LA FELICIDAD NO ES GRATIS
La felicidad es un estado en el que te sientes bien.
Es la aspiración, secreta o declarada, del ser humano.
No es un lugar físico, un sitio al que se puede ir caminando, ni al que se llega de golpe un buen día.
Al ser un estado, más una sensación o un sentimiento, eso significa que no es eterna. Puede sentirse muy a menudo, pero no dura para siempre.
Es importante que cada uno tenga clara cuál es su idea de la felicidad –y es muy juicioso que no sea inalcanzable, porque entonces su no consecución sería frustrante- y es importante porque si uno vive con una idea ajena de la felicidad, aunque consiga lograr ese “lo que sea” no le hará feliz.
Hay que alejarse de los tópicos de la felicidad, y centrarse en la propia, porque no es posible implantarse un concepto de felicidad ajeno y pretender que funcione.
No es algo que se pueda comprar, ni uno puede forzarse a que ciertas cosas le hagan feliz.
Partiendo de la opinión de que la felicidad absoluta no es posible, o es demasiado difícil, uno de los caminos que nos pueden acercar a ella es el conformismo con las cosas sencillas y alcanzables, y el reconocimiento de que el bienestar es la antesala de la felicidad.
Conseguir apreciar la grandeza de lo sencillo y procurarse muchos momentos de bienestar, pueden conseguir que nos sintamos felices, o de un modo que puede sustituir sin mermas a la felicidad.
PARA ACERCARSE A LA FELICIDAD…
Sentirse a gusto con uno mismo es un primer paso. Eliminar las excesivas auto-exigencias. Comprenderse, aceptarse, amarse.
Pararse y entretenerse en las cosas pequeñas.
Aromas, paseos en soledad deseada o en buena compañía, conversaciones gratificantes, recuerdos agradables, pensamientos positivos.
Vivir en armonía con el entorno físico y personal.
Estar bien donde uno esté.
Promover el buen humor, el optimismo y las sonrisas.
Los abrazos y decir cosas bonitas a los demás, y también recibir eso mismo, nos hacen sentirnos radiantes. Escuchar la música que a uno le gusta, los sonidos de la naturaleza, la voz de las personas amadas.
Jugar por el simple hecho y gusto de jugar.
Disfrutar.
Vivir el placer todo lo que se pueda, sin pesar ni remordimientos.
Reír. La risa está asociada a la felicidad. Si reímos, nos creemos que somos felices. Y posiblemente lo seamos.
Todo ello, personalizándolo. Aplicándoselo a sí mismo.
Porque unas cosquillas pueden ser divertidas para uno y una tortura para otro.
Averigua cuáles son los momentos en los que te sientes bien, cuáles son las cosas que te hacen sentirte a gusto, las que te producen bienestar… y procura repetirlas cuantas veces puedas.
Presta atención al aquí y ahora, y serás más consciente de lo que acabas de leer.
La intensidad de un momento sólo será plena si le dedicas toda la atención. Lo que hagas, hazlo con conciencia.
Aunque tengas que hacer pequeños esfuerzos para relacionarte con tu felicidad, hazlos, porque te compensan.
La calidad de la vida se mide muchas veces por el grado de felicidad que se alcanza.