NO PODRÁS SER FELIZ CON OTRA PERSONA SI TÚ NO ERES FELIZ SIN ESA PERSONA
En mi opinión, la felicidad es –y ha de ser- un asunto personal e intransferible. Esto quiere decir que no se debería cometer la IRRESPONSABILIDAD de permitir que sea otro quien se ocupe de un asunto tan propio, y que nuestra felicidad dependa de otra persona, o que sea otra persona nuestra única fuente de felicidad. Está bien que otro nos aporten felicidad, pero que sea para AÑADIR a la que nosotros ya tenemos.
Este asunto no es tan drástico como parece por el título –que es algo así como “todo o nada”-; se puede ser “aparentemente” feliz con otra persona, pero no será una felicidad plena ya que le faltará el ingrediente básico, lo que verdaderamente es importante, que es el hecho de que uno sea feliz por sí mismo, sin necesidad de estimulaciones externas.
Si es otro quien nos aporta felicidad, o nos presta su felicidad, eso es vivir con una felicidad ajena, no personal, prestada a ratos, ya que la felicidad es algo tan íntimo y propio que no se debería dejar en manos de otra persona ya que eso es una insensatez.
Esto requiere de una reflexión hasta entenderlo plenamente. Cuando uno no ha conseguido reconocerse en su unicidad como persona, cuando la relación consigo mismo no es fluida y amable y cariñosa, o cuando no es satisfactoria la propia valía o autoestima, siente que la felicidad le está vedada. Siente que no tiene motivos ni razones para ser o estar feliz. Y sin estar convencido del derecho a ser feliz, que es la base sobre la que puede establecerse la felicidad continua, no tiene mucho sentido construir cualquier cosa porque tendrá todas las posibilidades de derrumbarse en el primer bajón o contratiempo.
Ser feliz, o la felicidad, no implica que haya que estar sonriendo siempre. Se puede y se debe ser feliz aun en los contratiempos, en los momentos duros o tristes, en un entierro y mientras se duerme; aunque no se manifieste físicamente, porque la felicidad no es una expresión externa sino una manifestación interna. Lo importante no es mostrarla, lo importante es sentirla y vivirla.
Opino que la felicidad no es un asunto que dependa del azar, de la suerte o del destino. Sí es cierto que las circunstancias personales, o un pasado duro, o una educación inadecuada, parece que obstaculizan el acceso a una plena felicidad, pero no lo impiden. Quien parta con esas condiciones adversas tal vez tendrá que esforzarse un poco más, pero es importante en estos casos el convencimiento irreductible de que la felicidad –o ser feliz- es un derecho de todos.
Y es importante darle la prioridad que le corresponde, y prestarle atención o esfuerzo en vez de quedarse en la auto-conmiseración, en la pena o en la queja, en la quietud de la derrota, en la rendición sin voluntad. Es un derecho humano. Todas las personas sin excepción tenemos derecho a la felicidad. Un derecho innato, indiscutible, que no depende de las circunstancias personales ni de la economía o la suerte.
Y por supuesto que se puede ser feliz con otra persona –de hecho hay personas que le ayudan a uno ser un poco más feliz-, pero es conveniente que sea también SIN esa persona. Que la relación con la otra persona no sea para compartir su felicidad o para recoger migajas de su felicidad, sino para compartir ambas felicidades.
Tómate muy en serio este asunto. Tu felicidad depende de ello.
Te dejo con tus reflexiones…