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 BASES DEL AMOR HACIA UNO MISMO



Octubre 01, 2011, 09:55:22 pm
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BASES DEL AMOR HACIA UNO MISMO
« en: Octubre 01, 2011, 09:55:22 pm »
BASES DEL AMOR HACIA UNO MISMO



Cuando se habla del término autoestima, la mayoría de nosotros pensamos en amor hacia uno mismo. Todos estamos de acuerdo en que amarnos a nosotros mismos es bueno, pero la realidad es que conseguirlo no resulta sencillo. Veamos por qué:

Durante nuestra infancia aprendemos muchas normas explícitas e implícitas sobre cómo funciona el mundo, nuestra sociedad, o nuestra familia.
También aprendemos a querernos a nosotros mismos a través de la mirada de nuestros padres. Nuestra identidad y estima, cuando somos niños, depende de qué ven nuestros padres en nosotros, pues ellos son el espejo donde nos miramos mientras vamos desarrollando nuestras propias ideas acerca de cómo son y cómo funcionan las cosas. Así, además de ser dependientes en otras áreas, también para querernos dependemos de nuestros padres. Necesitamos que nos abracen, nos besen, nos dediquen tiempo y estén disponibles física y emocionalmente para saber que merecemos ser queridos.

También necesitamos que nos enseñen qué comportamientos están bien y cuáles mal, sin confundir lo que somos y lo que hacemos. Esto significa que, cuando un niño hace algo que está mal, ha de decírsele “este comportamiento no es aceptable”, en lugar de decirle “eres malo”, “eres tonto”, “eres vago”, o lo que sea, porque atacar lo que el niño es (en lugar de lo que hace) mina su autoestima.
Cuando somos niños, necesitamos ser queridos por lo que somos, siempre, sin excepción, aunque a veces nos portemos mal; aunque no siempre cumplamos las expectativas de los papás; aunque nos enfademos y lloremos.
Necesitamos constatar que papá y mamá a veces no me dan lo que quiero, pero siempre me dan lo que necesito. Que me quieren aunque en ocasiones se enfaden conmigo. Que cuando me riñen me enseñan lo que está bien y lo que está mal, pero no me rechazan como individuo. Que equivocarme no equivale a perder valor como persona.

En esto consiste el amor incondicional a un hijo, y este será el germen de la autoestima incondicional de esa persona en el futuro.
Autoestima incondicional implica que conozco mis cosas buenas y también mis defectos, y aun así, me quiero.
No quiere decir que justifico mis acciones negativas, sino que trabajaré para mejorarme día a día desde el amor a mí mismo, no desde el rechazo, porque desde el rechazo ningún ser humano puede cambiar.

Por desgracia, con frecuencia utilizamos el amor como moneda de cambio para hacer que los niños hagan lo que queremos, y les transmitimos el mensaje (no explícito, pero sí clarísimo) de que “sólo te querré si haces tal o cual cosa”. Esa es la base del amor condicional, lo que en la adultez supondrá que la persona se querrá a sí misma si, sólo si… es guapa, lista, rica, o lo que sea, dependiendo de lo que se haya valorado por encima de todo en la familia. Además, sin una conciencia sobre nuestras historias de amor condicional, no sabremos transmitir otra cosa a nuestros propios hijos.

Ante este panorama, mucho más común de lo que imaginamos, ¿qué se puede hacer?
Podemos bucear en nuestras historias personales para ver por qué no puedo quererme como soy. Podemos comprobar si hemos sido queridos condicionalmente o incondicionalmente en la infancia. Y, si encontramos amor condicional, podemos elegir reconciliarnos y perdonar a nuestros padres, que no supieron hacerlo mejor, pues a ellos nadie les enseñó tampoco a amar de otra manera. Podemos decidir que nos vamos a querer incondicionalmente, hoy, ahora, como soy, y mejorar en mí aquello que sea necesario mejorar. Podemos hacer autoafirmaciones y repetirnos: “Yo, Fulanito, me quiero como soy”, cientos de veces al día. Podemos hacer un listado de todas aquellas cosas que nos desagradan de nosotros mismos y afirmar con fuerza: “Me quiero aunque sea un vago”, “Me quiero aunque sea un egoísta”, sabiendo que sólo desde el amor a esa faceta mía es posible cambiarla en el futuro.
¡Cuántas cosas podemos hacer para querernos!
¡Pues pongámonos manos a la obra!


(Marta Corral)

 

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