MAQUILLAJE
Ayer no tuve un buen día.
Amanecí con un fuerte dolor de cabeza, después de una noche con una dura pesadilla.
Puse la radio, para restarle fuerza a la situación, y en menos de diez minutos supe el porqué de la pesadilla, del dolor de cabeza, y de mi mal humor.
La culpa era del MAQUILLAJE.
Permítanme que lo explique.
Esta última temporada hay varias cosas en mi vida que no funcionan en orden, tanto a nivel familiar como a nivel personal. Y, curiosamente, cuando eso no funciona, suelen estropearse algún o algunos electrodomésticos, como para darme un motivo externo para descargar mi enfado.
Anteayer hacía participe de mis cuitas a unas amigas, y escuché el consabido… “pero Juana, tú, que estás tan acostumbrada a meditar, tú, que por tu profesión aconsejas a tanta gente en la consulta, tú que….” “… medita, pide luz, relájate, trata de distraerte, haz lo que sea, porque tienes que salir de esa situación”
Y, a pesar de mi tendencia a no utilizar recetas de nadie y seguir siempre los dictámenes de mi corazón, les hice caso.
Al día siguiente, el resultado fue el que describo al principio, es decir: pesadilla, dolor de cabeza, y un humor de perros.
Menos mal que la radio me envió un mensaje en forma de canción.
MECANO, ese maravilloso grupo lleno de canciones con sabiduría, cantaba… “sombra aquí, sombra allá, maquíllate, maquíllate…”.
Lo supe al instante. Me había maquillado. Y se me estaba cayendo el maquillaje a trozos.
¡Si yo tenía razón! ¡Si yo quería vivir mi enfado! ¿Por qué hice caso de una recomendación que no va conmigo?
Sé, desde lo más profundo de mi ser, que he nacido, que hemos nacido para vivir la vida que nos toca.
La que nos toca, la que, lo admitamos o no, hemos elegido para aprender, precisamente, a eso: a vivir, a Ser.
VIVIR LA VIDA, cotidianamente, día a día. Y cada día está lleno de instantes, sí.
Instantes de paz, de sosiego, de risa, de llanto, de alegría y desesperación, de rabia y de amor, de nacimientos y muertes. Y si no vivo cada instante me pierdo la sal de la vida y sigo dormida.
Porque cada instante tiene su aprendizaje.
¿Cómo? -dirán algunos- ¿Aprender de la rabia? ¿De la desesperación? SÍ. De ellas también. Y… ¿Para qué? -dirán otros- Para conocernos.
Si no vivo el amor hasta la última gota, me pierdo su esencia, me quedo en la orilla guardando la ropa, y no me empaparé de su grandeza.
Pero si reprimo mi odio, mi llanto, y mi tristeza dentro de mí, siempre quedarán residuos en mi alma que me impidan ser libre. Y es más, como dice Serrat en otra gran canción, aparecerán en ”un rincón, en un papel, o en un cajón”. Es decir si no vivo mi rencor hasta que se agote, cualquier palabra, mirada, etc. de esa persona hará que este rebrote con más fuerza y no me permitirá seguir conociéndola y conociéndome.
Pero la sociedad, y sobre todo aquellos que han creado una imagen irreal de nosotros, nos piden que nos maquillemos, y que veamos – como dice la canción “en un espejo de cristal”- algo ilusorio, que no somos nosotros.
Cuántas veces hemos oído o dicho, “tienes que superar la muerte de tal persona” Qué error. Esa muerte solo se superará cuando el duelo esté concluido, cuando el dolor haya salido todo. Solo entonces le recordaré con ternura y con amor, porque si no es así andaré tan muerto como esa persona a la que no quiero llorar.
Tenemos la obligación de VIVIR, así, con mayúsculas. Cada uno a su modo, cada uno con el tiempo que necesite para conocerse a través de sus experiencias, pero viviéndolas.
Por eso, libre ya de mi dolor de cabeza y del mal humor, digo: si maquillarse es aparentar lo que no soy y es creer que siento lo que no siento, no me pienso maquillar.
Es más, no me pienso hacer ninguna cirugía estética del alma ni del cuerpo, porque pretendo aprender a amarme tal y como soy, no como “se debe ser”.
Creo que si Dios nos hizo a su imagen y semejanza, no cometió ninguna equivocación.
El truco es querer encontrar a ese ser que Él hizo en mí.
Mi recomendación de canciones de MECANO:
Maquillaje
Ay que pesado
Te busqué
No es serio este cementerio
Las cosas pares
J. C.
