¿QUÉ TENGO QUE APRENDER DE ESTO?
En mi opinión, esta es la respuesta –aunque sea una pregunta- que debemos aplicar en cada uno de esos casos desagradables o desconcertantes que se presentan en nuestra vida, y no quedarnos en la rabia y el enfado –que muchas veces es una pataleta infantil- con los que respondemos ante lo que no nos gusta y no queremos aceptar por las buenas.
La vida nos va a presentar muchas situaciones desagradables. Ya lo has podido comprobar. Y la reacción primera es la oposición. No se quiere aceptar lo que está sucediendo cuando no es agradable.
Uno también se pregunta –sin palabras- “¿por qué a mí?” y se queda sumido en el desconcierto, en la furia, en una desesperación un poco inútil que sólo aporta confusión y no respuestas.
Quien está en un Proceso de Desarrollo Personal, sabe de sobra que estas situaciones son oportunidades, y como tales hay que aprovecharlas. Hay que salir pronto de la alteración y aprovechar el momento para preguntarle a la situación: “¿Qué tengo que aprender de esto?”
Y entonces, hay que esperar la respuesta en silencio. Posiblemente se irán añadiendo más preguntas a ésta –y hay que tener cuidado porque tal vez no sean preguntas “nuestras”, sino de nuestra mente que quiere entrometerse en el proceso para hacernos creer en su aparente supremacía-, pero es más importante atender al silencio para dejar que se vayan manifestando las respuestas. Serán ideas aún difusas o pueden ser rotundas. En eso no hay norma.
Sólo hay que estar atento, observando desde la ecuanimidad, aceptando lo que parezca evidente, comprendiendo con sinceridad y sin oposición.
¿Qué tengo que aprender de esto? Sólo sabemos que no sabemos, que queda mucho por conocer y aprender para mejorar. Mejorar es el objetivo para poder acercarnos cada vez más al que realmente somos en esencia.
La mayor aproximación a la integración y la unidad de uno consigo mismo es lo que aportará una felicidad que está por encima de la felicidad: una especie de plenitud, de unión de nuestras partes esenciales dispersadas; la sensación es de fuerza y de humildad y de paz y de amor y de comprensión.
Uno se da cuenta, al aprender lo que tiene que aprender de esa experiencia, que ha de abandonar la oposición a estas crisis momentáneas y que ha de acogerlas con una actitud más receptiva. La vida está a nuestro favor cuando nos presenta estas oportunidades. Hay que recordar que muy a menudo nos olvidamos del sentido de nuestra vida o que aplazamos ese trabajo de auto-conocimiento y reunificación que parece formar parte de la vida.
La recomendación es salir lo antes posible del desbarajuste en que nos dejan las situaciones y los hechos que nos molestan, y mirándoles de frente –sin miedo- preguntar: “¿Qué tengo que aprender de esto?”.
Te recomiendo esta forma de ver lo desagradable –de las situaciones y de las personas-. A fin de cuentas, quedarte estancado en la rabia y el enfado sólo te aporta negatividad. Sé inteligente. Y sé feliz.
Te dejo con tus reflexiones…