ALCANZA TU VIDA IDEAL
En mi opinión, poner en marcha un Plan de Vida Personal –que siempre es necesario y es lo mejor que uno puede hacer por sí mismo-, comienza por el convencimiento de que eso implicará deshacerse de muchas cosas del presente, modificar otras del pasado, y desechar algunas de las que se tenían previstas para el futuro.
La idea de modificar y modificarse ha de estar presente en todo momento, y la renuncia a algunas cosas actuales es conveniente casi siempre y no admite discusión.
Pretender aprovechar algo de lo que se sabe que es un freno o un estorbo es un error inicial de planteamiento.
Si revisas tu vida podrás comprobar que en los momentos de pasividad o desatención, de aceptación cómoda, es donde menos avances has realizado.
Desde que éramos pequeños nuestros cuidadores han tratado de evitarnos los riesgos y los peligros, y esa es la orden secreta que llevamos grabada y respetamos escrupulosamente. La comodidad de quedarse parado en lo conocido –aunque sea malo- es un freno difícil de soltar.
El miedo a no saber qué pasará ha matado ya muchos de nuestros buenos proyectos. Proyectos que hubieran podido salir adelante si no le tuviésemos tanto miedo al miedo.
El progreso se debe a los valientes y los visionarios; el éxito se alía con los que trabajan con fe y ahínco en sus proyectos.
La vida ideal va a requerir de nuestra implicada colaboración para mostrarse ante nosotros. No se la podemos encargar al azar, ni a las casualidades, ni a la fortuna de que un día se alíen todos los planetas a nuestro favor en perfecto orden cósmico.
Requiere de horas de atención y dedicación, de una dignidad que imponga y respete sus condiciones, de una honradez fuera de toda sospecha, de unos principios insobornables, de una voluntad plenamente implicada en el cumplimiento de lo que se decida, y de la absoluta e incondicional entrega a tan noble causa.
Alcanzar la vida ideal, la vida deseada, compensa cualquier esfuerzo, cualquier lucha o cualquier ruptura –a cualquier nivel- que exija. Con la ventaja adicional y primordial de que uno mismo es el directo e inmediato beneficiario de ello.
Una pregunta a bocajarro:
¿Cómo sería tu Vida Ideal?
Diséñala. Te pido, eso sí, que cumplas siempre la primera condición indiscutible para que puedas realizarla, y es que seas realista al diseñarla.
Y no tienes por qué trazar y decidir ahora mismo qué vas a hacer con el resto de años que te quedan por vivir; puedes empezar por propósitos y deseos a corto plazo; los de medio plazo también, para ir adelantando ya sobre ellos. Los de largo plazo, pues eso… que requieren tiempo y requieren estar ahí para ir haciendo campaña y buscando aliados dentro de uno mismo.
Todos los planes pueden ser modificables, mejorables, ampliados… todos han de estar vivos, receptivos, atentos.
En esa Vida Ideal que te propongo diseñar, conviene tener en cuenta los diferentes aspectos que nos componen y complementan, para que entre todos nos den la sensación de plenitud.
Una vida laboral excelente, por ejemplo, no consuela a nuestra parte espiritual. La parte más terrenal reclamará diciendo que están bien las meditaciones y el Desarrollo Espiritual, pero que hace falta realizar un trabajo para poder comer. Ser una persona de éxito social pero luego llegar a casa y encontrarse solo, va a provocar una sensación de vacío y no de plenitud.
Conviene implicar a todas las partes que nos componen cuando llegue el momento de diseñar esa Vida Ideal Plena.
Y reitero la necesidad de incluir cosas factibles, porque añadir imposibles lo único que hará será crearnos frustración, y una dolorosa sensación de fracaso, si no los llegamos a realizar.
No debemos pasar por la vida sin hacer lo necesario para que se acerque lo máximo posible a nuestro ideal. Conviene tener un ideal como referencia. VIVIR requiere atención y dedicación. Requiere planificar la vida y tener una dirección a la que dirigirse. Requiere paradas para revisar y verificar que estamos en el camino deseado. Requiere honestidad y verdad.
Es imprescindible ser conscientes de nuestra vida. Mirarla. Mimarla. Tocarla. Vivirla. No es conveniente derrocharla, desatenderla, dejar que se consuma sin sentido y sin nuestra presencia plena. Y eso depende de ti.
Te dejo con tus reflexiones…