es no generar un conflicto y que todo “esté bien” y “vuelva a la normalidad”, o sea, a lo que tú consideras que sería ideal.
Pero lo que realmente está sucediendo es otra cosa.
Evitar un intercambio de opiniones y no poner un límite claro (del modo que puedas y en el tono que mejor te salga) con el tiempo tiene repercusiones impensadas: el otro ?sin un freno? avanza y avanza, y va acumulando cada vez más poder sobre ti, hasta el punto de condicionar tus acciones y tu manera de pensar. ¡Tus decisiones!
En la mayoría de los casos, cuando se produce un gran evento, ha habido pequeños indicios o situaciones que no has querido ver o que has permitido. Con el tiempo, fueron en aumento, hasta llegar a niveles insostenibles o incontrolables.
Soportar gritos, malos tratos o desprecios no es normal. Hacerlo en pos de una pareja o de una familia no es una actitud sana ni un buen ejemplo para los demás seres involucrados.
Tampoco desaparecerán por arte de magia porque mires hacia otro lado o porque cierres la boca.
Si no respetas y proteges tu lugar, tus acciones y tus pensamientos, ¿por qué esperas que el resto de las personas haga algo diferente? Si les estás mostrando los comportamientos a seguir.
Valórate a ti mism@ al 100 %. Estarás sentando las bases para que absolutamente todos los demás también te valoren.
Autor desconocido