PROHIBIDO QUE SEAS TÚ MISMO
En mi opinión, el Análisis Transaccional es una de las mejores herramientas para resolver los conflictos de personalidad que se hayan originado durante la infancia -que son el 95% de los que tenemos-, y conviene tener una noción básica de lo que se denomina como IMPULSORES -muy resumido, son los modos o ”personalidades” con los que uno afronta la vida- y los MANDATOS –muy resumido, son mensajes emocionales o verbales que hemos recibido a lo largo de la infancia y que obedecemos sin ser conscientes de que lo hacemos-, y es interesante saber cómo actúan, ya que, aunque no nos demos cuenta de ellos, actuamos condicionados por ellos y no por nuestras propias decisiones conscientes.
La fuerza de los mandatos reside en que actúan desde nuestro inconsciente, o sea, que no somos conscientes de ellos. Y de ese modo es casi imposible escapar de su influencia. Llevamos tanto tiempo con nosotros mismos, sin reflexionar acerca de lo cotidiano, que nos parecen “normales” todas nuestras cosas.
Uno de esos MADANTOS es el motivo de este artículo: se denomina NO SEAS TÚ MISMO.
Decimos “soy así” o “es mi carácter”, y no quedamos tan tranquilos. Eludimos la responsabilidad de algo de lo que sí somos responsables.
Los MANDATOS –que sin duda existen en cada uno de nosotros- fueron órdenes directas en poquísimos casos, porque sobre todo nos las fueron inculcando sin que nos diésemos cuenta, con los hechos o los modos de comportarse con nosotros, y además lo hicieron en un momento de nuestra vida –en la infancia- en que no sabíamos que los estábamos recibiendo y no pudimos rechazarlos.
NO SEAS TÚ MISMO se implanta cuando nos damos cuenta de que no somos aceptados tal como somos realmente –hay que tener en cuenta que esto sucede en los primeros años de vida-, que hay partes de nosotros que no se aceptan – espontaneidad, sexo, fisonomía, forma de ser o comportarse, opiniones, ideas, etc.-. También se establece cuando somos comparados: “tendrías que ser tan estudioso como tu prima”; si nos amenazan con un castigo emocional: “si te sigues comportando así no te voy a querer”; si no nos dejan manifestarnos o no nos tienen en cuenta: “cállate”; si somos menospreciados: “no me importa lo que tú pienses”.
Está claro que nos están diciendo que nosotros, tal como realmente somos, no somos aceptados. Todo esto nos lleva a decidir –sin ser conscientes de ello- que si queremos sobrevivir a la infancia –y es algo que sí hay que hacer-, si queremos que nuestro entorno familiar nos siga “queriendo”, y acogiendo, y alimentando, tenemos que amoldarnos a sus peticiones e imposiciones… renunciando a ser nosotros mismos.
Hay que inventar entonces un personaje que cumpla los requisitos que nos solicitan, que es una especie de YO IDEAL al gusto de los otros, pero eso obliga a retirar y esconder el que realmente somos; más adelante tendremos que hacer un esforzado trabajo para deshacernos de ese personaje –que hemos llegado a confundir con nosotros mismos y hemos podido acabar creyendo que somos realmente-.
Las personas con este mandato suelen sentirse inseguras, tienen falta de identidad, tratan de copiar otros modelos que imagina que son mejores que ellas, y dudan de casi todas sus acciones.
Descubrir ese ser relegado y reprobado se hace una tarea complicada, pero necesaria. Es necesario darse permiso –con un contramandato- para ser Uno Mismo, para mostrarse como realmente se es. Eso requiere escucharse muy adentro, con honestidad, preguntarse continuamente, observarse, darse cuenta de cómo o dónde uno se siente “extraño” –ese el personaje- y dónde se siente uno en paz –ese es él mismo-.
Será bueno para ti que te deshagas de cada mandato –diciendo “tengo mi permiso para…” y añadiendo ahí todo eso que descubras que es un impedimento para ser tú mismo-. No es a ti, a quien eres hoy, a quien le prohibían por tanto no hagas caso y sé tú mismo.
Te dejo con tus reflexiones…